“¿Es democráticamente sano que el presidente nombrara fiscal general a una de sus ministras, hiciera magistrado del Constitucional a uno de sus ministros… y ahora haga presidenta del Consejo de Estado a su exvicepresidenta?” le preguntó el periodista de la SER Aimar Bretos ayer a Carmen Calvo tras ser nombrada presidenta del Consejo de Estado. Su respuesta es asombrosa: “Forma parte de los usos y costumbres de la política aquí y en cualquier democracia. El presidente Kennedy nombró a su hermano fiscal general”. Hace falta un cinismo especial. Carmen Calvo lo posee.
Las puertas giratorias están normalizadas. Sí, los medios siguen señalando el nepotismo, pero poco cambia. Sobre todo, el gobierno ha dejado de buscar excusas. No siente que tenga que explicarse o justificarse. Lo importante no es que el Consejo de Estado sea dirigido por una exvicepresidenta o exministra. Ha ocurrido muchas veces. Lo importante es que el gobierno ha normalizado lo que debería ser una excepción. Todos los gobiernos suelen confundir gobierno con Estado. El gobierno de Sánchez ha difuminado totalmente las fronteras entre ambos. Ayer, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo hizo una exhaustiva lista de los nombramientos afines que ha hecho este gobierno. Merece la pena reproducirla:
Consejo de Estado – Ex vicepresidenta socialista
Consejo de Estado – Ex ministra socialista
Tribunal Constitucional – Ex ministro socialista
Tribunal Constitucional – Ex directora general socialista
Fiscalía General del Estado – Ex ministra socialista
CIS – Ex secretario de Estudios y Programas socialista
CNI – Ex secretaria de Estado socialista
Tribunal de Cuentas – Ex directora general socialista
AENA – Ex diputado socialista
Red Eléctrica – Ex ministra socialista
CNMC – Marido de vicepresidenta socialista
CNMV – Marido de vicepresidenta socialista
INE – Ex secretario de Estado socialista
RENFE – Ex secretario general de Industria socialista
Indra – Ex jefe de Gabinete de ministro socialista
Hispasat – Ex ministro socialista
Agencia EFE – Ex secretario de Estado socialista
Correos – Ex secretario de Estado socialista
Paradores – Ex ministra socialista
Ayer también hubo otra noticia sobre puertas giratorias. El exministro de consumo Alberto Garzón anunció su fichaje por la consultora de asuntos públicos Acento, fundada por el exdirigente del PSOE José Blanco y dirigida por el exministro del PP Alfonso Alonso. Aquí la puerta giratoria tiene dos caras. Fue ministro hace tres meses y hoy es lobbyista, “algo que en meses estará prohibido porque así consta en la propia ley que el Gobierno ha redactado y prometido a Bruselas”, como dice la periodista Alba Asenjo. Pero también hay una puerta giratoria ideológica. Garzón, como coordinador de IU durante años, tuvo una postura muy claramente prosaharahui. Ahora ficha, en un puesto de “geopolítica”, por el lobby que ha contratado Marruecos para presionar en Bruselas. Al día siguiente del anuncio, Garzón anunció que rechazaba al cargo para, supuestamente, no perjudicar al partido en el que militó. Y luego dijo que “La izquierda en la que creo es menos prejuiciosa e inquisitorial, es más heterodoxa y humana”.
Demandar neutralidad institucional o criticar las puertas giratorias (no solo entre partidos e instituciones sino entre la política y el periodismo) se ha convertido en una batalla melancólica. A la izquierda progubernamental le parece que existen problemas más importantes: la preocupación por la independencia de las instituciones es una cuestión de privilegiados, como en general cualquier enfoque liberal de control y limitación del poder. Es, en el mejor de los casos, un capricho, y en el peor, una irresponsabilidad: la mejor garantía para que las cosas salgan bien, piensan, es que estén los nuestros en cualquier puesto de responsabilidad.
La neutralidad es una quimera; el cargo independiente es inmediatamente de derechas solo porque no es abiertamente de izquierdas (ocurre lo mismo en el periodismo: a los periodistas/activistas les gusta decir que la objetividad no existe y citan a Desmond Tutu: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.” Es una manera de justificar malas prácticas periodísticas). Hace años se hablaba de que la clave del progreso eran las instituciones inclusivas, no extractivas. Se abrió una estrecha ventana de oportunidad para el reformismo. Hoy está completamente cerrada. El único camino hacia el progreso es la ideología. La mía, exactamente.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).