En su Historia Natural, Plinio el Viejo escribe: โEstรก comprobado que unos cerdos, que se habรญan llevado robados, reconocieron la voz de su porquero y regresaron cuando la nave se hundiรณ al inclinarse por la colocaciรณn de todos ellos en el mismo flancoโ.
Cuando Plinio dice โestรก comprobadoโ, de seguro alude a que esta historia se tomaba por verdadera, tanto asรญ que mรกs de un siglo despuรฉs, Claudio Eliano la cuenta con mayor detalle. โUnos malhechores atracaron su nave pirata en la costa de Etruria y, adentrรกndose en ella, tropezaron con un establo que albergaba muchos cerdos y era de unos porquerizos. Los piratas se los apropiaron, los embarcaron y, soltando amarras, prosiguieron el viaje. Los porquerizos, mientras los piratas se hallaban presentes, se mantuvieron quietos, pero, una vez alejados de la costa ยซa la distancia a la que llega el grito de un hombreยป llamaron a los cerdos con su voz acostumbrada para que volviesen. Y en cuanto ellos oyeron la llamada, colocรกndose todos a un mismo costado del barco, lo volcaron. Los malhechores perecieron al instante y los cerdos llegaron nadando adonde estaban sus amos.โ
Eliano cuenta la historia para demostrar que โel cerdo reconoce la voz del porquerizo y acude, si se le llama, aunque ande vagabundeandoโ.
Cuando el filรณsofo Pirrรณn se encontraba en un barco en medio de una tormenta y los pasajeros sentรญan sumo temor, รฉl les โenseรฑรณ un cochinillo que contento se comรญa algunos granos de cebada vertidos por allรญ y dijo a sus compaรฑeros que una indiferencia semejante debe adquirir, por medio de la razรณn y la filosofรญa, el hombre que no desee ser perturbadoโ. O quizรกs el cerdito sabรญa que podรญa nadar hasta la costa, mientras los hombres habrรญan de ahogarse โal instanteโ, igual que los piratas. No solo Pirrรณn reconociรณ sabidurรญa en un cerdo; tambiรฉn en aรฑos remotos, el nacimiento de una camada de cochinillos sin orejas pronosticรณ la caรญda de un tirano y la mortandad en ciertos chiqueros que bautizaron โgodosโ, โromanosโ y โsoldados del emperadorโ sirviรณ para anticipar el resultado de una guerra.
Se sabe que los cerdos flotan. Y entre mรกs tocino y lardo tengan, mayor serรก su flotabilidad. La grasa del puerco tiene una densidad relativa de 0.7. En cambio, en los evangelios leemos otra suerte porcina. Cuando por orden de Jesรบs, los demonios โentraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitรณ en el mar por un despeรฑadero, y en el mar se ahogaronโ. Como en Sodoma y Gomorra que no perdonaron ni a los niรฑos, aquรญ no hubo perdรณn para los lechoncitos.
Esto ocurriรณ en la regiรณn de los gadarenos. Las cuestas que dan al mar de Galilea en este lugar no parecen tan pronunciadas como para despeรฑar a nadie. Pero aquรญ vemos que los cerdos en tiempos de Poncio Pilato tenรญan poca grasa y se habรญan olvidado de nadar.
La pรฉrdida de dos mil cerdos representa una fortuna. Mucho desperdicio de carne, salvo que un puerco ahogado y endemoniado pueda parar sabrosamente en una parrilla. Hasta donde hablan los evangelios, Jesรบs no hizo aparecer monedas para indemnizar al porquero. Saramago cuenta esto.
Hay una imagen de circa el aรฑo mil en el Getty Gospel Lectionary que ilustra la escena. Aparece en la portada del libro Legions of pigs in the early medieval West, de Jamie Kreiner. Aunque es muy bella, no capta el dramatismo, pues los cerdos parecen acercarse al agua como a un abrevadero. Lucen como en todas las ilustraciones medievales: mรกs parecidos a un jabalรญ que al puerco contemporรกneo. Difรญcil saber si su carne era mรกs sabrosa. Aquรญ darwinianamente se trata de la supervivencia del mรกs domesticable.
Al interesado en el tema, tambiรฉn le recomiendo The medieval pig, de Dolly Jรธrgensen. O Pigs and humans: 10,000 years of interaction, editado por Umberto Albarella, o bien, El cerdo. Historia de un primo mal querido, de Michel Pastoureau, entre tantos otros libros.
El cerdo medieval tenรญa en el lomo una pelambre รกspera, larga y puntiaguda. El cerdo tenรญa cerdas tal como el pato tiene patas. Ademรกs se le describe como un animal de zancas largas. En esto รบltimo, al cerdo le pasรณ lo que a Sancho Panza.
Ya en la antigรผedad se descubriรณ que los elefantes le tenรญan miedo al gruรฑido porcino. Entonces leemos en la Vida y hazaรฑas de Alejandro de Macedonia que โde las selvas venรญan enormes rebaรฑos de elefantes a conquistar nuestro campamento. Con que mandรฉ a los jinetes tesalios que subieran a sus monturas y tomaran consigo unos cerdos, cuyo gruรฑido ya sabรญa que amedrentaba a tales bestias, y les ordenรฉ enfrentarse al momento a los elefantesโ.
Mรกs curiosa resulta la estrategia que utilizaron en Megara cuando su ciudad fue sitiada por un ejรฉrcito con elefantes. โCuando los macedonios presionaban con energรญa, los megarenses ungieron de pez lรญquida a unas cerdas y, prendiรฉndoles fuego, las soltaron contra los enemigos. Las cerdas, gruรฑendo enfurecidas, cayeron sobre las filas de los elefantes, ardiendo como estaban, enloquecieron a los animales y sembraron entre ellos terrible confusiรณn.โ
Para contrarrestar tal estrategia, nos cuentan que Antรญgono ordenรณ โque en el futuro criasen cerdos con los elefantes, para que las fieras se acostumbraran a soportar su aspecto y gruรฑidosโ. Quizรกs en esa crianza habrรญa que embetunar a las cerdas y prenderles fuego de vez en cuando, pues no serรก el mismo gruรฑido en frรญo que en caliente.
Procopio cuenta una historia mรกs acerca del uso militar de los cerdos. โCuando Cosroes y el ejรฉrcito medo estaban asaltando la muralla de Edesa, uno de los elefantes, con un gran grupo de los mรกs belicosos guerreros persas montados encima, se acercรณ al recinto y a todos les pareciรณ que en muy poco tiempo arramblarรญa con los que se estaban defendiendo allรญ desde la torre, en medio de una lluvia de flechas que les caรญan desde arribaโ. ยฟCuรกl fue la soluciรณn? โLos romanos colgaron de la torre un cerdo y asรญ consiguieron escapar de aquel peligro. Pues, como es natural, el cerdo, al verse suspendido en el aire, lanzaba gruรฑidos que asustaban al elefante y lo hacรญan echarse atrรกs reculando poco a pocoโ.
La crรณnica no lo dice, pero imagino al puerco colgado de una pata. Tambiรฉn imagino que al final se comieron al hรฉroe que salvรณ la ciudad.
Para concebir el efecto del gruรฑido de cerdos, tenemos una escena en Don Quijote: โEs, pues, el caso que llevaban unos hombres a vender a una feria mรกs de seiscientos puercos, con los cuales caminaban a aquellas horas, y era tanto el ruido que llevaban y el gruรฑir y el bufar, que ensordecieron los oรญdos de don Quijote y de Sanchoโ.
Ya para la Edad Media no he encontrado ningรบn uso militar de los cerdos; solo se habla de que cada fortaleza tenรญa sus chiqueros. Lo que sรญ se multiplica en esta รฉpoca son las leyes para los porcicultores, pues el puerco era un vรกndalo siempre listo a amotinarse. Dado que son mรกs omnรญvoros que el hombre, no era raro que se alimentaran de carne humana, ya fuera de un cadรกver o un bebรฉ o del propio porquero. Hay muchas historias bucรณlicas sobre pastorcillos que cuidan corderos y cabras; pero el porquerizo debรญa ser una persona adulta y fuerte. Al experto se le llamaba porcarius magister.
El anecdotario porcino es interminable, pero aquรญ lo termino con mi recuerdo de la novela La boca pobre, de Flann OโBrien. La familia mete en casa al puerco consentido, al que llaman Ambrosio. Lo ceban bien, a tal punto que cuando la casa se llena de la pestilencia marranil y quieren echarlo, se dan cuenta de que ya no cabe por la puerta. La familia ha de vivir fuera porque โsin duda el cerdo estaba enfermo, y de รฉl se alzaba un vapor que recordaba a un cadรกver que llevara sin enterrar todo un mesโ. Un personaje dice: โNo es humo lo que sale de la casaโฆ sino vapores de cerdoโ. La soluciรณn es bloquear puertas, ventanas y chimenea para que el cerdo se mate a sรญ mismo con sus efluvios.
Aunque termino con esta mala nota, vine a escribir este texto porque para la cena de Navidad habrรก lechรณn. Estรก pacientemente esperando en el refrigerador. Yo voy por una cerveza y me quedo mirรกndolo. Entonces me viene aquella canciรณn que dice: โHey, solo pienso en tiโ.~
(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.