Ante todo, el humor

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Javier Pérez Andújar

La noche fenomenal

Barcelona, Anagrama, 2019, 261 pp.

Hablar de tipos de novela y de géneros literarios; o de las teorías sobre los mundos posibles desgranadas por, entre otros, Doležel; o de las fronteras entre lo fantástico, lo extraño y lo maravilloso analizadas por Todorov seguramente provocaría una carcajada incrédula, si no un corte de mangas, por parte de Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965). Aun así, a la hora de comentar su último libro podría uno perderse por esos caminos. Porque La noche fenomenal (Anagrama, 2019) es una novela de caballerías (se abre con una cita de La búsqueda del Santo Grial) teñida de ciencia ficción en la que el lector suspende, sin ninguna dificultad, la lógica del mundo real para creer en la posibilidad de la existencia de otro paralelo. Más bien, paranormal. Y todo esto aliñado con una buena dosis de humor, a veces melancólico, a veces nostálgico: “Yo llegué a lo paranormal por la risa. Para creer se necesita sentido del humor. No se puede creer seriamente en nada”, dice el narrador.

La noche fenomenal es también una novela “basada en hechos reales. Lo que pasa es que no ocurrieron tal como se cuentan y lo que cuenta jamás sucedió”, explica Andújar en una nota final. Es un libro homenaje a varios amigos. Unos están escondidos detrás de los personajes, como el autor de novelas de kiosco Curtis Garland, que aquí se llama Carl Malone; otros no, como el editor y librero José Batlló. Pero “no es una novela de vampiros, quiero decir, vampírica, o no lo es al margen de lo decente”, aclara el autor. Y, por supuesto, Andújar vuelve a homenajear su cultura personal, tanto impresa (la de los cómics y los tebeos: Tintin, Astérix, Din Dan, José María Beà…) como musical (desde el rock andaluz a Brassens pasando por Burning, The Rolling Stones, David Bowie o Crosby, Stills, Nash and Young).

El argumento: un grupo de amigos inaugura un programa televisivo llamado La noche fenomenal, dedicado a las ciencias ocultas y a los fenómenos paranormales. El director es Ángel (inspirado en Emilio Manzano, quien en la vida real dirigiera el programa Saló de lectura, en el que Andújar participó). Luego están el Jugador de Ajedrez, Piñeiro, especialista en “ocultura” (cultura oculta); J. L. Hermosilla, director de la revista de ciencias ocultas Rumbo 3; De Diego, experto en criptozoología (no se separa de un frasco en el que guarda restos fecales fluorescentes salidos probablemente del intestino del yeti), y Javier (el narrador), ilusionista y practicante de viajes astrales. Ellos son los caballeros principales, que cuentan con varios colaboradores, como Paulina o Ro, versadas en folclore y civilizaciones desaparecidas y en paraufología, respectivamente. Y la dama a salvar es Isis (inspirada en la cantante Tina Gil), que necesita encontrar su sitio en el cosmos.

Al poco de empezar a emitirse el programa, empiezan a suceder fenómenos extraños en Barcelona –la Barcelona de Andújar, sobre todo su Sant Adrià de Besòs, vuelve a ser el escenario–. Todo comienza con una lluvia intensa. Luego llegan las visitas de los transformados en, por ejemplo, Walt Disney, Santiago Carrillo o Benito Mussolini. ¿De dónde vienen? De una Barcelona paralela a la que se accede a través de grietas y agujeros móviles. Allí, en el otro lado, la gente ha empezado a transformarse y nadie sabe por qué. Dos mossos convertidos en Starsky y Hutch que conducen un Seat Ibiza tuneado vendrán a la Barcelona de aquí para pedir a los caballeros que les ayuden a encontrar una solución para lo que está sucediendo. Porque no se trata solo de Barcelona: el desastre es mundial. En el París paralelo el propio gobierno organiza una manifestación de protesta. Allí todo el mundo se está transformando en Jacques Brel, y los manifestantes alzan pancartas que rezan: “Quiero ser yo otra vez.” Andújar ha repetido en varias entrevistas que con esta novela ha querido hacer estrictamente ficción y evitar lecturas políticas y sociológicas. Sin embargo, en algunos pasajes, como este parisino, es difícil evitarlas…

Algunos miembros del equipo de La noche fenomenal, junto con Isis, serán los primeros de este lado en cruzar al otro. No todos regresarán. Allí conocen a la secta de los Adoradores de las Palabras, formada por varios transformados en los personajes de Vacaciones en el mar. Son filólogos que “habían ingresado en la policía llevados a ejercer ambas carreras por el impulso de poner freno al crimen social y ortográfico”. Tienen una enorme colección de diccionarios, que son como zoológicos o parques naturales: en ellos las palabras están encerradas o “viven sueltas en estado semisalvaje”.

En la introducción a su anterior libro, Diccionario enciclopédico de la vieja escuela (Tusquets, 2016), Andújar comparaba los diccionarios con cementerios, cuando en realidad las palabras son seres vivos que van mutando. En La noche fenomenal el escritor vuelve a dejar entrever su pasión por la lengua y sus habitantes. El señor Comajuán clasifica los vocablos de una manera muy original: pueden ser como pastillas de jabón, porque se te escurren y te cuesta recordarlos; como lapas, porque se juntan y asocian entre sí; como pulgas, porque “van saltando de un lado a otro sin perder ninguna de sus cualidades”. Y De Diego propone fundar la ciencia de las criptopalabras: “Palabras que solo alguien, solo algunos, han oído una vez, de pasada, casualmente, o que ninguna persona ha oído jamás, pero aun así se supone que existen porque han dejado un rastro.”

La noche fenomenal es una novela enloquecida, lírica, divertida y llena de sentencias lapidarias: “En la vida hay que hacer como en el jazz: apretar el culo y tirar para delante.” Absténganse los faltos de sentido del humor. ~

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Es editora y miembro de la redacción de Letras Libres.


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