Desciendo en el bochorno de la tarde
por la cornisa estrecha de la sombra
de las casas de Porta Pinciana.
Brinco del sol a tu guarida.
Apoyabas tus brazos sarmentosos
en la plancha de mármol,
sentado frente a un vaso,
el último bebido.
Inmóvil, mudo
mirabas en los yesos de la calle
las sombras rápidas, los rayos
de la gracia fugaz,
la danza líquida.
Envuelto por las penas espiabas
sin esperanza el día, escuchabas
la risa, los negocios obscenos de los vivos.
Aquí, al fondo de esta gruta,
hablaste en serio a los amigos
como se habla a los muertos.
Traducción de Francisco León