Tres eventos dignos de mención se han llevado a cabo en el transcurso de una semana. Ya desde el viernes 20 de septiembre se había filtrado que Google pretendía ponerse a la cabeza de la carrera por fabricar una computadora cuántica, esto es, basada no en bits que operan en el nivel atómico y molecular, sino en cúbits (bits cuánticos), que operan en un nivel más profundo, el de los cuantos de luz transformada en información. Una computadora, tal como la conocemos, realiza tareas gracias a que puede “entender” un lenguaje binario, basado en una sucesión de unos y ceros. En cambio, las partículas a nivel cuántico prescinden de esta sucesión que acontece en el nivel atómico. De esta forma, una señal no es sucesiva, sino que ambos estados, 1 y 0, pasan al mismo tiempo. Podremos imaginar que la capacidad de contener datos en cúbits será exponencialmente mayor que en una computadora atómica.
Los investigadores involucrados confirmaron el hecho y ofrecieron detalles en un artículo publicado por la revista Nature el miércoles 22 de octubre. Según el reporte, el ingenio de Google consiguió calcular cifras aleatorias en 3 minutos y 20 segundos, operación que a una supercomputadora le tomaría alrededor de diez mil años.
IBM, rival de Google por la llamada “supremacía cuántica”, ha alertado al público a tomar con cautela este anuncio. De hecho, anunció que su sistema, basado todavía en bits atómicos, puede ejecutar dicha tarea en 2.5 días y de manera más precisa. El líder del equipo de Google, John Martinis, adujo que, en todo caso, la distancia es notable, por lo que reiteró su liderazgo en el inicio de esta espectacular carrera por el algortimo de oro que haga volar las nuevas máquinas en un futuro no muy lejano. Si una computadora de 53 cúbits en operación rudimentaria, que no se parece a nada que hayamos visto, ha logrado semejante proeza, ¿qué no podrá conseguir una perfeccionada de 100 cúbits? Sin duda IBM competirá intensamente y algo insospechado saldrá de eso.
Un segundo hito sucedió el lunes 28 de octubre, cuando abrió su ventana al cosmos DESI (Dark Energy Spectroscopic Instrument), localizado en el observatorio del pico Kitt, en Arizona. Como sucede con los viejos telescopios alrededor del mundo en la nueva era de la observación astronómica, a este de 4 metros de diámetro se le ha adaptado un potente detector con cinco mil fibras ópticas, cada una de las cuales actuarán como red de mariposas, capturando la escurridiza luz emanada de cinco mil distintas galaxias cada veinte minutos, día y noche, durante los próximos años. Se piensa que DESI mirará muy lejos, unos diez mil millones de años luz. De esa manera, en algunos años los astrofísicos podrán contar con un mapa más meticuloso de unas 35 millones de galaxias que pueblan el Universo. Además, se buscará la enigmática energía oscura.
Sabemos que, en su primera versión, la teoría del Gran estallido pronosticaba que la expansión del Universo se detendría en forma gradual hasta detenerse por completo, incluso algunos creían que se encaminaría a un Gran apretujón. Nada de eso sucede. En 1998 se descubrió que el universo no solo sigue expandiéndose, sino que lo hace de manera acelerada. Los astrofísicos y cosmólogos piensan que algo de naturaleza desconocida está actuando en contra de la gravedad. A eso se le conoce, por ahora, como energía oscura. No es trivial saber de qué está hecha, pues del total de la composición del Universo, solo un 5% es de materia luminosa, desde los quarks, los organismos, hasta los cúmulos de galaxias. Un 25% lo constituye materia, de la cual tampoco tenemos la mínima idea de qué está hecha, y el restante 70% lo conforma dicha energía inédita.
Tal parece que la clave está en descubrir una fuerza llamada presión de vacío, ocasionada por fluctuaciones subatómicas en el tejido espacio-temporal. Los expertos han calculado que esta fuerza es muchísimo más poderosa que la que podemos observar apartando galaxias. Por tanto, una posibilidad es que su influencia fuese mucho mayor en el Universo temprano, disminuyendo con el paso del tiempo hasta su nivel actual. Pero si no es así, y el nivel se ha mantenido estable desde los primeros tiempos cósmicos, entonces habrá que revisar la teoría. Desde luego, los iconoclastas se fascinan con las ideas de que nuestro Universo forme parte de un multiverso masivo, es decir, que sea uno más en una multitud de universos paralelos, donde en el nuestro la presión de vacío es diminuta, mientras que en otros podría ser mucho mayor. A saber. Como quiera que sea, la vida tal como la conocemos sólo podría darse en un Universo con una presión de vacío baja, como el que habitamos.
Los astrofísicos podrán observar con gran detalle una eterna desconocida, la fuerza de gravedad, en su tierna edad. Las teorías de la gravedad y de la Relatividad general, de Albert Einstein, se pondrán a prueba como nunca antes.
Por último, este miércoles 29 se cumplió el quincuagésimo aniversario desde la aparición pública de internet, y para ello invitamos al lector a revisar la entrevista que publicamos en este blog con uno de sus creadores, el doctor Vinton Cerf (pronúnciese como se escucha en español).
“Apresúrate despacio” (Festina lente), antiguo lema latino que, confiesa Italo Calvino, él adoptó desde temprana edad en su ficción literaria, parece ser el denominador común que anima el espíritu de estas tres aventuras humanas.
escritor y divulgador científico. Su libro más reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).