MATTINA
M’illumino
d’immenso.
Una o dos líneas, dos o cuatro palabras, seis o siete sílabas. El pequeño gran poema de Ungaretti, uno de los más breves de la historia en cualquier lengua, se enciende en una zona de transición y es, ante la luz, como un parpadeo.
En dos líneas, tal como aparece en la página, en el poema se cuentan seis sílabas métricas: tres en la primera, esdrújula, y tres en la segunda, grave:
o ó o o
o ó o
Pero como ocurre en muchos poemas de Ungaretti, los versos pueden leerse también sin hacer la pausa al final de la línea, recomponiéndose en un verso más largo. Así, por ejemplo, el famosísimo Soldati (Soldados):
Si sta come
d’autunno
sugli alberi
le foglie
que puede recomponerse fluidamente en dos heptasílabos o incluso, claro, en un alejandrino:
Si sta come d’autunno
sugli alberi le foglie
o
Si sta come d’autunno
[sugli alberi le foglie
Con lo cual, se advierte de inmediato, el poema pierde intensidad y dramatismo. Pero la atención demorada que pide la división tipográfica no impide que, en el oído del lector entrenado, el ritmo auditivo del verso mayor conviva con el de la división tipográfica.
((Aunque sin ocuparse de este poema en particular, sobre este aspecto de la poesía de Ungaretti escribió con particular atingencia Tomás Segovia en el prólogo a su traducción de Sentimiento del tiempo, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 1998.
))
Eso ocurre con Mattina: tipográficamente, es un pareado trisílabo, pero naturalmente lo escuchamos en una sola línea heptasílaba:
M’illumino d’immenso.
No hay que saber italiano para advertir que dos de las cuatro palabras pierden una vocal para unirse a la contigua, como indican la comillas, y que en las dos mitades resultantes hay dobles consonantes. Que en italiano no se leen como una sola, sino siempre como dos,
M’il / lú / mi / no
d’im / mén / so
Esas tres pausas, al principio de cada línea y entre las dos, obligan a una lectura demorada y causan además un efecto curiosísimo: el latigazo de la esdrújula ocurre en cámara lenta y en el segundo verso la inmensidad, en efecto, se abre.
No hacía falta más. Sobraban tres versos del borrador inicial, que se distraían en un breve movimiento de la mirada, y el título era excesivo:
CIELO E MARE
M’illumino
d’immenso
con un breve moto
di sguardo
Ungaretti procedió como Pound, que después de escribir un poema de treinta y un versos fue tachando durante meses hasta llegar al definitivo:
IN A STATION OF THE METRO
The apparition of these
[faces in the crowd;
Petals on a wet, black bough.
Aunque con dos puntos en lugar del punto y coma, la versión definitiva del poema de Pound se publicó en 1913; la de Ungaretti, en 1917. En 1919, Tablada, lector atento de revistas europeas y usamericanas, publicó en Caracas, “contra la zarrapastrosa retórica” del modernismo, los “poemas sintéticos” de Un día. Todo lo cual pudo ser un efecto de los poemitas que escribió Paul-Louis Couchoud en 1903 y publicó en 1905 en Au fil de l’eau, y que fueron los primeros haiku en lengua occidental.
Pero no hay haiku más breve que el poema de Ungaretti. Curiosamente, la versión japonesa autorizada de Hideaki Kawashima, amigo de Ungaretti, dobla en extensión el original…
朝
ぼくは輝く
果てしなく
… y vuelve del todo exterior la iluminación del hablante, que en italiano, como en español, es también interior. La versión de Kawashima viene a decir algo así como “Resplandezco / ilimitadamente”. Más cerca de Ungaretti está, en la versión de Ernesto Hernández Busto, este haiku de Hōsai Ozaki:
海が明け居り窓一つ開かれたり
Mar vuelto luz:
ventana abierta
Pero está más cerca del borrador que de la versión definitiva de Ungaretti. ~
1*