Un samizdat de Enrique Lihn

Jorge Edwards y Enrique Lihn pertenecieron a la misma generación de escritores chilenos y entablaron una significativa amistad que, en pleno siglo XXI, trascendería al plano de la ficción. Edwards reseñó Derechos de autor, uno de los libros lúdicos de Lihn, en el número 65 de Vuelta, de mayo de 1982. Esta sección ofrece un rescate mensual del material de la revista dirigida por Octavio Paz.
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Jorge Edwards y Enrique Lihn pertenecieron a la misma generación de escritores chilenos y entablaron una significativa amistad que, en pleno siglo XXI, trascendería al plano de la ficción. Edwards reseñó Derechos de autor, uno de los libros lúdicos de Lihn, en el número 65 de Vuelta, de mayo de 1982. Esta sección ofrece un rescate mensual del material de la revista dirigida por Octavio Paz.

Enrique Lihn, que ha logrado vivir durante todos estos años en Chile, refugiado en lo que sobrevive del área humanista de la universidad, como un náufrago en un islote cada vez más reducido por el crecimiento de la marea extraña, y que ha escrito sin descanso y precisamente, contra viento y marea, ha elaborado una respuesta propia a nuestra situación literaria, una respuesta personal y, en cierta medida, en un sentido teórico y estético de la palabra radical.

Frente a la censura previa de los libros, convertida en la práctica en tramitación interminable con incidencias dignas de un señor Josef K. en Melipilla, y a la consiguiente autocensura de los escritores, Lihn ha optado por el no libro. El no libro es la versión criolla del “samizdat” que alcanza en estos años, como todos saben o deberían saber, niveles excepcionales de lectura en los países de la órbita soviética. ¿Habrá encontrado Enrique Lihn la solución ideal, el huevo de Colón, para la crisis del libro y la lectura?

El no libro de Enrique Lihn titulado Derechos de autor se presenta como un grueso cuaderno y ha sido fabricado en algo menos de doscientos ejemplares por medio de un sistema de fotocopia y de reproducción en offset. El sistema permite reproducir páginas escritas a máquina, fotografías, manuscritos, dibujos, recortes de toda especie, pero no permite la ampliación ni la reproducción de la imagen, de manera que Lihn tuvo que utilizar un nuevo elemento auxiliar de la literatura en cuyo uso puede considerarse innovador: la tijera. ¡Las simbólicas y prácticas tijeras!

En el acto de presentación del libro, Lihn –armado de tijeras y pegamento– recortaba dedicatorias escritas a máquina, las pegaba en su no libro, llamaba al agraciado y le hacía donación de un ejemplar, previa lectura del siempre incisivo, humorístico y breve envío. El donatario era saludado con aplausos y todo el ritual celebrado en plena vía pública, puesto que la asistencia no cabía en el interior de la librería, tenía un carácter entre disidente y candoroso, entre provocación y repartición de premios escolares.

Se abre el volumen y está enmarcado, literalmente envuelto, en un texto que es la explicación y el arte poética de toda la obra reciente de Lihn. Esa teorización es interesante, incluso apasionante, cuando se aplica al momento concreto de la literatura en Chile hoy y a la posición del autor en ese contexto. Aparece ahí un Lihn personaje, protagonista de su poesía, centro de sus dibujos y cuyo álter ego es el finisecular, epígono y epílogo del modernismo, Gerardo de Pompier. Es una teorización menos interesante, para mi gusto, más esquemática, quizás más ingenua, cuando Enrique Lihn, al igual que Pompier con respecto al modernismo, hace de continuador algo sumiso del “telquelismo” y en general del estructuralismo literario francés de los años sesenta.

El hecho es que Lihn, como todo escritor, respira por una herida que en algunos casos, en el terreno teórico o en el del juicio crítico, puede ser limitadora, pero que en otro aspecto es un estímulo permanente, una fuente continua de inspiración literaria. Herida personal e inspiración: Lihn es un romántico de vanguardia, un poeta aquejado del Mal del Siglo. Su Derechos de autor revela una paradoja notable: la primacía de la escritura se dobla de una no importancia esencial de la escritura. El texto, por ejemplo, puede ser interrumpido porque no cupo en una página, y la interrupción no resulta grave, puesto que la escritura de Lihn, variada, sorprendente, aguda, amena (Lihn corre el riesgo de convertirse en un best seller, a pesar de sus amargas quejas), es también prescindible por parcialidades: está más cerca de una respiración, de un ritmo, que de una estructura general. En este sentido, la escritura de Lihn también es expresión de una espontaneidad romántica. Pero Lihn es consciente de este germen de exceso verbal y lo corrige por medio de otro factor esencial y arquetípico: la ironía. La ironía es el gran correctivo de la autocompasión y el secreto, en definitiva, la razón del equilibrio, a pesar de las apariencias, de Derechos de autor. ~

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(Santiago de Chile, 1931 - Madrid, 2023) fue escritor y diplomático.


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