Sr. director:
A Monsiváis comencé a leerlo en el 2000 en El Universal. Cada ocho días era imprescindible el diario […] En el 2009 estuve en una conferencia que dio en Poza Rica, en donde pude saludarlo. El suyo era un lenguaje que no daba respuestas, sino que preparaba nuevas preguntas. No respondía, ampliaba las preguntas. Enseñaba a pensar, porque al mundo no hay que responderlo, hay que narrarlo, hay que extenderse en él. Gracias a Monsiváis pude reírme de forma diferente de políticos y empresarios; gracias a Monsiváis entendí el humor culto; gracias a Monsiváis se entiende que el mundo no concluye, sino que siempre habrá que reinventarlo, siempre. ~