Este silencio no es una calma que haya sentido antes,
no es una ausencia que apesadumbrados llenamos
con temor al vacío, es un despertar por dentro.
Mia Couto, Jesusalén
En uno de los episodios más vergonzantes de la historia –la Conferencia de Berlín, acontecida entre 1884 y 1885–, varios países europeos se repartieron el dominio sobre el territorio africano y sus recursos. Como resultado, Portugal se adjudicó lo que hoy corresponde a Mozambique, Angola, Guinea-Bisáu y las islas de Santo Tomé y Príncipe y Cabo Verde. No fue sino hasta 1975 que Mozambique obtuvo su independencia de Portugal, luego de una guerra que arrasó con el país y sembró entre las cenizas hondos cuestionamientos sobre la configuración de un nuevo Estado, la descolonización y el olvido de las heridas de la violencia, así como sobre la lengua e identidad nacionales. De este complejo entramado sociohistórico surge una de las voces más reconocidas de la literatura en lengua portuguesa, Mia Couto, quien acaba de recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances.
El universo de la literatura de Mia Couto es de tono melancólico y dulce, abundan en él los silencios y el lenguaje tiene un lugar protagónico, juega, cambia, muestra a la vez que oculta, apela constantemente a la poesía, aunque cabalgando a paso firme sobre estructuras narrativas que nos permiten engancharnos en la historia y seguir muy de cerca a los personajes, que suelen ser niños, mujeres, hombres viejos o que han perdido la esperanza, seres frágiles que se encuentran más allá de los límites de la realidad, que viven las consecuencias de alguna catástrofe y persiguen el olvido a la vez que son acechados por sus recuerdos. Asimismo, en los libros de Mia Couto la naturaleza y las agencias no humanas ocupan un lugar simbólico determinante, al igual que los espacios rurales, los pueblos bantúes y su cosmovisión, cultura y uso de la oralidad.
La habilidad para dar representación alegórica a la compleja problemática social y política de Mozambique, la sensibilidad puesta en sus historias, así como el uso poético del lenguaje le han valido a Mia Couto un amplio reconocimiento. Su trabajo suma, hasta ahora, nada menos que quince novelas, siete libros de cuentos, un libro de poemas y tres de crónica, en traducciones a más de treinta idiomas. En 2013 obtuvo el Premio Camões, en 2014 el premio Neustadt de Literatura. Este es un breve acercamiento a su trayectoria y a su propuesta literaria.
António Emilio Leite Couto nació en la ciudad de Beira, al centro-este de Mozambique, en 1955. El amor que desde niño le ha tenido a los gatos le valió el apodo de Mia, que más tarde adoptó como seudónimo. Sus padres eran portugueses y emigraron a Mozambique huyendo de la dictadura de António de Oliveira Salazar; su padre era poeta y periodista de ideología liberal, por lo que es comprensible que Mia Couto se identificara desde muy pequeño con los negros marginados, más que con la nutrida comunidad de blancos que poblaba la ciudad de Beira, a pesar de haber recibido la educación que correspondía a los colonos.
En esa misma década, pero en sentido geográfico opuesto, se desarrollaba en Portugal un intenso movimiento de escritores provenientes del continente africano, que habían ido a estudiar a las universidades de Lisboa, Oporto o Coímbra, y se congregaban en la Casa dos Estudantes do Império, de donde surgieron buena cantidad de las obras que consolidarían los inicios de la literatura mozambiqueña moderna. Fue precursora de este movimiento la poeta Noémia de Sousa, quien en 1951 publicó el poemario Sangue negro, y a ella le siguieron poetas como José Craveirinha, Rui Knopfli y Eugénio Lisboa, vinculados a la lucha anticolonial y a la reivindicación de la africanidad. En buena medida, esta fue la fuerza intelectual que impulsó la independencia de Moçambique, a la par de la de los demás Países Africanos de Lengua Oficial Portuguesa (PALOP).
Mia Couto estudiaba la carrera de medicina en la ciudad de Maputo, que en ese entonces todavía se llamaba Lourenço Marques, cuando decidió enrolarse en las filas del Frelimo (Frente de Liberación de Mozambique). Por ser blanco no se le permitió empuñar las armas, pero desde la trinchera del lenguaje su aportación a la lucha fue quizá más valiosa. Prestó su servicio a la causa del Frelimo como periodista durante diez años. Tiempo después de que el Frelimo tomara el poder surgieron contradicciones políticas que llevaron a Mia Couto a abandonar el partido. La guerra civil que sobrevino dos años después de la independencia, con el levantamiento del grupo armado Renamo (Resistencia Nacional Mozambiqueña), desestabilizó la frágil estructura política recién instaurada por el Frelimo en sangrientos conflictos que a lo largo de quince años desolaron al pueblo mozambiqueño, sobre todo a las comunidades rurales.
Para Couto, el trabajo periodístico abrió la veta de la escritura que desde temprana edad le había trazado el modelo paterno. Su primera aparición en la escena literaria de Mozambique fue con la publicación del libro Raiz de orvalho,1 compendio de poemas líricos, de tono intimista, muy alejado de la escritura panfletaria que predominaba en la escena literaria de la época. Sin embargo, su obra no se limitaría a una postura “esteticista” que negara la compleja problemática social que atravesaba Mozambique. Por el contrario, acometió estos temas y cuestionamientos desde la recreación del lenguaje, la incorporación de elementos culturales y míticos locales, el uso de poderosas metáforas y la construcción de universos alegóricos.
De acuerdo con lo que el propio Couto ha afirmado en numerosas entrevistas, su estilo de escritura se origina en la lectura temprana de obras del boom latinoamericano, de donde abrevó para construir atmósferas y situaciones cercanas al realismo mágico, así como en escritores como el angoleño José Luandino Vieira y el brasileño João Guimarães Rosa. Su propuesta se hace visible desde el primer volumen de cuentos, titulado Vozes anoitecidas,2 compuesto por relatos vinculados a la guerra, en donde el foco no está puesto en la violencia, sino en el daño, en las secuelas, en la herida menos visible y más profunda.
La búsqueda poética de una recreación y apropiación del portugués, como lengua colonial, y su transformación en un material maleable, adecuado a necesidades estéticas y comunicativas específicas de su escritura, se manifiesta de forma muy clara desde su primera novela, Terra sonâmbula,3 donde experimenta con juegos de palabras, neologismos y frases perentorias y poéticas en voz de los personajes, y que es considerado uno de los doce libros africanos más importantes de siglo XX.
A partir de ahí, la exploración literaria y temática de sus novelas ha sido muy amplia, aunque bajo un interés común: El balcón del frangipani,4 Venenos de Dios, remedios del Diablo,5 Jesusalén6 o La confesión de la leona,7 lo mismo que la Trilogía de Mozambique8 o El mapeador de ausencias,9 dan testimonio de una profunda sensibilidad para contrarrestar el olvido y el silenciamiento de las heridas del pasado por medio de personajes que tejen una memoria personal o colectiva, hurgan entre papeles, cuadernos y cartas en busca de la verdad, o afinan silencios para reconstruir su mundo y regalarlo a los lectores en forma de poesía. ~
- Caminho, 1983.
↩︎ - Caminho, 1986. Txalaparta, 2001. ↩︎
- Caminho, 1992. Alfaguara, 2016. ↩︎
- Caminho, 1996. Elefanta, 2014. ↩︎
- Caminho, 2008. Almadía, 2010. ↩︎
- Caminho, 2009. Alfaguara, 2012. ↩︎
- Caminho, 2012. Alfaguara, 2016. ↩︎
- Caminho: Mulheres de cinza (2015), Sombras da água (2016), O Bebedor de horizontes (2017). Trilogía de Mozambique, Alfaguara, 2018. ↩︎
- Caminho, 2020. Alfaguara, 2020. ↩︎
(Guadalajara, 1980) es escritora y editora. Su más reciente libro es Notas desde el interior de la ballena (Lumen, 2024).