Los migrantes no identificados: notas desde Holtville, CA

El cementerio de Terrace Park es una imagen inquietante de desolación; un espacio en donde queda una huella indeleble de la marginación de los migrantes, en vida y en muerte.
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A la memoria de Aristide Zolberg

 

Holtville es una ciudad de 5,939 habitantes a 26 kms de la frontera Calexico-Mexicali. En un pequeño cementerio de esta ciudad queda el testimonio de la tragedia humanitaria que representan las miles de personas que han muerto en la frontera México-Estados Unidos en los últimos veinte años. 

El cementerio de Terrace Park es una imagen inquietante de desolación; un espacio en donde queda una huella indeleble de la marginación de los migrantes, en vida y en muerte. La entrada al cementerio es como la de cualquier otro y si no fuera por el trabajo de Enrique Morones y su organización Ángeles de la Frontera para dar visibilidad a este lugar, probablemente sólo los parientes de los muertos que descansan en la parte principal del cementerio irían a visitarlo, a pesar de que hay más de 600 cuerpos más en este lugar, la mayoría no identificados. En el cementerio principal hay flores artificiales sobre tumbas de todos tamaños, limpias, rodeadas de pasto y reguiletes de agua. Al fondo, entre los árboles, hay una reja con una advertencia de "no pasar sin permiso" pero al parecer no habría razón para hacerlo pues a lo lejos se ve solamente un terreno baldío de tierra seca. 

Una vez negociados los permisos con el velador y la oficina que administra el cementerio, avanzamos hacia ese terreno. A cada paso lento y pesado bajo el calor de la tarde, se empiezan a hacer visibles largas filas de ladrillos sobre la tierra, algunos de ellos acompañados de cruces de madera (que pintan y colocan los estudiantes y voluntarios que colaboran con Ángeles de la Frontera). Originalmente este era un "cementerio para pobres" que no podían cubrir los gastos de un entierro por lo que algunos de los ladrillos en las primeras filas sí tienen nombre. Todos los demás llevan sólo el número de la fila y la identificación "John Doe" o "Jane Doe". Aunque el grupo de Morones tiene cajas llenas de cruces de colores con la frase "No Olvidados" para llenar todo el cementerio, sólo tienen permiso para ponerlas en las primeras filas porque en varias partes del cementerio la tierra se está hundiendo pues conforme pasan los años, las cajas en las que han enterrado estos cuerpos se pudren y la tierra cae al vacío. 

 

 

En este espacio abandonado, que sólo con suerte será conocido o visitado por familiares de migrantes desaparecidos, por aquellos que siguen esperando o que ya se cansaron de buscar, se vuelve palpable el silencio y la invisibilidad de los muertos en la frontera. 

 

 

Fotos de Alexandra Délano, abril 2013.

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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