I
El tres de octubre de 2018, el entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, al final de un acto en conmemoración de la masacre estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, se acercó al novelista Paco Ignacio Taibo II y le propuso la dirección del Fondo de Cultura Económica. Fue su destape. Dos días después, en un video publicado en YouTube, este aceptó. En modo socrático, afirmó que solo sabía que no sabía nada:
“Creo que va a ser muy interesante. No tengo en las manos ninguna preparación. Tengo que ponerme a estudiar toda la estructura del libro relacionada con el aparato del Estado; la situación económica de la empresa; la política editorial hasta ahora; la situación de los trabajadores; el impacto de las publicaciones del Fondo entre la gente. Se abre una etapa para mí de abc.”
Impuso igualmente condiciones:
“Tengo que decir nada más algunas cosas. Primero, no voy a renunciar a mi trabajo como colaborador [en realidad creador] en la Brigada para Leer en Libertad. Segundo, no voy a renunciar a mi vida de escritor. Tercero, no voy a renunciar a los trabajos de formación dentro del Instituto de Morena.”
Las preguntas surgieron de inmediato. ¿Entendería el ideario de la editorial fundada por Daniel Cosío Villegas? ¿Comenzaría a leer Historia de la casa. Fondo de Cultura Económica 1934-1994, de Víctor Díaz Arciniega, publicado por el propio FCE? ¿Se esforzaría en comprender la diferencia entre activista y servidor público, entre ideología e institucionalidad? ¿Tendría la capacidad de enfrentar los desafíos del futuro inmediato?
Dos años después, la respuesta que muchos anticipamos se confirma: Taibo II no es capaz.
II
Como profesor de la entonces Escuela Nacional de Economía de la UNAM, Cosío Villegas advirtió que los muchachos no sabían inglés, idioma clave en el aprendizaje de la materia. El Trimestre Económico, publicación pionera, comenzó a cerrar la brecha, y condujo a Cosío a la creación del FCE en 1934. Supo de inmediato que la única manera en la que el proyecto prosperaría era dándole sustento institucional, por lo que se creó una Junta de Gobierno que comprometía al Estado a apoyar esa aventura por el saber.
El Fondo definió su vocación: lecturas destinadas a estudiantes de nivel medio superior y superior, para la formación de los profesionistas que encararían los desafíos del México postrevolucionario. La llegada del exilio español le dio una proyección inusitada. Se sucedieron las colecciones en cada ámbito del conocimiento, más las destinadas a públicos más amplios. También los lectores, en México e Iberoamérica.
La primera sede abrió en Buenos Aires en 1944, bajo la tutela de Arnaldo Orfila Reynal, quien llegaría después a México para encabezar el sello de 1948 a 1965, la etapa de la expansión. La publicación de Los hijos de Sánchez de Oscar Lewis y de Escucha, yanqui de Charles Wright Mills, ofuscaron al presidente Gustavo Díaz Ordaz, y Orfila fue desplazado de mala manera. Lo sustituyó Salvador Azuela, de 1965 a 1970, sin pena ni gloria.
En 1970 Luis Echeverría nombró a Antonio Carrillo Flores, quien sirvió de gozne para la transición. En 1972 lo relevaron Francisco Javier Alejo López y Guillermo Ramírez Hernández. Aunque el FCE, por instrucciones de Echeverría, creció en demasía a lo largo del sexenio y hacia áreas ajenas a su vocación, los directores hicieron un magistral movimiento de ajedrez: designaron a Alí Chumacero director de producción y a Jaime García Terrés director editorial, con lo que la tradición quedó bajo resguardo.
José Luis Martínez (1977 a 1982) enfrentó la primera gran crisis económica posterior a una sucesión presidencial. El “curador de las letras mexicanas”, como lo ha llamado con veracidad Gabriel Zaid, tenía además una verificada experiencia como servidor público, evitó que la editorial se tambaleara, y ajustó y renovó, según fuese el caso, la política editorial. Jaime García Terrés (1982 y 1988) encaró la segunda gran debacle de un sexenio saliente, pero contó con el respeto y apoyo del Ejecutivo entrante, Miguel de la Madrid, para solventar la situación.
Enrique González Pedrero (1988 a 1990) encaró dos rezagos: un inventario que superaba los 10 millones de libros y una sobrecontratación de títulos, muchos vencidos o cerca de estarlo. Entonces rescató y amplió los consejos editoriales para que evaluaran el estatus de cada colección, e inició una estrategia de ventas que ayudara a disminuir el lastre de las bodegas. Miguel de la Madrid (1990 a 2000) se apoyó en esos criterios, continuó la faena de su predecesor, puso orden en las finanzas de la casa matriz y las sucursales, y lanzó proyectos editoriales de encomio, A la orilla del Viento y La ciencia desde México, entre otros. Fue la etapa de la modernización.
Gonzalo Celorio tuvo una estancia breve (2000 a 2002). La editorial retomó el paso con Consuelo Sáizar (2002 a 2009), Joaquín Díez Canedo (2009 a 2012) y José Carreño Carlón (2013 a 2018), en un periodo que se asentó otra vez en el ideario, en lo construido y en lo aprendido.
Los frutos fueron de varia índole: la ampliación de los puntos de venta a nivel nacional, en convenio con los gobiernos de los estados y centros de educación superior; la revitalización de la presencia internacional; el compromiso con el manejo presupuestal aseado y los buenos reportes contables; la relevancia dada a los clásicos contemporáneos de nuestras letras e ideas y el trecho grande avanzado en el cambio digital.
La síntesis es breve y por ende injusta. Omite alcances, desafíos e inclusive desaciertos, todo parte del proceso de una institución cultural viva, en diálogo con el lector hispanohablante y con la época, pero deja constancia de la solidez de la tradición del Fondo.
Esa tradición que el cinco de octubre de 2018 Taibo II prometió que se pondría a estudiar.
III
Taibo II no era mexicano de nacimiento y Morena inició el trámite para el cambio de la Ley Federal de Entidades Paraestatales. El 14 de noviembre de 2018 entregó su renuncia Carreño Carlón, y renunciaron también los consejeros independientes José Woldenberg, Fernando Escalante Gonzalbo y Juliana González, quienes hicieron un llamado de alerta.
Llegó a las oficinas el tres de diciembre como gerente editorial y encargado de despacho, por un edicto del presidente López Obrador. El 16 de enero de 2019 Octavio Díaz Aldret entregó su renuncia a la gerencia general y dos días después la Junta de Gobierno, presidida por el titular de la SEP, Esteban Moctezuma Barrarán, designó a Taibo II director en funciones. El siete de febrero se aprobó la reforma en el Congreso. La llamada “Ley Taibo” se publicó el primero de marzo en el Diario Oficial de la Federación (DOF). Es innecesario recordar el sainete derivado de las expresiones vulgares del escritor en la Feria del Libro de Guadalajara.
Lo que ocurrió entre Taibo II y la tradición del FCE fue un choque de trenes. Rechazó el ideario fundacional y optó por el desplante de autoridad: dio de baja los contratos existentes, cesó al comité editorial de El Trimestre Económico, acusándolo de portavoz del proyecto neoliberal, y disolvió los consejos editoriales.
El tres de marzo, Rafael Rojas, profesor e investigador del CIDE, sintetizaba en su texto “El Trimestre Económico y la izquierda latinoamericana”, las distintas fases de la revista a lo largo de su vida y refutaba la “visión histórica” suscrita por Taibo II.
A cuatro meses de su destape, Taibo II aún no había aprendido el “abc”.
IV
Inicialmente, cambió el espíritu de la editorial. El 11 de marzo de 2019, modificó el Estatuto Orgánico del FCE. Los cambios fueron dados a conocer a la Junta de Gobierno en la primera sesión ordinaria del año, realizada el primero de abril. El artículo dos definía la nueva orientación:
“El Fondo de Cultura Económica tiene por objeto la edición, promoción y distribución comercial y no comercial de libros, y cumple una función social en materia de fomento a la lectura, buscando que sus publicaciones lleguen a todos los sectores de la población, incluso mediante su distribución gratuita.”
El 30 de marzo, en el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, Taibo II compartió su percepción acerca de las filiales: “ir en busca de una trasnacional latinoamericana que convierta el viejo sueño bolivarista en una nueva realidad”.
Para cumplir con esa aspiración, cambió directores en nueve de las diez sedes, y anuló su capacidad de decisión al respecto de los programas de edición de cada una de ellas.
El 28 de marzo nombró a Horacio González, ex director de la Biblioteca Nacional, en la filial de Argentina. Ocho meses después, este renunció: “no me sentía cómodo y me fui”. Taibo II había cancelado contratos y buscaba reorientar la línea editorial. La comunidad intelectual de ese país emitió una carta en protesta, que el director del Fondo ignoró.
El cuatro de abril colocó como gerente de la filial en Colombia al escritor Nahum Montt, cesado en junio de este 2020 por corrupción, abuso de poder y conflictos de interés, a consecuencia de las revelaciones de la Liga Contra el Silencio, que agrupa a 15 medios de comunicación colombianos, y de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Taibo negó las revelaciones, luego las aceptó a medias y anunció la salida de Montt del cargo, pero sin anunciar acciones legales o administrativas en su contra.
El 23 de junio designó a Verónica Ortiz, sin experiencia en el sector, en Madrid. Igualmente cerró la sede en Brasil, y se salvó la de Venezuela porque el Ministerio de Cultura se encargó de su operación mediante la red Librerías del Sur. La apertura de la sede en Bolivia se suspendió.
La “trasnacional latinoamericana” todavía no zarpaba y ya había motines a bordo.
V
Aún sin tener el control de la embarcación que le fue encomendada, Taibo II buscaba ampliar sus horizontes de influencia. Intentó empujar la creación de un Instituto del Libro y la Lectura. Era una idea que, según reportó El Sol de México, mencionó el presidente López Obrador el siete de octubre de 2018, en una llamada telefónica a uno de sus colaboradores del equipo de transición, antes de tomar el avión que lo trasladaría de Aguascalientes a la Ciudad de México, y que quedó en el olvido. Sin embargo, le concedieron a Taibo la red de librerías Educal y la Dirección General de Publicaciones.
En 2018, el último año de Peña Nieto, la red Educal recibió 32 millones 936 mil 736 pesos. En 2019, el año del arranque de la administración actual, la cifra se conservó: 32 millones, 139 mil 534 pesos; una reducción de apenas 797 mil 202 pesos, menos la inflación del año precedente, de 4.7%. Para 2020, el presupuesto subió a 53 millones, 202 mil 054 pesos. Entre 2018 y 2020 hubo, pues, un incremento del 61.9%.
Lo que no hubo fue capacidad de gestión financiera. Para finales de 2019, Educal todavía no había pagado lo correspondiente a las ventas realizadas durante el año que concluía. Además, adeudaba 80 millones de pesos, correspondientes a 2018, a 130 editoriales. En un desplante, Taibo chantajeó: pago el 80% o nada, reportaron las secciones culturales de los diarios. El sector se inconformó.
El director de Artes de México, Alberto Ruy Sánchez, resumió el malestar: es una extorsión, un cobro de derecho de piso; el enemigo de Paco no somos nosotros, sino él mismo. En tanto, en la reunión anual con los autores de Penguin Random House, Roberto Banchik Rothschild, director general para México y Centroamérica, abordó el tema y rechazó el chantaje:
“El señor Taibo ejerció coerción sobre los editores para que aceptaran esta quita o condonación a cambio de recibir 80% del pago. Penguin Random House, junto con un puñado de editoriales, no aceptó ese chantaje. Y quiero aclarar que durante 2020 nos mantendremos firmes en exigir que el gobierno haga frente a sus obligaciones con la industria editorial”.
La red vive en un dilema: es una S. A. de C. V., por lo que debe ser rentable y, a la vez, tiene una vocación social de Estado. Los altos gastos de operación y el pago a los proveedores son la causa central de su déficit. Una alternativa, comentada por exfuncionarios de la red, era volverla un organismo público descentralizado, lo que la facultaría a contar con un presupuesto etiquetado para la nómina, y abrirse al capital privado.
Estas decisiones estratégicas implicarían la participación de la CANIEM, la Asociación de Librerías de México, ALMAC, la Red de Librerías Independientes, RELI, la Alianza de Editoriales Independientes, AEMI, entre otros, para, con una visión de conjunto, formular nuevos planteamientos acerca del futuro de la industria editorial nacional.
La ausencia de visión de Estado del titular del Fondo lo impidió.
Llegaron, entonces, la pandemia de covid-19, la desastrosa política económica gubernamental, el recorte del 70% en gastos de operación para Educal, Publicaciones y el FCE, la crisis global de 2020.
Para colmo, el presupuesto de Educal para 2021 será de 36 millones 757 mil 394 pesos, una reducción del 31% en relación a 2020.
Taibo II no puede culpar a nadie: fue apoyado pero, de cualquier modo, hundió a Educal.
VI
Tan pronto apareció Taibo II, comenzó un via crucis para la Dirección General de Publicaciones (DGP).
En realidad, aunque todavía figura como tal en el organigrama de la secretaría de Cultura (SC), la DGP ya no es más. Desde 2017, la Secretaría de Hacienda asigna la partida presupuestal a una instancia llamada Dirección General del Libro y la Lectura (DGLL), tal como consta en los DOF de ese año a la fecha. Esperemos algún día expliquen qué sucedió.
En enero de 2019, en el contexto de la Feria del Libro de Minería, y aún como encargado de despacho, Taibo II declaró que el FCE, la red Educal y “Publicaciones” trabajaban como una “organización”. Mientras, día a día se ocupaba de la demolición de aquella dirección, lo que causó protestas que trascendieron a los medios.
El presupuesto asignado a la DGLL, en 2018, fue de 144 millones 421 mil 264 pesos. Bajó, en 2019, a 127 millones 306 mil 929 pesos. Bajó otra vez, en 2020, a 68 millones 260 mil 904 pesos. Para 2021, un descenso más, a 56 millones 334 mil 463 pesos. El monto se ha desplomado un 60.9%.
Luego de dos años, no se sabe nada acerca de las 16 colecciones que publicaba la DGP. Los derechos de las obras no se han revisado y se ignora si se transferirán al FCE o cuál será su destino final, de acuerdo con testimonios. Lamentable omisión, ante un catálogo que vivió periodos de excelencia durante las gestiones de Eugenia Meyer (1988 a 1993) y de Alfonso de María y Campos (segunda mitad de los 90).
Por otra parte, para 2018, “Publicaciones” tenía 200 plazas entre mandos, personal de base y de confianza. De esa cifra, 26 trabajadores son miembros del servicio profesional de carrera, y han sido sujetos a continuos hostigamientos para no reconocerles sus derechos.
A la fecha, la dirección cuenta con 135 empleados, un recorte laboral del 32.5%. Hay 81 trabajadores sindicalizados que, en principio, según los dichos de Taibo II y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, serían reubicados, y 28 plazas de confianza, cuyo futuro laboral es incierto.
Las recientes instrucciones de la Secretaría de Hacienda, según las cuales los capítulos 2000 y 3000 serían reducidos al mínimo, no son promisorias. Basta con esperar que se venzan sus contratos, y no recontratarlos. De tal manera, en las cuentas gubernamentales no serían considerados recortes.
Asimismo, aunque Taibo II ha dado órdenes durante ya dos años, no se han hecho las reformas estatutarias ni en Educal ni en “Publicaciones”, que requieren la aprobación del Congreso.
Por tal razón, el director del Fondo habría incurrido en extralimitación de funciones, violación de procesos regulatorios, invasión de atribuciones de otras instancias, más el uso de recursos materiales, financieros y humanos fuera de su competencia, con el aval de la SC, indicaron los expertos en legislaciones culturales Carlos Lara y Arturo Saucedo al diario Reforma.
VII
En los hechos, Taibo II parece considerar a la industria su rival.
La CANIEM lo acusó de competencia desleal, pues ofrecía descuentos inauditos aprovechándose del subsidio gubernamental, y exigió que lo aplicara exclusivamente a las publicaciones del FCE. Sabina Berman le preguntó a Taibo II, en entrevista para el canal de televisión ADN 40, por qué no aplicaba el mismo descuento a los libros de su autoría. La entrevistadora le aclaró que se limitaba a compartir una pregunta que circulaba en Twitter. Taibo II titubeó antes de replicar: “eso es un ataque a Andrés Manuel”.
En 2019, canceló la participación del FCE en la Feria del Libro de Frankfurt, pues aseguró que no tenía nada que ofrecer, y en la FIL Guadalajara, por costosa. Era notorio que concebía el mercado de la industria editorial en el ámbito internacional como si se tratase de los célebres tianguis que organiza a lo largo del país.
Menos aún le ha interesado hacer alianzas con las pequeñas editoriales, de faena heroica y calidad espléndida.
Ejerce su función pública con la actitud patrimonialista que instituyeron los gobiernos del Partido Revolucionario Institucional.
Lanzó, en fin, una desaseada colección, “Vientos del Pueblo”, cuadernillos de entre 9 y 20 pesos con tiro de 40 mil ejemplares, muchos de cuyos títulos se encuentran en línea, copia malograda de Fondo 2000, inspirada en Alianza 100, que a su vez se inspiró en Penguin 60s, recordó el editor de Grano de Sal, Tomás Granados Salinas, en la Revista de la Universidad de México.
Todos estos desaciertos, antes de la pandemia.
VIII
Las cosas tampoco van bien ahora en las oficinas del Ajusco.
El presupuesto aprobado para 2019 fue de 127.9 millones de pesos. El monto se amplió, en el curso de 2019, hasta un total de 315.5 millones.
Para 2020, el FCE recibió una asignación de 135.3 millones. En relación, entonces, con el presupuesto modificado de 2019, la reducción alcanzó el 57% del total, y el 78% del gasto de operación.
Es por ello que el 11 de febrero, el Fondo pidió a la SEP, a través del oficio DG/013/2020, una ampliación de 207 millones, para alcanzar los 342.3 millones, un aumento de 8.9%.
No obstante, para la segunda reunión ordinaria, realizada el 29 de junio de 2020, no había sido aprobado. La falta de ese apoyo colocó al FCE ante diez “factores de riesgo” (la sintaxis es del director del FCE, quien suscribe el documento de la reunión:
- El incumplimiento de las metas establecidas en la Matriz de Indicadores de Resultados 2020 (MIR), lo que implicaría realizar ajustes a la baja de las mismas,
- La limitación para mantener el catálogo histórico de la entidad,
- La imposibilidad para la publicación del programa editorial previsto para 2020,
- La restricción en la creación de nuevos proyectos editoriales,
- Complicaciones para impulsar la cultura a los sectores más vulnerables de la población, a través del acceso de obras y materiales educativos a bajo costo,
- La imposibilidad para dar continuidad a los programas de promoción a la lectura,
- La reducción en la adquisición y abastecimiento de Otros Fondos Editoriales para la red de librerías del FCE,
- La disminución en la participación del FCE en las ferias del libro,
- La limitación en la apertura de librerías, y
- La reducción de la meta de ventas, que tiene como consecuencia la disminución en ingresos propios y el presupuesto de gasto de la entidad.
El FCE entró en coma. Y para 2021, el Fondo contará otra vez con un presupuesto disminuido de 151 millones de pesos. De ese total, 120 millones se destinarían al gasto corriente y a los sueldos, y 31 mdp a la producción de libros.
IX
Ya en plena crisis sanitaria, Taibo II suspendió la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, sin buscar alternativas, como era su responsabilidad institucional. Y a finales de agosto de 2020 expresó su desasosiego.
El recorte de 75% al gasto operativo era “una puñalada”. De los 650 libros que planeaba para 2020, solo concretaría 250. La reapertura de las librerías arrojaba ventas apenas del 5 al 8%. Pronosticó: “Puedo presuponer que sobreviviremos, que el Fondo sobrevivirá hasta diciembre. Educal está más difícil. El peligro en Educal es más grave.”
Sobre la fusión FCE-Educal-Publicaciones, contradijo sus dichos de principios de 2019, y atinó a decir: “[…] Ahí vamos […] es un trabajo de ingeniería administrativa más o menos complicado”.
Ni dudarlo.
Lo advertimos en un texto del primero de enero de 2019, “El Instituto del Libro y la Lectura: por dónde empezar” en Confabulario. Por el bien de todos, debe renunciar. Y la Junta de Gobierno proponerle una terna al secretario de Educación, para que sea puesta a la consideración del Ejecutivo, y de ella surja un relevo capaz.
Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.