Medio centenar de organizaciones políticas con ansias de novillero aspiraron a la plaza grande de los partidos políticos. Sólo tres de ellas lograron palomear la lista de requisitos previos: el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), el Partido Encuentro Social (PES) y el –es en serio– Partido Humanista (PH). Una vez cubiertos los trámites finales, se calcula que para el mes de abril comiencen a recibir dinero público para retacarse en sus trajes de luces y puedan adquirir banderillas, caballos, botas de vino, habanos, curitas y todo lo necesario para partir plaza y tomar la alternativa batiéndose a muerte con el horroroso minotauro nacional.
No es poco el dinero en juego. Según el Centro de Documentación y Análisis (CEDIA) de la Cámara de Diputados, sólo entre 2000 y 2011 las cuadrillas políticas nacionales recibieron unos 37 mil millones de pesos del erario, lo que hace de la Patria Impecable la ganadora del concurso de costos electorales de los 36 países que evaluó la ONU. Ese CEDIA dice que sólo en esos años el PRI recibió 9 mil 900 millones, el PAN 9 mil 675, el PRD 5 mil 500, el Verde Ecologista 3 mil 70, el PT, 2 mil 525, Convergencia 2 mil 187 y Nueva Alianza mil 173. Varios otros partidos que luego desaparecieron entre los cabrestos se llevaron otros cientos de millones.
Y no sé cuántos son, pero supongo que los compatriotas que en esos partidos, prepartidos y expartidos, viven de luchar por sus compatriotas –con dinero de los compatriotas– se contarán en las decenas de miles…
Bueno, la cosa es que ya no habrá siete partidos sino diez. La idea de que haya diez maneras mexicanas de enfrentar la realidad ya es de suyo aterradora. No lo es menos que los mexicanos deberemos ahora sopesar diez principios, programas y proyectos –con sus respectivos prohombres— antes de pedir orejas y rabo para uno y bueyes mansos para otros.
Lamento no poder comentar mayor cosa sobre los nuevos alternantes. De MORENA ya se sabe todo: es un partido que cree en el poder del amor. Sobre los otros dos hay sombras nada más: que si el líder de PES, un señor Hugo Eric, es pastor evangélico, que si tiene en su palmarés haber sido inhabilitado para cargos públicos, etcétera. Y del otro menos aún: si pone usted en el buscador de su computadora “Partido Humanista México” aparece una pantalla que dice “el propietario de este dominio lo ha puesto a la venta”.
Pusí.
Lo que me apena que tantas organizaciones sean retachadas a las escuelas de torería. Nunca se sabrá qué podrían haber hecho por la Patria Diamantina las organizaciones que no lograron graduarse al presupuesto ni, en segundo término, a sus ideales.
¿Qué habría aportado el nonato “Plan de Concertación Mexicana”, tan predicador con el ejemplo que unía en su dirigencia a un expanista ultraderechoso y a unos exguerrilleros comunistas? ¿Qué habría hecho el proyecto “Oportunidad Congruencia para Todos”? ¿Y qué el “Comité Nacional Evangélico de Defensa” que soñó un partido de nombre sincero: “Partido Revolucionario Mexicano”? ¿Y el “Partido Republicano Colosista” que supongo es medio zombie? ¿Más zombie que el nunca suficientemente resucitado “Partido Auténtico de la Revolución Mexicana” (PARM) en el que alguna vez militaron los nunca suficientemente toreados Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo?
La pérdida mayor, para mi gusto, es quedarse en toriles sin saber cómo habría empleado el capote Raúl Mastache Gómez. Este “médico, inventor y taxista” (dice una página web), que trató dos veces de ser nominado por el PRI a la presidencia, confeccionó un nombre magnífico para sus ilusiones: “Partido Unificador de Estados Democráticos Evolucionarios y Nacionalistas” (PUEDEN).
Me simpatiza el oxímoron entre “evolucionario” y “nacionalista”, pero sobre todo me halaga recordar que en una tonta novela satírica de hace tiempo, que se llamaba El dedo de oro, el olvidado autor ya había imaginado un “Partido Evolucionario Definitivo”…
Suerte, mataores.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.