los Libros del Umbral

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Para cierto tipo de editores, hacer libros es como escribirlos. Me refiero no al proceso creativo, obviamente, sino a la pasión con la que se selecciona un determinado título, se lee un nuevo manuscrito o se traduce algo desconocido a la lengua del editor. Durante el tiempo que se dedica a editar, primero, y a diseñar e imprimir, segundo, el entusiasmo del editor es enorme y el goce, casi ansioso. También, desde luego, la responsabilidad. Esta especie rara de editores es, para mí, la más apreciable y por desgracia, en nuestro país, la más difícil de encontrar. Es por eso que celebro, con muchísimo entusiasmo, la aparición de una nueva editorial que reúne no sólo tan particulares características, sino una serie de títulos de extraordinaria y curiosa calidad, seleccionados por el escritor Pablo Soler Frost. Me refiero a Libros del Umbral.
     En México, la distribución de libros es una desgracia y la escasez de librerías otra peor, así que encontrar los libros de Umbral es una tarea difícil y meticulosa, pero con resultados altamente satisfactorios. Tengo aquí unos cuantos:
     Acerca de la pérdida del Titanic, de Joseph Conrad, prologado y traducido por Pablo Soler, reúne los artículos que publicó Conrad después del hundimiento del Titanic. Creo que no hay que decir mucho más para imaginar la grave delicia que resulta leer el pequeño libro. Es increíble que después del éxito de la última y horrenda película sobre la tragedia del Titanic, esta pequeña y acertadísima publicación no se haya vendido y comentado como lo merece.
     Historia del gusto moderno en la jardinería, de Horace Walpole, es la preciosa descripción, curiosa y profunda, poética y muy atinada, de una serie de jardines del mil setecientos. Y por supuesto mucho más.
     Los perros de Cook Inlet, de Alberto López Fernández. Aquí me detengo un momento. La publicación de esta breve y primera novela de López Fernández merece algo más que un comentario de paso y espero que la crítica sepa atenderla. Gran novela o relato, en mi opinión, de un tono y una fluidez extraordinarios, acerca de la temporada que su autor pasó en Alaska. Conradiana en esencia, de aventuras pero reales, no imaginadas —y eso se nota. Una novela que muchos de los autores que hoy se dedican a ese género hubiesen querido escribir. O mejor, una aventura que muchos hubiesen querido vivir, para después contarla.
     Y finalmente dos libros del propio Soler Frost, Birmania y La alianza. El primero, relatos y el segundo ¿teatro?, ¿relato?, ¿delirio? Siempre es recomendable leer a Pablo Soler, el mejor escritor de su —¿mi?— ya no tan joven generación.
     Estos son los libros de Umbral que he podido encontrar, y sin duda los demás títulos deben tener el mismo rigor de selección y la misma calidad editorial. Una lección verdadera para todos los que nos dedicamos al quehacer editorial: sin ninguna pretensión en su presentación, todo acierto en su selección. –

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