La lógica de las primarias republicanas se vio profundamente afectada por la aparición de Donald Trump. Nadie apostaba por una victoria del magnate, pero ningún candidato parece capaz de pararle ahora. El establishment republicano está a la deriva, sin una estrategia clara. Su candidato era Jeb Bush, pero dejó la carrera. Marco Rubio, promesa joven del Partido Republicano, ultraconservador con imagen de moderado, es junto con Kasich el candidato que más posibilidades tendría de vencer a Clinton, y el que más apoyos tiene en el Partido Republicano. Pero en el año de Trump, ser del establishment no te garantiza una victoria. En Marco Rubio y la hora de los hispanos (Debate, 2016), los periodistas de El Español Eduardo Suárez y María Ramírez repasan la historia del candidato cubanoamericano desde la llegada de sus padres a Cuba, pasando por su sorprendente elección al Senado sin haber cumplido los treinta años, hasta su decisión, quizá precipitada, de presentarse como candidato a las primarias republicanas a la presidencia. En esta entrevista Eduardo Suárez reflexiona sobre el futuro de Marco Rubio y del Partido Republicano.
En el libro se realiza un repaso a la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Los cubanos siempre han sido más conservadores que la mayoría de hispanos, que suelen ser de origen mexicano y votantes demócratas. ¿Cómo afecta a la popularidad de Rubio entre los latinos el ser cubano, una minoría que solo representa un 4% de la población hispana estadounidense?
El hecho de ser cubano-americano es muy bueno para las primarias de Florida [15 de marzo] donde los cubanos tienen mucha fuerza. Pero a nivel nacional tiene que lidiar con el problema de que la mayoría de los hispanos son mexicanos, que viven en Texas y en California, dos lugares que en las elecciones generales importan poco. Los cubanos no tienen la misma experiencia migratoria que los mexicanos o los hondureños. Gracias a la Ley de Ajuste Cubano, nada más llegar a EEUU son ciudadanos estadounidenses. En unas generales Rubio podría tener la ventaja de dar mítines en español. Tener a alguien que hable tu idioma, aunque sea con un acento distinto al tuyo, importa mucho a los latinos. Otra gran ventaja es que en sus años en el Senado ha intentado resolver el problema migratorio. Es cierto que se echó atrás en 2013, pero sigue siendo el único candidato republicano que ha intentado resolver ese problema.
Muchos de sus críticos dicen que detrás del discurso emocional sobre su familia inmigrante hay un republicano ultraconservador. ¿Utiliza su historia personal para moderar sus ideas más radicales?
Ha explotado mucho su historia personal, a veces incluso con datos erróneos. Dijo durante muchos años que su familia había llegado exiliada del régimen cubano, y en realidad habían llegado antes. Él dice que no lo había investigado bien. Es un candidato mucho más conservador de lo que da a entender en sus discursos, con un tono optimista, donde habla del nuevo siglo americano, de la modernidad. Está en contra del aborto en todos los casos, incluso en caso de incesto o de violación. No está a favor de actuar contra el cambio climático, y de hecho duda que esté causado por el ser humano. Es también muy defensor de la segunda enmienda, el derecho a portar armas. Rubio está ideológicamente colocado donde está actualmente el Partido Republicano. El establishment republicano siempre ha sido muy moderado y en los últimos diez o quince años se ha ido escorando hacia la derecha. La media de las votaciones de los congresistas republicanos está justo donde está Marco Rubio. Por eso se hablaba de que podía tener posibilidades.
Se le acusa también de dar muchos bandazos y cambiar de opinión sobre el tema de la inmigración.
Se podría decir que ha dado estos bandazos por culpa del sistema de primarias. Llegó hasta donde pudo llegar con la propuesta de reforma migratoria en el Senado, pero cuando vio que no se iba a aprobar en la Cámara de Representantes, porque muchos congresistas conservadores se oponían incluso a someter la reforma a votación, dio un paso atrás. Si tuviera una segunda oportunidad en el Senado, o llegara a gobernador de Florida, sí que empujaría por una reforma.
En el libro se habla de que una de las características de Rubio es su capacidad de adaptarse a diferentes audiencias. Sus críticos lo ven de otra forma: es un flip-flopper, o un veleta.
También se dijo mucho eso de Romney en 2012. Rubio es un candidato bastante oportunista, también muy hábil. En 2010 lo tenía todo perdido, todo el mundo le recomendó que no se presentara al Senado, y aun así se presentó y ganó. Supo subirse a la ola del Tea Party, a pesar de que no estaba muy preocupado por el déficit o por posturas tan conservadoras. Fue una de las victorias más sorprendentes e inesperadas de la historia del Senado.
¿Se podría decir que es un producto del Tea Party?
Supo subirse a la ola del Tea Party para llegar al Senado, pero no es un producto del Tea Party. No se ha adherido a todo lo que defienden, como sí ha hecho Ted Cruz u otros congresistas. Cuando llegó al Senado tuvo un perfil muy distinto. Se especializó en política exterior e inmigración, y por supuesto en la lucha contra Obamacare. Hizo lo que le funcionó en Florida: ampliar su círculo de afines.
Se suele decir que el Partido Republicano ha normalizado o absorbido los postulados del Tea Party.
Yo diría que es el Tea Party el que ha conquistado el Partido Republicano. Paul Ryan era un ídolo del Tea Party por sus propuestas fiscales y ahora mismo es el speaker de la Cámara de Representantes. El propio Tea Party incluso lo considera ahora sospechoso y moderado. Esto demuestra cómo se ha escorado el partido hacia la derecha. El establishment republicano actual es muy diferente al de los años 70. Es mucho más conservador. Rubio es la representación del establishment republicano ahora. A un republicano de los años 80 quizá le parecería un peligroso conservador.
¿Es realmente el candidato del establishment republicano? El partido parece a la deriva y resignado, sin ninguna estrategia clara para detener a Trump.
El candidato del establishment era Jeb Bush, pero acabó siendo un bluf. Gastó 150 millones de dólares en seis meses. Durante mucho tiempo el establishment estuvo bloqueado por la parálisis de Bush. Cuando Bush se fue hubo movimientos hacia Rubio. Es el candidato que más apoyos tiene entre los gobernadores, senadores y congresistas republicanos. Pero en el año de Donald Trump no sabes si eso es un punto a favor o un punto en contra.
¿Ha caído Rubio en la trampa de Trump? Parece que le está siguiendo el juego a su retórica incendiaria. También parece que se niega a criticar explícitamente sus ideas.
Ha adoptado un tono muy bronco. Ha entrado en su juego probablemente porque le habrán asesorado que es el punto flojo de Trump: ridiculizarle, ir al cuerpo a cuerpo. Durante mucho tiempo nadie se atrevió a ir a por Trump, quizá también porque el único que se atrevió fue Bush y fracasó. También porque Rubio o Cruz aspiran a quedarse con algunos votantes de Trump. Es un candidato muy polarizador, es muy correoso. A veces importa poco lo que diga o digas de él, nadie ha conseguido hacerle verdadero daño. Pero en el Super Tuesday Trump no llegó al 50% de los votos en ningún estado. Esto significa que todavía hay una buena parte de los votantes republicanos que no confían en él. El problema es que la oposición a Trump está dividida, no hay una sola cabeza en el movimiento anti -Trump.
Si gana Trump las primarias, ¿es posible que los republicanos se replanteen su estrategia y piensen en Rubio como futuro del partido?
Rubio es el mejor preparado para atraer a mujeres y latinos. En Virginia, donde Trump y Rubio quedaron más cerca, la brecha de género está muy marcada entre Trump y Rubio: mujeres a Rubio, hombres a Trump. También es el único candidato republicano que los latinos ven favorablemente. Muchos líderes republicanos piensan que es la única opción para ganar a Hillary. Las encuestas dicen que Clinton sale mucho peor parada si se enfrenta a Rubio que si se enfrenta Trump.
Siempre ha sido considerado un gran orador. Pero ha tenido momentos en la campaña en los que ha parecido torpe e inseguro, lo que ha confirmado sus críticas de “robot”.
En New Hampshire tuvo un rifirrafe con Chris Christie, que le afeó que repitiera constantemente la misma frase. En las campañas los candidatos son esclavos de las percepciones de la gente. Cuando hay algo que refuerza la percepción que se tiene sobre el candidato el tema suele explotar. Puede ser un poco injusto. Todos los candidatos se repiten, tienen sus stump speeches, o discursos que repiten. En campaña, en tres días están en 15 sitios distintos, y repiten los mismos chistes y discursos. Pero no es tan habitual que esto pase en un debate. Rubio cometió un error en el debate de New Hampshire, y probablemente le costó 10 o 15 puntos. Ahí podría haber despegado, fue un error grave.
También se dice que es inexperto. Fue elegido senador muy joven, y en una etapa de poca actividad legislativa (con el surgimiento del Tea Party y el shutdown del Gobierno). ¿Cómo le ha afectado esto?
Le perjudica su cara de niño, aunque tiene la misma edad que Ted Cruz. Siempre ha tenido una imagen de hombre con prisas. Entró en política con 26 años, llegó a la Cámara de Representantes de Florida sin haber cumplido 30. Nunca ha hecho caso a quienes le han dicho que esperara. Todo el mundo en Miami nos decía que no se iba a presentar las presidenciales, que era el momento de Bush, su mentor. Otros nos decían que no se presentaba para ganar sino para hacerse un nombre y luego presentarse a gobernador.Este era supuestamente el año en el que iba a ser elegido un gobernador para las primarias (un Bush, un Scott Walker de Wisconsin), porque podía ofrecer un contraste con Obama, con experiencia en gestión, alguien con más gravitas para oponerse a Hillary Clinton. En cambio tenemos a alguien como Trump, que no ha sido elegido nunca, y a dos senadores inexpertos.
Quizá lo más interesante de esta campaña es que Cruz y Rubio son latinos y Bush (que dejó la carrera presidencial en febrero) habla español con fluidez, está casado con una mexicana y tiene hijos bilingües.
Lo sorprendente es que haya ocurrido en el Partido Republicano. En el Partido Demócrata no ha pasado a pesar de que sí han tenido hispanos que han llegado lejos, como Julián Castro, que fue alcalde de San Antonio. Ser latino es un punto a favor de Cruz o de Rubio, aunque ahora no lo digan. El problema de Cruz es que no sabe español. Además tiene padre cubano pero madre estadounidense, y está muy americanizado. Rubio sí que es un hijo de la inmigración, y ha tenido experiencias muy similares a otros inmigrantes.
[Imagen: Editorial Debate]
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).