Teodoro Petkoff murió el 31 de octubre en Caracas a los 86 años, de un problema del corazón y después de la larga depresión que le había retirado de la vida pública. El mundo liberal hispano, de derechas y de izquierdas, reaccionó a la noticia con un reconocimiento prácticamente unánime. Hijo de inmigrantes comunistas del este de Europa, este intelectual de acción venezolano deja atrás una trayectoria marcada por la consecuencia y la honradez intelectual. Primero, con arrojo y valentía física, lanzándose al monte con la guerrilla del Partido Comunista con que Castro desafió a la democracia venezolana. Más tarde al reconocer su error, condenar la violencia y el totalitarismo por el que había luchado y buscar a través de las urnas, y con sus editoriales de prensa, la sociedad democrática y justa que no se consiguió en Rusia ni en Cuba. Petkoff acabó sus días perseguido por los tribunales chavistas, sin renunciar al combate de las ideas ni a su anhelo de una Venezuela igualitaria y abierta que de momento hacen imposible quienes quisieron callarle. Para saber más sobre Teodoro, Letras Libres entrevista al director del periódico que fundó, Xabier Coscojuela, un periodista venezolano de origen vasco que sigue apostando por el socialismo democrático de Petkoff mientras resiste cada día a la presión censora del régimen.
Has sido durante muchos años una de las personas más cercanas a Teodoro. ¿Cómo era convivir con él?
Teodoro no era un director que se encerrara en su oficina. Se paseaba por toda la redacción, saludaba a todo el mundo. En las tardes llegaba y revisaba el periódico página por página. Si encontraba un error lo advertía. A veces hacía una especie de mini asambleas para discutir lo que estaba pasando en el país. En lo periodístico promovía mucho que se fuera crítico con lo que se estaba haciendo, que se buscara el ángulo más original posible. No se conformaba con los títulos de siempre, con las frases hechas. Era muy irreverente, y quería transmitir esa irreverencia a todos los que trabajábamos acá.
Era alguien que predicaba con el ejemplo. Cuando fue dirigente del Partido Comunista y decidieron ir a la lucha armada él fue de los primeros que fue a la lucha armada. Aquí en Tal Cual hubo una crisis económica en el año 2003, después del paro petrolero, que obligó a reducir la plantilla a la mitad. A los que se quedaron se les redujo el sueldo a la mitad, y Teodoro se redujo el sueldo el cien por ciento. Para él no había un privilegio por ser el director.
Después, como se ha dicho muchas veces, fue el promotor del sindicato dentro del periódico. Fue el que habló con los trabajadores y les dijo: organicen un sindicato. Y nunca, nunca, como vi yo que ocurría en otros medios, persiguió a los que asumían funciones sindicales. Nunca aplicaba para nada lo de yo soy el jefe y hago lo que me da la gana. Lo hacía todo buscando el consenso. Evidentemente a veces se imponía, porque por algo era el director, pero nunca porque me da la gana.Teodoro era además muy solidario con la gente. Si alguien tenía un problema de salud con un familiar, este tipo de cosas. Algo que le encantaba era llevar a a la gente para su casa. No le importaba tener que recorrer media Caracas y desviarse de la ruta para su casa si te tenía que llevar.
Muchos tenemos la impresión de que Teodoro, que llevaba años sin escribir en el periódico, acabó sus días triste y humillado por la persecución del chavismo. Usted estuvo a su lado hasta el final. ¿Cómo se sentía Petkoff?
Por supuesto que le molestaba mucho no poder salir de Venezuela y tener que presentarse ante un tribunal, primero cada semana y después todos los meses. Porque además no había razón real para eso. Con el paso del tiempo la enfermedad [la depresión] lo fue minando un poco, pero él nunca bajó la cabeza. Al final incluso dijo que él no iba para el tribunal, que si el tribunal quería declararlo en rebeldía que lo declarara. Y de hecho dejó de presentarse.
Ha escrito recientemente en Tal Cual sobre la “arrechera monumental” que le provocaba a Teodoro pensar en la lucha armada en la que participó. ¿Por qué juzgaba ese período con tanta dureza, cuando podría haberse absuelto amparándose en las circunstancias históricas?
Porque creía que el Partido Comunista de Venezuela podía haber contribuido más con el desarrollo de Venezuela, con lograr un mejor país si hubiera ejercido la lucha política desde la legalidad, y que fue un error monumental dejarse encandilar por la revolución cubana. Después de eso se dio cuenta de que el error no era solamente la lucha armada, sino pretender construir un país comunista. O sea, que el comunismo era un error. Durante lo que llaman ellos el repliegue, que es cuando deciden abandonar la lucha armada, Teodoro Petkoff escribe el libro Checoslovaquia. El socialismo como problema, donde no solamente justifica el abandono de la lucha armada, sino que rechaza lo que ellos mismos querían lograr, la dictadura del proletariado y todo este tipo de cosas. Él quería llegar al socialismo, porque se seguía considerando socialista, pero a través de vías electorales, democráticas.
Su distanciamiento no era solo estratégico, sino también de fondo.
Sí, era un distanciamiento total de todo eso que significó el comunismo soviético y el cubano, que era el que más influencia ejercía en Venezuela. Él no solo consideró que era un fracaso, sino que además no era el ideal por el que se debía luchar. Que se debía luchar por una sociedad lo más democrática posible, y esto implicaba una sociedad más equitativa socialmente. Yo creo que se inscribía en lo que podríamos llamar, para poner una etiqueta, la socialdemocracia. Pero cuando decidieron abandonar la lucha armada no lo hicieron solamente porque se habían equivocado. Se habían equivocado no solo en la lucha armada sino en lo que querían lograr con la lucha armada.
Su crítica se adelantó a la del eurocomunismo, e incluso fue más allá. Petkoff era un intelectual original, sin complejos por ser de un país del margen y que no se limitaba a sumarse a modas de Europa o Estados Unidos.
Sí, evidentemente, como lo demuestra el libro de la invasión soviética de Checoslovaquia, que Brezhnev condenó. Y después hizo uno que se llamó Proceso a la izquierda, que es una autocrítica más a fondo todavía a la izquierda venezolana. Teodoro habló de dos izquierdas: la que cree todavía en esas dictaduras, en el comunismo, en definitiva, y la izquierda democrática. En eso sí fue pionero, y sí, después el eurocomunismo agarró fuerza sobre todo en Francia, Italia, España, pero Teodoro fue un adelantado a eso.
En ese mismo texto habla de la reticencia de Petkoff a hablar de sí mismo. Nunca se explayó en anécdotas personales que engrandecieran el mito. Quizá sea este desinterés en sí mismo lo que explique su permanente curiosidad y esa energía que parecía inagotable.
No sé si es exactamente así, porque él era una persona muy reservada con su vida personal. Sí me dijo una vez que una de las etapas más felices de su vida fue cuando fue a Guayana, al estado Bolívar, porque fue a fundar el Movimiento al Socialismo [MAS, el partido socialdemócrata que creó] allá y se metió entre los trabajadores de las Empresas Básicas [empresas públicas estratégicas] y allí vivió como muy libre.
También me contó que le debía ser crítico en muchas cosas a su papá. Su papá, que era un militante comunista, en una oportunidad le mostró dos fotos de los líderes de la Revolución Rusa. En una estaban todos y en otra estaban todos los que ya habían sido considerados traidores. La respuesta que le dio Teodoro fue que esos eran unos traidores, y su papá le dijo: ¿todos son traidores? Y tuvieron una discusión que le abrió la mente, por decirlo de alguna manera, lo volvió más crítico.
Él contaba algunas de las cosas que le habían pasado, pero había que, como dicen en Venezuela, jalarle bolas para que echara el cuento. No se vanagloriaba de ese tipo de acciones, incluso de algunos incidentes que habían sido muy famosos en Venezuela. Él fue una persona vinculada siempre a lo que pasaba en el país, era un político muy activo. Entonces su cuestión personal de alguna manera la dejaba de lado, y nunca le interesó vivir de sus hazañas. No es que no le gustara recordar, sino que no le parecía importante hablar de esos episodios particulares de él.
En el momento de su muerte, muchos intelectuales más jóvenes, sobre todo de izquierda, han hablado de él como un faro, como un ejemplo. ¿Qué les aportó Petkoff, o qué os aportó? ¿En qué os hizo mejores?
Yo creo que a muchos nos ayudó a tratar de ser consecuentes con lo que tenemos que hacer, a recordarnos que oponerse a ciertas cosas aunque sean la moda, aunque sea lo que la mayoría de la gente quiera. Como con el chavismo. Fijar posición aunque en algún momento te quedes solo o te quedes con muy poca gente, que a Teodoro le pasó incluso estando contra Chávez, porque en algún momento las posiciones de Teodoro no coincidían con Chávez ni con las de buena parte de la oposición.
Yo en lo particular no me considero un intelectual, pero en todo caso coincidí políticamente con Teodoro todos estos años en Tal Cual. Entendíamos que la pelea [contra el chavismo] tenía que ser electoral, dentro de la constitución, y eso ayudó a mucha gente a no descarrilarse hacia otras posiciones, a pensar por ejemplo que al dictador Chávez hay que sacarlo con otro dictador, que a los que persiguieron hay que perseguirlos después. Teodoro fijó una posición en la que los derechos humanos son los derechos humanos siempre y hay que defender a todos, independientemente de la posición que hubieran tenido.Esta cosa de nadar contra la corriente, de no irse con las mayorías, de no irse con las modas creo que es algo que hay que reconocerle a Teodoro todos los que estamos acá.
Me gustaría preguntarle por dos de las críticas que se le han hecho a Teodoro. La primera sobre su posición contra el gobierno reformista del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez, a quien descalificó como neoliberal y pidió que la justicia le condenara por sus políticas, independientemente de si había cometido el delito que se le imputaba.
Yo creo que ahí sí cometió algunos errores. Es verdad que Carlos Andrés Pérez, al considerarse lo suficientemente popular, no trató de explicarle a los venezolanos qué es lo que quería hacer. Además venía de una campaña electoral donde de alguna manera había dicho que iba a hacer exactamente lo contrario a lo que después hizo [prometió exuberancia y tuvo que aplicar austeridad]. Ahora, Teodoro, y mucha otra gente, cometió el error con el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez de no comprenderlo. Al final, las medidas que estaba tomando Carlos Andrés había que tomarlas. Teodoro se sumó a esa cantidad de gente, que al final de cuentas fue muy grande en Venezuela, que hizo todo lo posible para salir de Carlos Andrés, y creo que eso fue un error de Teodoro.
Y en cierta forma, Petkoff acabó haciendo lo mismo que Carlos Andrés cuando fue el ministro encargado de la reforma económica con Caldera.
Se parecieron bastante. Por ejemplo, en la privatización de algunas empresas, el cambio en la ley del trabajo, el decir que tenemos que arroparnos hasta donde nos alcance la cobija, el decir que había que reducir el tamaño del Estado. Esas eran las propuestas de Carlos Andrés, pero Carlos Andrés llegó al gobierno sin decir que esa era su política. Además, Carlos Andrés no explicó suficientemente lo que tenía que hacer, y Teodoro en ese sentido fue distinto. En esos momentos [con Carlos Andrés], en algunos sectores políticos no hubo la comprensión de que eso había que hacerlo. En cualquier caso, Teodoro acabó comprendiendo que había que cambiar el modelo económico que tenía Venezuela e intentó aplicarlo, aunque no tuvo suficiente tiempo.
La segunda crítica le recrimina cierta omisión al hablar de la influencia de la Cuba castrista en el proceso bolivariano. Barrera Tyszka e Ibsen Martínez le entrevistaron en Letras Libres en 2008, y aunque la entrevista se titulaba “Izquierdas americanas” y mencionó varias veces a Castro y habló mucho de Venezuela, Petkoff no tocó el tema de la presencia cubana en su país.
Pues la verdad es que tienes razón, no recuerdo casi editoriales que fueran contra la presencia cubana en Venezuela. A él, inicialmente, los programas sociales de Chávez no le parecían malos, que atendiera la salud. Yo me acuerdo que alguna vez planteó a los reporteros buscar a cubanos que trabajaran en los barrios, que trabajaran en Barrio Adentro [despliegue de médicos cubanos en zonas deprimidas], que fueran entrenadores deportivos para que narraran sus experiencias. No se sumó a ese grupo de gente que cuestionaba la presencia cubana en Venezuela, realmente no lo hizo. No sé, la verdad es que nunca tocamos el tema, pero no era de los que criticaba a los cubanos, pese a que él criticó mucho al régimen de Fidel.
Muchos intelectuales, incluso de derechas, se entusiasmaron al principio con Chávez. ¿Por qué no Teodoro? ¿Qué vio tan claro para considerarle un peligro desde el principio?
Yo creo que porque habló alguna vez con Chávez y sabía lo que venía con él, sabía sus relaciones políticas más importantes, más influyentes, que eran justamente con esa izquierda con la que él rompió. Chávez estaba muy influido por ese pensamiento, y además era un militar. No podía salir nada positivo, y la experiencia demostró que era así. Y Teodoro lo tuvo tan claro desde el principio que renunció al MAS cuando el partido decidió apoyar a Chávez. Yo sé que después de que Chávez ganó las elecciones tuvieron algún tipo de conversación entre ellos, algún tipo de reuniones.
Pero él desde el primer día, desde el 4 de febrero del 92 tuvo claro que Chávez no le convenía a Venezuela. En un cuartel tú das una orden y se tiene que cumplir, y en la vida civil es distinto. Esa mentalidad militar para él era un error. Que un militar, y con la formación de Chávez, además, llegara a la presidencia de la república era un error, y los hechos le dieron la razón.
Petkoff se enfrentó a los abusos del chavismo con firmeza y contundencia, pero también con esperanza y buen ánimo. Después de leer a Teodoro uno sabía que las cosas estaban mal y podían ir peor, pero podía seguir saliendo a la calle, seguir viviendo, y respirar y convivir pese al odio que buscaba imponer el gobierno. Hoy que tan difícil es mantener la esperanza, que para mucha gente solo pasa por un golpe de los militares o una intervención extranjera, ¿de qué manera nos sirve el ejemplo de Teodoro?
La situación está tan difícil hoy que no sabría decirte bien cómo, pero Teodoro siempre creyó en Venezuela y creyó en los venezolanos. Creía que la solución debe surgir desde Venezuela, y que esa solución pasaba por una unidad lo más amplia posible de todos los actores políticos, económicos y sociales del país. La situación por supuesto es hoy muy distinta, pero creo que en el fondo él fue una persona optimista. Creo que veía que la posibilidad existía pero que había que trabajarla para lograrla. Que había que implicarse, que había que comprometerse, que había que actuar, pues. Y justamente es lo que no está ocurriendo ahora en Venezuela. Creo que hoy Teodoro sería por ejemplo muy crítico con la dirigencia de la oposición, porque no está actuando. Y no está unida. Pero creo que él apostaría porque Venezuela puede salir del sitio en el que está.
Ha escrito que seguir haciendo Tal Cual es el mejor homenaje que se le puede hacer a Teodoro. Pero la tentación que surge es preguntarse para qué, si se tiene enfrente a un poder ya casi absoluto que no escucha a nadie y ha despojado a la prensa y a la opinión pública de toda su fuerza.
Evidentemente, en cierto sentido el gobierno ha avanzado. A la prensa nos han ido arrinconando. Pero también es verdad que la situación del gobierno está muy mal ante la opinión pública. Entonces creo que tenemos que seguir haciendo lo que hemos venido haciendo por lograr el cambio político en Venezuela, para tener una democracia lo más normal, una democracia donde las libertades se puedan ejercer. Los medios estamos mucho más empequeñecidos que antes, no tenemos esa presencia en la calle como cuando había todos esos periódicos en papel [muchos medios han cerrado al dejarles el régimen sin papel], y las televisiones están muy controladas. Pero las páginas web, por ejemplo, estamos haciendo un trabajo de buena calidad y estamos dándole respuestas a los venezolanos e informando a los venezolanos. Claro que solo una parte de la población se informa por internet, pero hay que persistir porque yo creo que así como los medios están mal el gobierno también está muy mal. El rechazo es muy grande y hay que seguir en la pelea para coayudar a que esos cambios se den.
Entre las reacciones a la muerte de Teodoro me han llamado la atención las de parte de la oposición, la que se autodenomina nacionalista. La esposa del General Vivas, por ejemplo, que llamando “extranjero” a Petkoff le descalificó por “terrorista” y “comunista” y le acusó de complicidad con el chavismo. Eran ese tipo de actitudes a las que Teodoro se opone en todos sus textos, incluso cuando se aplican a chavistas.
Sí, sin duda. Por eso decía antes que a Teodoro en alguna oportunidad lo rechazaba el gobierno y lo rechazaba una parte de la oposición. Él nunca quiso estar en los extremos. Por ejemplo, él no apoyó el golpe de 2002, no apoyó el paro petrolero, no apoyó el retiro de las elecciones parlamentarias del 2005. Ese tipo de posiciones que fueron contracorriente de una parte importante de la oposición le granjearon enemigos. Había gente que en la calle me decía: Teodoro es chavista. Y luego estaba su pasado guerrillero y comunista, que alguna gente seguía creyendo que Teodoro era el guerrillero y el comunista que fue, nunca aceptaron que pudo haber cambiado. Se ha dicho mucho que solo los estúpidos no cambian de opinión, y había gente que tenía una opinión sobre Teodoro que no cambiaba nunca, independientemente de todo lo que él hizo, que no fue simplemente un maquillaje, sino un cambio real. Él dejó de creer en unas cosas y comenzó a creer en otras, y peleó por esas otras también. Sí, hay alguna gente que lo considera chavista, pero creo que con esa gente no vale la pena discutir, porque es una cuestión ya mineralizada. Creen eso y no hay manera de sacarlos de ahí. Pero creo que son un sector muy pequeño.
En el plano global, están de moda las soluciones simples a problemas complejos. Petkoff fue un reformista que casi siempre buscaba el compromiso y la racionalidad en sus decisiones por encima de los corsés ideológicos, como demuestran sus llamamientos desde la izquierda a aligerar el Estado y algunas decisiones económicas que tomó como ministro de Caldera. ¿Qué nos puede enseñar en estos tiempos de maximalismo sectario?
Creo que es muy importante sobre todo esa búsqueda de consenso, por eso te dije que cuando fue ministro de Caldera fue una persona que buscó el acuerdo más amplio posible para hacer los cambios que él consideraba que había que hacer. Cambios económicos que fueron difíciles, y él se reunía con quien hacía falta, y después con el chavismo también, él no tenía problemas en reunirse con nadie. Yo creo que Venezuela necesita justamente eso hoy, que la crispación que hay baje, que los dos extremos se reduzcan, que busquemos un centro de alguna manera, porque la situación del país es muy grave, y creo que Teodoro hubiera contribuido mucho a lograr eso si hubiera estado en sus manos hacerlo. Su ejemplo fue ese a final de cuentas. En sus últimos años de su vida política fue una persona que trabajó por el entendimiento, incluso con el chavismo, lo que pasa es que era bastante complicado entenderse con Chávez, pero nunca dejó de intentarlo. Creo que el consenso fue su fin en muchas cosas que intentó, algunas las logros, y otras evidentemente no.
Puede ser también un ejemplo para España, para Estados Unidos, para Brasil, para México.
Yo creo que sí, porque a final de cuentas hay que buscar el entendimiento entre los diferentes factores que forman una sociedad, un país. Él por ejemplo era un gran admirador de Mandela, sobre todo por la actitud y las políticas que hizo Mandela cuando llegó a la presidencia de Sudáfrica. Un hombre que no buscó la venganza, que no buscó la revancha sino que miró hacia adelante, que buscó la manera de que esa sociedad buscara entendimiento para lograr avanzar entre todos. Creo que eso es lo que Teodoro buscaba en Venezuela y creo que eso es lo que le conviene a todos los países. Por supuesto cada uno tiene sus intereses y los va a defender, pero buscando algo que de alguna manera les pueda servir a todos.
Marcel Gascón es periodista.