Cuarón y Netflix triunfan en Venecia
La nueva película de Alfonso Cuarón fue galardonada con el León de Oro, el premio más importante de la Muestra de Cine de Venecia. Producida por Netflix, Roma es la historia de una familia de clase media que vive la separación de los padres, vista a través de la mirada de Cleo, la sirvienta de origen indígena encargada del cuidado de los niños. A su vez, retrata las convulsiones sociales de la década de los setenta.
La cinta está inspirada en la infancia del director y en la empleada doméstica que lo cuidó, Libo. Al recibir su premio, Cuarón le agradeció: “Libo, este filme es el producto de mi inmenso amor por ti, por mi familia y por mi país”. En un país donde hay más de 2.4 millones de trabajadoras del hogar cuyo trabajo no es legalmente reconocido, contar su vida visibiliza las condiciones desiguales e injustas en que realizan sus tareas.
Sin embargo, parecía que la historia de Libo no estaba destinada a conocerse. El director trabajó en su idea durante décadas, pero fue hasta 2016, 16 años después de filmar en la ciudad su éxito Y tu mamá también, cuando puso en marcha su rodaje. Durante la grabación, trabajadores de la delegación Cuauhtémoc agredieron a miembros del staff y Ricardo Monreal, en aquel entonces jefe delegacional, ordenó retirar la locación porque el equipo de producción no contaba con los permisos necesarios. El staff levantó denuncias por maltrato y robo de equipo. Poco después Monreal ofreció una disculpa y cesó de su cargo a uno de sus colaboradores, con lo que la filmación siguió sin inconvenientes. En mayo, Roma fue invitada a participar en el Festival de Cannes, pero a causa de las diferencias entre Netflix y el festival debido a la regla que obliga a las cintas participantes a exhibirse primero en las salas de cine francesas y a esperar tres años para su estreno en plataformas digitales, no pudo competir.
Con el reconocimiento del jurado en Venecia, Roma tiene nuevas oportunidades para coronarse en los festivales de Toronto y Nueva York. En los últimos meses, el cine mexicano ha recuperado un lugar internacional que desde las décadas de los cuarenta y cincuenta no tenía, como recuerda el crítico de cine Alonso Díaz de la Vega.
Aunque la fecha de estreno no se ha dado a conocer, Roma podría estrenarse en algunas salas de cine antes de llegar al servicio de streaming hacia finales de año. Los obstáculos en la distribución del cine no comercial fueron los principales motivos por los cuales el director decidió que su cinta llegara a Netflix: “Una película en español, en blanco y negro y en mixteco tiene mucha dificultad en encontrar espacios donde pueda tener un gran aparador”.
El reconocimiento en Venecia no es solo un logro para el director mexicano, sino para Netflix quien por primera vez gana el premio principal de un festival europeo. Además, otra de sus producciones originales, The Ballad of Buster Scruggs, de los hermanos Coen, se llevó el premio a mejor guión.
Los peligros de la lectura rápida
Vivimos en la era donde más obligados estamos a leer: mensajes de texto, correos electrónicos, comentarios en redes sociales. Sin embargo, la velocidad con que decodificamos la información podría estar teniendo repercusiones a nivel neuronal que podrían amenazar nuestra comprensión lectora.
A nuestro cerebro le tomó 6,000 años de evolución desarrollar las conexiones neuronales que nos permiten adquirir conocimientos, hacer inferencias, sentir empatía, razonar de manera lógica y pensar críticamente. Maryanne Wolf, investigadora en neurociencias y desarrollo psicolingüístico, analizó diferentes estudios sobre los efectos de la lectura rápida en los planos cognitivo, cultural y social.
Debido al afán de obtener la mayor cantidad de información en el menor tiempo posible, se han desarrollado técnicas de lectura rápida. Pero estas no contribuyen a la formación de mejores lectores, pues en vez de propiciar una comprensión profunda del texto, solamente los orilla a rastrear ideas clave, dejando fuera la posibilidad de experimentar emociones o ideas propias. De acuerdo con el periodista argentino Gonzalo Santos, “es habitual que los jóvenes apliquen ese modo de leer a textos que requieren otras estrategias de lectura y que lean, en efecto, un texto argumentativo como si estuviera transmitiendo un saber consensuado, y no adoptando una postura sobre un tema controvertido”.
La lectura no es un proceso natural, necesitamos que nos enseñen. Un ambiente de enseñanza estimulante ayuda a crear mejores lectores. Sin embargo, los jóvenes que han aprendido durante la era digital están teniendo más problemas para concentrarse y leer textos de manera profunda en comparación con las generaciones anteriores. Novelas del siglo XIX, como La letra escarlata de Nathaniel Hawthorne, Ana Karenina de León Tolstói y Madame Bovary de Gustave Flaubert, son lecturas que los profesores de literatura insisten en dejar a pesar de los reclamos constantes de los alumnos por su vocabulario, extensión y descripciones detalladas. La razón por la cual los jóvenes lectores pierden el interés en las primeras páginas se debe a lo que Mark Edmundson ha llamado “impaciencia cognitiva”. Para el académico, este fenómeno es resultado de su exposición a constantes estímulos que requieren respuestas inmediatas y poco reflexivas.
De acuerdo con Wolf, el problema no es solo la falta de atención en los textos literarios y científicos complejos, sino las consecuencias que esto tiene para la vida práctica, como comprender los términos de un contrato, identificar la información falsa de la verdadera o emitir un voto razonado. Tanto los jóvenes como los adultos estamos expuestos al atrofiamiento de nuestras capacidades analíticas, lo que se puede traducir en un ejercicio deficiente de la ciudadanía.