Luces sobre Nick Drake

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El mayor equívoco de un biógrafo: creer que la aportación de un dato nuevo servirá por sí sola para aclarar un pasaje borroso en la vida de su personaje. El periodista inglés Trevor Dann sabe que así no funcionan las cosas. Por ello, Más oscuro que el más profundo mar. En busca de Nick Drake, libro traducido para el debut de Metropolitan Ediciones, en el cual Dann rastrea la historia del cantautor con apellido de pirata, es un trabajo que no sólo los fans, sino también los aspirantes a biógrafos deben leer. Porque Dann investiga, muestra unos hallazgos sorprendentes, y a partir de estos pregunta cuál es la tragedia del mito y ensaya una serie de respuestas convincentes.

La leyenda de Nick Drake es una de las más sombrías y atractivas entre la banda de músicos que murieron jóvenes. Su poesía es superior a los arrebatos etílicos de Jim Morrison, su guitarra perturba sin los amplificadores de Jimi Hendrix y sus canciones no se estancan en el tiempo como el himno generacional que parió Kurt Cobain en los noventa. No existen vídeos de sus conciertos, que fueron pocos y muy caóticos, sobre todo al final de su breve carrera. Y en tiempos donde la imagen y los aspavientos predominan para llamar la atención de las nuevas generaciones, es admirable que sus tres discos sigan multiplicando su fama. Este inglés larguirucho que habría cumplido sesenta años el diecinueve de junio, nació en Rangún (Birmania), y era un joven misterioso que sembró todos los enigmas posibles sobre sí mismo con su música hipnótica y una personalidad cercana al autismo en sus peores momentos.

Dann investiga en los orígenes de Drake para descubrir a un niño criado en una familia que gozaba de una posición social y económica envidiable. “Era el tipo de niño guapo y encantador que cualquier padre querría como hijo”, señala uno de sus compañeros de infancia. Dann reconstruye la época y los escenarios en los que transcurre esa vida familiar que el músico rechaza porque no es un ejemplo que desea repetir. Encuentra la felicidad a los dieciocho años en Aix-en-Provence, un pueblo francés donde Drake lee a Baudelaire, Dostoievsky y Rimbaud, toca la guitarra en las calles y comienza a experimentar con las drogas. Analiza su técnica para tocar y el significado de ciertas letras que siempre tienen un eco fatalista. Y recoge sus caídas abismales después de cada fracaso comercial de sus discos. La ambición del joven era convertirse en un músico que pudiera dedicarse sólo a componer y grabar. Parece la historia de un artista cualquiera en busca de su libertad creativa, alguien que además tuvo las agallas para empuñar su guitarra frente a los Rolling Stones durante un personal On the road a Marrakech. ¿Qué la hace especial? No es la esquizofrenia, no es el abuso de drogas, ni su muerte temprana. Drake era un genio que no tardó en darse cuenta de la situación: su música pertenecía a otra época y profetizó el futuro que le esperaba, adivinando que el reconocimiento que perseguía en vida le llegaría tras la muerte. Tampoco contó con alguien que supiera guiar sus pasos, como lo reconoce el productor Joe Boyd, quien tenía el control total de su carrera gracias al primer contrato que firmaron y luego lo abandonó. Cada detalle de su vida ayuda a comprender de dónde nace esa sensibilidad que escarapela la piel, contagia la melancolía y, por más contradictorio que suene, alegra el día a veces. Músicos como John Cale lo admiraban, pero el prestigio encarcelado en una élite diminuta no era suficiente. Nick Drake se rindió en la búsqueda del éxito ofreciendo un testimonio honesto de esa rendición. (Las notas finales sobre su discografía son otro regalo que suma más respuestas).

Esta publicación es una decisión acertada por parte de Metropolitan Ediciones para iniciar su catálogo, cuyo segundo título publicado al mismo tiempo es Touching from the distance, la biografía de Ian Curtis, el fallecido vocalista de Joy Division. Metropolitan Ediciones es una división creada por el sello español de música alternativa Mushroom Pillow, que lleva siete años alimentando a un mercado con altibajos, como todo lugar donde se pretenda cultivar el buen gusto. Mushroom Pillow ha editado al cantautor de San Francisco Bart Davenport, a Linda Draper y a los Go-Betweens, a La Costa Brava, a Remate y al venerado Sr. Chinarro entre otros grupos recomendables. Su catálogo quizás sea el más interesante por la calidad de grupos que ofrece. Se han animado incluso a editar lp’s. Cabe esperar que en un futuro cercano su división literaria se anime a publicar más que traducciones, y que ojalá no cedan a la tentación de aquellos libros sobre músicos que son apenas recopilaciones de datos. ~

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