El único momento de alegría para la afición mexicana durante el sorteo de grupos del Mundial 2018 fue cuando Cannavaro sacó la bola de la debutante Panamá y la asignó al grupo F, el del Tri. La lástima es que la alegría duró apenas dos segundos, los que tardó Gary Lineker en advertir que Panamá y México formaban parte de la misma Confederación y por lo tanto no podían enfrentarse en primera ronda. El lugar de Panamá lo ocupó Corea del Sur, un clásico de estas competiciones y semifinalista en 2002 como anfitrión.
Se configuraba así el único “grupo de la muerte” de una edición bastante equilibrada. Junto a México y Corea del Sur coincidirán en el Grupo F, Alemania y Suecia, es decir, el campeón vigente y el equipo que eliminó a Italia en la fase de clasificación europea. Si la tarea de meterse entre los dos primeros ya pinta mal para los de Juan Carlos Osorio, los cruces de octavos tampoco apuntan a nada bueno: en esa fase acecha la omnipotente figura de Brasil como probable primero del grupo E, con Serbia, Suiza y Costa Rica como nada desdeñables alternativas.
Con todo, pensar que México ya está eliminada es absurdo. Aunque el 4-1 de la Copa Confederaciones está demasiado reciente, lo cierto es que los alemanes están mostrando demasiada irregularidad y aún tienen que resolver el problema de la delantera ahora que Müller atraviesa un espantoso momento de forma y Klose se ha retirado por fin después de coronarse en Brasil como máximo goleador de la historia del torneo. Aun con Draxler, Özil, Kroos y compañía formando un medio del campo excelente, Alemania es una incógnita en plena transformación: en ocasiones parece que la selección “B”, la de los jovencitos, tiene más ganas y más fútbol que la “A”, la de los veteranos. ¿Qué versión veremos en Rusia? Difícil saberlo.
En principio, el gran rival de México para la clasificación debería de ser Suecia… y Suecia, sinceramente, no es gran cosa. Sin Ibrahimovic –en principio, porque con Zlatan nunca se sabe-, Suecia se “encontró” con un milagroso empate a cero en Italia que les valió para meterse en el Mundial tirando a puerta tres veces en 180 minutos. Todas las críticas que cayeron sobre Italia aquel día ocultaron el hecho de que Suecia no había jugado a absolutamente nada. Si la presencia de Islandia en Rusia es una sorpresa, la de Suecia no lo es menos. En definitiva, ¿puede meterse México entre las dieciséis mejores? Sin duda. Depende de sí misma. No es fácil saber hasta qué punto eso es bueno o malo.
De lo que sí puede quejarse el Tri es de ser uno de los pocos equipos del segundo bombo en tener un grupo complicado. Tal vez las otras excepciones sean las del propio grupo E, donde Suiza, Costa Rica y Serbia disputarán la segunda plaza –o la primera, cuidado- a cara de perro o el D, donde ni siquiera Argentina puede dar por hecha su clasificación teniendo a la corajuda Islandia, la talentosa Croacia y la imprevisible Nigeria como rivales. Colombia puede pasar apuros en el grupo H ante Japón, sobre todo si sigue envuelta en esa especie de autocomplacencia que la rodea en las grandes competiciones, y Dinamarca no debería confiarse ante Perú en el grupo C, donde Francia apunta a primera de grupo sin problema. Lo demás, parece bastante definido.
Si México llora su desgracia, en España el sorteo ha caído como una bendición. Aunque está por ver si el equipo de Julen Lopetegui confirma las buenas sensaciones después de un ciclo 2014-2016 francamente decepcionante, en principio el grupo que le ha tocado a la selección es difícil de mejorar. El primer partido lo disputará ante Portugal, un equipo que tiende a afrontar las competiciones de menos a más y con poca sensación de urgencia. Cabe recordar que incluso en su victoria en la Eurocopa de 2016, Portugal no pudo pasar del empate en ninguno de sus tres partidos de la fase de grupos pese a tener como rivales a Islandia, Hungría y Austria.
El verdadero peligro portugués, como todo el mundo sabe, es Cristiano Ronaldo, sobre todo si se tiene en cuenta que este probablemente sea su último Mundial, cumplidos ya los 33 años. Enfrente tendrá a su compañero de equipo durante las últimas nueve temporadas, Sergio Ramos, y uno de los centrales que mejor le conoce, Gerard Piqué, archirrival durante ese mismo período en el Barcelona. De un partido así se pueden esperar pocas sorpresas y pocos goles, aunque mucho se tendrían que torcer las cosas para que el ganador no se acabe llevando el primer puesto del grupo y, como regalo, un cruce en octavos ante Rusia o Uruguay, sin descartar a la correosa Egipto de Héctor Cúper, un equipo que a un partido te puede complicar mucho la vida.
Los otros dos componentes del Grupo B son carne de cañón: Irán y Marruecos. La última vez que los marroquíes lograron clasificarse para octavos de final de un Mundial fue precisamente en México, en el año 1986. Queda muy lejos. Es cierto que se trata de un equipo sólido y que se ha clasificado con solvencia derrotando a Costa de Marfil o Gabón, pero en principio le falta plantilla para competir aún con los mejores. Irán se clasificó “in extremis” empatando en casa a dos ante la devastada Siria y lo cierto es que nunca han conseguido meterse en octavos de una gran cita. En su última competición, la Copa de Asia de 2015, ni siquiera pudieron pasar de cuartos de final, perdiendo en los penaltis ante sus vecinos y enemigos de Irak. El juego en sus últimos amistosos, en los que consiguieron empatar con Rusia y ganarle a Venezuela, apunta a un equipo correoso y conservador, pero poco más.
En definitiva, esperen pocas emociones en esta primera fase. Treinta y dos equipos siguen pareciendo muchos y a la FIFA no se le ha ocurrido otra cosa que ampliar a 48 para las próximas ediciones, lo que en principio parece un disparate. La competición se caldeará de octavos de final en adelante. Si todo sale como se espera y los favoritos cumplen, en cuartos podríamos ver un Portugal-Francia, un Brasil-Inglaterra, un España-Argentina y un Alemania-Bélgica. Claro que, si todo fuera tan fácil como para saber en diciembre los ocho mejores de julio, no existirían las casas de apuestas
(Madrid, 1977) es escritor y licenciado en filosofía. Autor de varios libros sobre deporte, lleva años colaborando en diversos medios culturales intentando darle al juego una dimensión narrativa que vaya más allá del exabrupto apasionado.