De cuando los hombres se van al otro lado

Para escribir Ladydi, Jennifer Clement se basó en once años de investigación y entrevistas con las mujeres de Tierra Caliente, la tierra en donde todos los hombres se han ido "al otro lado". 
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Tierra caliente. Tierra de insectos, de selva, de mujeres que se hacen pasar por niños y se meten en hoyos para esconderse del narco. Mujeres borrachas que esperan a los maridos que dejaron de mandar remesas de Estados Unidos hace muchos años. Tierra partida por la Autopista del Sol. Mujeres que no salen cuando se pone el sol, que se pintan las uñas solo para despintárselas al salir a la calle. No hay que verse “bonitas”. Hay que esconderse siempre para que los hombres con botas del norte que nadie se pone en el calor de Guerrero no se las lleven a venderlas como esclavas-amantes en ranchos lejanos.

Hay que aprender a escuchar los sonidos de la tierra para sentir cuando se acercan las camionetas blindadas, escuchar a los helicópteros que llenan la tierra de veneno de Paraquat antes de que el líquido te queme la piel; conocer la selva para saber en dónde están los campos de amapola a los que nadie se acerca, ni siquiera los helicópteros del ejército. Saber leer a los zopilotes para enterrar los cadáveres que se avientan por ahí.

“En nuestra montaña no había hombres. Era como vivir donde no había árboles. Es como ser manco, decía mi madre. No, no, no, se corregía. Estar en un lugar sin hombres es como dormir sin sueños”.

Los hombres cruzaron el río a Estados Unidos.

“En ese río se despojaban de mujeres e hijos, y entraban caminando al enorme cementerio de Estados Unidos.”

Los únicos hombres que aparecen de repente en estas tierras abandonadas vienen con sus AK-47 al hombro. Vienen a llevarse a los pocos campesinos que quedan para que cosechen sus plantíos de mariguana, o para llevarse a las niñas que no pueden ocultar serlo.

“Esta es una tierra de mujeres. México es de las mujeres”, dice la madre de Ladydi. Dice la mujer que no se larga de su casa de cemento en esta tierra ardiente, cuarteada, vigilada y amenazada porque sigue esperando al hombre que la engañó con la mesera de Acapulco y con la vecina, y que tiene otra familia en Nueva York.

 

Ladydi, de Jennifer Clement. Editorial Lumen. 2014. Traducción de Juan Elías Tovar.

 
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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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