La película de la directora Lynne Ramsay, basada en la novela de Ariana Harwicz establece un diálogo entre dos creadoras que trabajan con total libertad y a las que no les gusta que los demás les digan cómo hacer las cosas. La novela es adaptada con una mirada contenida y precisa, en la que predominan la ambigüedad y el silencio.

En su nueva cinta, vuelve a abordar la maternidad como en Tenemos que hablar de Kevin (2011), aunque desde un ángulo completamente distinto.

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