Isabel Bono es Isabel Bono. Isabel Bono (Málaga, 1964) acaba de publicar un poemario nuevo, Lo seco (Bartleby). Es una de mis escritoras favoritas. Se fija en lo que a los demás nos pasa inadvertido pero que es tan revelador y significativo como lo evidente. O más. Se fija, por ejemplo, en las coincidencias, como muestra esta entrada de su blog El burrito del parque, “el juego de los quesitos”: “Nunca me ha gustado ir de visita. Ese día, además, me daba vueltas una novela que acababa de leer. Se titulaba Iceberg. Después de dos cervezas, dije que me marchaba. Dani sacó del bolsillo un papel doblado y me pidió que le dijera un número. El ocho. Movió los dedos dentro de los quesitos. Me enseñó, pegándomelos a la nariz, los cuatro colores que resultaron de mover los dedos ocho veces. Ahora elige un color. El amarillo. Abrió el quesito y leyó la palabra que había escrita debajo: ‘Iceberg’. Me preguntó de qué me reía. De nada, dije y me acerqué a darle un beso a su madre. No te vayas todavía, dime otro número, es que quiero que te salga ‘Dinosaurio’.” También dice que solo sabe hablar por escrito.
Isabel Bono y lo seco. Dice que lo seco se quedó en ella para siempre cuando una tarde, siendo ella una niña, se pasó un rato acariciando un seto seco. Guarda un vídeo de ese momento (estaba en Super 8 y lo pasó a CD). Dice que lo guarda todo porque tiene un poco de síndrome de Diógenes emocional. También dice que ella se fija en lo que no se han fijado otros porque le da pena. Cuenta que sacó un libro de la biblioteca porque se dio cuenta de que nadie lo había sacado jamás. Leyó la novela y la olvidó, no recuerda ni el título, pero la salvó de la indiferencia al menos unos días. En parte eso explica su singularidad. Escribo todo esto para que se entienda que la mirada de Isabel Bono es única.
Isabel Bono y la infancia. Dice que era una niña feliz, a su manera. Dice que su madre dice que era una niña oscura. No tímida. Ha escrito un poemario que es una de las novelas de infancia que más me han gustado. No es solo una boutade: es una novela en el sentido en que es narrativo, cada poema es una escena que capta algo a la vez íntimo y universal y compone así una película en la que se proyecta su infancia, pero con huecos para proyectar la propia. Según ella, su mejor poemario. Eso le dijo cuando se lo mandó a su editor, Pepo Paz, de Bartleby, a quien no le impresionó mucho: lo dejó en su buzón de entrada más de cinco años. El libro ha salido tal cual, el retraso en la publicación no ha sido porque lo haya trabajado, sino porque Isabel Bono no insiste, no da la lata exigiendo que salga ya su libro. “los buenos salvajes”, uno de los poemas que más me gusta del libro, dice: “nos dolía el vientre de tanto pensar // sólo pensábamos en hacer daño / en llamar a los timbres / en levantar las faldas de las niñas / en tirarles los altramuces / en saltar tapias para robar limones / y después arrojarlos al suelo con desprecio // yo era el peor de todos / aunque llevara un lazo atado en la melena / yo sabía a qué hora jugaban a los cromos / y en qué portal / yo incitaba a los niños a las mayores fechorías // así perdí la posibilidad de tener amigas / y gané fama de salvaje / la niña con gafas que no le temía a nada”.
La niña salvaje. Dice que este libro es triste. Pero no estoy de acuerdo: es verdad que hay un par de poemas en los que la tragedia asoma, pero es un poemario luminoso, solo que nos ponemos tristes y nostálgicos cuando hablamos de la infancia, el paraíso perdido. Es como ver Toy Story 3, cuando al final, Andy se despide de sus juguetes y se está despidiendo de su niñez. Siempre que la veo lloro. Y ahora al escribirlo también. Me pasa con esta canción. Pero es un llanto alegre, como recordando una vida pasada que no volverá y que, feliz o no, ha sido. Dice Isabel Bono que ella, en cambio, no tiene nostalgia del pasado porque el pasado está en sus libros. En cambio le da mucha pena pensar en el año 2135 y saber que no estará aquí para verlo. Uno de los poemas del libro se llama “nostalgia del futuro”. Otro, “el futuro acabará por llegar”: “malgastábamos el tiempo / ordenando en un álbum las fotos del verano / para mirarlas alguna vez con nostalgia // acumulábamos canicas piedras / libros cartas poemas // aplazábamos así la felicidad, la vida // todavía no sé por qué / todavía no sé para cuándo”.
Isabel Bono hace listas. Isabel Bono ganó el Premio de Novela Café Gijón 2016 con Una casa en Bleturge. Ella dice que hizo trampa porque en realidad no es una novela. El año anterior publicó Hielo seco, una colección de pensamientos que se cierra así: “adiós El año se llevó lo mejor de mí: mi camisa favorita y mi mejor amigo. Sin esperanza ni temor, susurra el invierno”. Acaba de publicar también un libro con emails, La canción de Mercurio (Baile del sol, 2017). Tiene otro en el que escribe con palabras recortadas de prensa. Escribió un libro sobre su padre que es una lista de cosas que sabe de su padre. Isabel Bono dice que es una escritora muy lenta, aunque no lo parezca. Dice no escribe, recorta.
(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).