Reproducimos un fragmento de esta reseña dedicada a uno de los libros fundamentales de Paz; apareció en mayo de 1994 en el número 210 de Vuelta. Esta sección ofrece un rescate mensual del material de la revista dirigida por el nobel mexicano.
Entre Stendhal y Octavio Paz, a quienes podríamos reunir provisionalmente como “pensadores del amor”, existe una diferencia fundamental, que no reside en la disparidad de sus tiempos, ni en el brillo de sus creaciones literarias, sino en una circunstancia humana. La lectura de La llama doble nos revela que, a diferencia del novelista francés que nunca fue correspondido por Matilde Viscontini, quien le inspiró su tratado sobre las pasiones, Octavio Paz es un hombre amado. Del amor es la disección de una quimera o, mejor aún, de una incógnita: por eso, su pretensión matemática, su empeño de relojero de las pasiones, nos despierta sucesivamente incredulidad, impaciencia o una infinita compasión. En cambio, La llama doble lleva impreso, en una invisible tipografía, el vuelo de una verdad íntima, que nos convence y nos conmueve a un tiempo. Descubrimos así que para hablar del amor no basta con haber amado: también es preciso haber sido amado. La llama doble confiesa esta doble necesidad, en la contundencia de sus creencias y en la luminosidad de su estilo.
La llama doble es un libro de defensa y de ofensiva. En su primera faceta, no añade nada radicalmente distinto de lo que el poeta ya había cantado y celebrado en su poesía, particularmente en Carta de creencia, y en otros textos aislados. […] En varias ocasiones, Octavio Paz subraya un hecho poco advertido por otros autores y que se me antoja esencial: “La emergencia del amor es inseparable de la emergencia de la mujer. No hay amor sin libertad femenina.” En efecto, ¿cómo defender al amor que suma cuerpo y alma, sin reconocer a la mujer como persona? Esta observación, que puede parecer de sentido común, apunta lo que fue y sigue siendo un obstáculo mayor para el cumplimiento de la entrega irrestricta que pide el amor.
Con este punto, paso a la segunda faceta del libro; su carácter combativo que, por lo demás, no puede dejar de animar a un libro firmado por Octavio Paz. La ofensiva se dirige contra el sistema capitalista democrático, que ha degradado la vida erótica y el amor, al convertir a los cuerpos en una mercancía sujeta a las leyes del mercado y de la producción en masa. Citaré las palabras de Octavio Paz al respecto, porque algunos de sus lectores se dedican a obviar sus críticas al sistema capitalista para rezongar más a gusto por sus condenas a los sistemas totalitarios. “La semillas y gérmenes de libertad que defendimos de los totalitarismos de este siglo hoy se secan en las bolsas de plástico del capitalismo democrático. Debemos rescatarlas y esparcirlas por los cuatro puntos cardinales. Hay una conexión íntima y causal entre amor y libertad.” ¿Se puede ser más claro? ~