Se trata de un libro fundamental para militantes interesados en el origen de su partido, y contiene elementos valiosos para los investigadores del sistema mexicano de partidos. Menor interés despertará entre lectores promedio. En él se revisan las motivaciones sustantivas que tuvieron los fundadores del PAN, destacadamente las de Manuel Gómez Morin, a quien se considera el actor fundamental en esta organización política.
El voluminoso libro contiene elementos para que los lectores capten el nacimiento y desenvolvimiento primigenio del PAN: documentos relevantes previos a la Asamblea Constituyente (del 14 al 17 de septiembre de 1939), así como actas y versiones taquigráficas de las sesiones de la misma. Se suma, además, correspondencia de Gómez Morin con diversos personajes, en la que explica detalles de la construcción del partido blanquiazul y con la que se muestra la calidad del pensamiento de su “principal animador”.
La compilación documental está enmarcada por un magnífico estudio introductorio de Alonso Lujambio y Fernando Rodríguez Doval sobre el contexto histórico y político en que se dio el alumbramiento institucional del PAN, incluidos algunos antecedentes relevantes para explicarlo. Entre estos destaca un perfil de Gómez Morin, quien reconocía a José Vasconcelos como su maestro.
El joven Gómez Morin colaboró con distintos jefes de la revolución triunfante. Desde muy temprano se vinculó a varios de ellos, entre los cuales sobresale Salvador Alvarado, formidable general revolucionario con una enorme cultura política adquirida autodidácticamente. Este no es un aspecto destacado en el libro, aunque ciertamente se menciona que Gómez Morin fue secretario particular de Alvarado cuando este fue secretario de Hacienda en el gobierno interino de Adolfo de la Huerta. Se dice después, en el estudio introductorio, que en 1921, al inicio del gobierno del general Álvaro Obregón, Gómez Morin se convirtió, a los 24 años, en el oficial mayor de la Secretaría de Hacienda y, en seguida, en subsecretario de esa dependencia. Ahora, si bien esta experiencia es referida, no se profundiza en ella. Esta es una deficiencia del estudio introductorio, que se concentra en la influencia que tuvieron dos organizaciones juveniles católicas en la fundación, dirección y desarrollo del pan: la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC) y la Asociación Católica de Jóvenes de México (ACJM).
Sin duda, el estudio introductorio es lo que da su mayor valor al libro, pero la presentación del fundador del PAN hubiera ganado mucho si se hubieran referido, aunque sea brevemente, sus actividades durante catorce años (1920-1934) al servicio de los gobiernos de De la Huerta, Obregón y Calles, en altos puestos con responsabilidades muy serias. Esa parte del contexto nos ayudaría a entender que Gómez Morin destacó como el experto principal de la posrevolución en derecho económico y financiero, y que rompió con el gobierno de Cárdenas (1934-1940) en parte porque el cardenismo se distanció de la corriente revolucionaria (obregonismo-callismo) a la que el fundador del PAN estuvo vinculado. En efecto, Gómez Morin criticó las decisiones fundamentales del presidente Cárdenas, pero una vez que se dio un giro a la posición socializante de este, con la presidencia de Ávila Camacho (1940-1946), volvió a ser consultor del gobierno, aunque realizando sus recomendaciones y proyectos de ley de manera honoraria y discreta.
El análisis que se hace en la introducción de las dos organizaciones juveniles católicas, y de su influencia en el surgimiento y desarrollo inicial del PAN, es probablemente el mayor logro de este libro, basado en una investigación realizada a través de tesis de estudiantes que dirigió Lujambio en el ITAM y en las propias pesquisas del actual secretario de Educación, de quien esperamos que sea en medida importante seguidor del gran fundador de la SEP y no quede lastrado en su tarea por el peso político del corporativismo sindical y la desmesurada ambición de su dirigente perenne.
Dos cosas más sobre el estudio introductorio: 1) permite distinguir las características de las organizaciones católicas de jóvenes que contribuyeron en sus primeras etapas a la construcción del PAN: la UNEC, diseñada y dirigida espiritualmente por el jesuita Ramón Martínez Silva, y la ACJM, organismo juvenil de la Acción Católica Mexicana, dependiente de la jerarquía eclesiástica (el estudio apunta que en una primera etapa la influencia mayor fue la de los unecistas, en tanto que en una segunda etapa los más influyentes fueron los acejotaemeros); y 2) aunque la penetración de los grupos secretos integristas en estas organizaciones se menciona, no hay una explicación amplia sobre ellos, necesaria en virtud de su influencia mayúscula en la última etapa del PAN, cuando este partido empezó a ganar posiciones importantes de gobierno y parlamentarias.
El pan PAN como un partido de ciudadanos, opuesto a los intereses corporativos y socializantes impulsados por el gobierno de Cárdenas, con un propósito democratizador y para impulsar instituciones, bienes públicos y los intereses generales de la nación. Se inspira claramente en la doctrina socialcristiana, sobre todo introducida en el PAN por Efraín González Luna, un líder católico notable por su conocimiento de esa doctrina. Los unecistas aportaron al PAN una visión moderna de gran sensibilidad social impulsada por los jesuitas, mientras que los acejotaemeros lo hicieron de manera más tradicional y dependiente de la jerarquía eclesiástica. El PAN nació opuesto al Partido Nacional Revolucionario, abuelo del PRI que surge como un partido pragmático convocado, organizado y sostenido desde el poder, con la dirección del presidente y de los principales líderes posrevolucionarios. Estos líderes, en una primera etapa, fueron militares y desde el periodo alemanista (1946) se empezaron a civilizar. Con el crecimiento de la fuerza política del alemanismo, que se ubica claramente a la derecha, el PAN perdió posibilidades para desenvolverse.
El PAN, en su nacimiento, fue identificado como un partido católico, o de los católicos, aunque los autores de la introducción señalan que no es un partido hecho para católicos. Tendrían razón si se considerara que la única conducción doctrinaria fue la de Gómez Morin, fundamentalmente liberal. Pero si se analiza la perspectiva y la acción constructora del otro gran fundador del PAN, González Luna, se arribará a otra conclusión. Más aún, si se estudia la doctrina solidarista en el PAN que impulsó el hijo de este último, Efraín González Morfín, candidato presidencial del PAN y ex jesuita, también puede sostenerse que el pan fue un partido para católicos, sobre todo en las primeras décadas de su existencia. ~