Pensamos que los políticos no cumplen nunca sus promesas electorales. Porque prometen lo imposible de manera intencionada solo para obtener votos, o porque cuando se enfrentan a la realidad se dan cuenta de que no es posible realizar lo que prometieron. Pero es mentira. Según FiveThirtyEight, “los presidentes [estadounidenses, aunque los estudios europeos dicen más o menos lo mismo] hacen al menos el esfuerzo ‘de buena fe’ de cumplir una media de más o menos dos tercios de sus promesas de campaña.” A Obama se le acusa de no haber cumplido muchas de sus promesas, a pesar de que la web Politifact, que rinde cuentas a los políticos, calcula que ha cumplido o al menos alcanzado un tipo de compromiso en un 70% de ellas.
Durante toda la campaña de las presidenciales, muchos analistas pensaban que Trump prometía lo que prometía porque era obvio que no iba a cumplirlo. Hasta sus propios votantes estaban convencidos de que no iba a construir un muro, y menos que iba a conseguir que México lo pagara. Algunos ni siquiera lo deseaban. La verborrea de Trump formaba parte del manual retórico del populista incorrecto, todo superficie. No estaba claro que iba a moderarse al llegar a la Casa Blanca, pero al menos no intentaría ser todo lo horrible que prometió ser.
De momento, Trump está cumpliendo con sus promesas de campaña. El veto a los musulmanes (algunos simpatizantes de Trump dicen que, como no lo menciona explícitamente, no es un veto islamófobo, pero es mentira: nunca un racista dirá que es racista), la orden de construcción del muro, salirse de las negociaciones del acuerdo comercial transpacífico (TPP), la ocurrencia de que por cada regulación que se cree se eliminen dos. Eran sus promesas más mediáticas, y aunque existen matices sobre su implementación y lo que realmente le importa a Trump es el show de anunciarlas, está cumpliendo con ellas. Muchos dicen que hay que empezar a tomarle en serio, literalmente.
Pero es muy posible que no pueda cumplir con todo lo que prometió. No porque se modere. No parece alguien a quien la realidad le frene sus aspiraciones. Como buen populista, crea su propia realidad; a veces inventa problemas para poder ofrecer falsas soluciones. Es posible que no cumpla con todo porque ha cambiado muchas veces de opinión, y los que conocen su forma de negociar en el sector privado saben que es impulsivo y no siempre cumple sus compromisos. Lo que seguramente cumplirá es la promesa de que va a actuar como sugirió en su campaña, como un completo inútil, manipulador y arbitrario. Y eso es mucho peor que saber que cumplirá sus promesas electorales. Porque lo que realmente hará será posiblemente peor de lo que prometió.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).