Al salir del portal
un solemne me obliga
a la primera sonrisa
educada,
pero de pronto,
me distraigo
y aflora mi cara de idiota:
es que la mosca
me llama con su vuelo
insistente,
que me absorbe
con más fuerza
que el vuelo silencioso
y ondulado de la mariposa.
La urbanidades me cansan,
me obligan a un esfuerzo
de hipocresía.
La mosca es espesa,
no vive del aire,
vuela de uno a otro
excremento,
pero el ruido de su vuelo
me devuelve
al sol de la broma y el juego.
Cuando debo sonreír,
sonrío,
pero no entiendo
por qué sonreír en ayunas
de placer y disfrute;
la mosca,
con su vuelo ladino y pegajoso,
interrumpe reverencias y zalamerías,
entonces y sólo entonces,
verdaderamente, sonrío
e, incluso, me vence
la risa franca. ~
Ucrania y Rusia: de la Revolución de octubre a la Revolución de Maidán
El mundo ha observado con horror la brutalidad de la guerra de Vladímir Putin, cuyo verdadero objetivo no es restaurar las fronteras de la Unión Soviética sino las de la Rusia zarista. La…
La otra guerra de Colombia
La administración del presidente Clinton ha propuesto aumentar de manera significativa la ayuda estadounidense a Colombia. De aprobarse, alteraría el curso de la política…
Adolescencia quemada
Hay un concierto por cada verano de mi adolescencia. Se han convertido en títulos que individualizan las secciones de una novela. Está el verano de los Guns N’ Roses, el de los Judas…
El sonido de los mangos al caer
a Juan Gabriel Vásquez Qué curioso, María,que ahora que todo está en silenciose escuche por fin la tierra.Sus varias voces,el rebufar de sus faldas mojadas,la risa suelta de sus árboles,el…
RELACIONADAS
NOTAS AL PIE
AUTORES