Grano de arena

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En aquel tiempo dijo AMLO a Sus discípulos que “la embestida contra el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) es encabezada por Felipe Calderón con la intención de acabar con un organismo gremial combativo”.

Caramba. Aunque circula información, no desmentida, en el sentido de que el organismo gremial combativo es tan caro e ineficiente como combativo.

Cada trabajador del SME que presta sus servicios a la compañia Luz y Fuerza del Centro (LFC) produce 751 megawatts por año, mientras que cada uno de los trabajadores del SUTERM (Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana), que trabaja para la Comisión Federal de Electricidad (CFE), produce 2 mil 400 megawatts.[1]

La compañía LFC tiene 40 mil trabajadores en activo y 23 mil en retiro, mientras que la CFE tiene 80 mil.

LFC recibió un subsidio de 35 mil millones de pesos en 2007, mientras que la CFE recibió menos del doble. Pero si LFC se encarga de dar servicio a 130 municipios, la CFE se encarga del resto del país y atiende tres veces más población.

El SME recibe 160 millones de pesos anuales por concepto de “cuotas sindicales”. El SUTERM recibe por el mismo concepto 225 millones, aunque tiene el doble de trabajadores (activos) afiliados.

Son trabajadores a los que les va mejor que a otros: un cajero del SME gana 16 mil pesos al mes. Más que un profesor de tiempo completo de la UNAM. Y, sobre todo, se pueden jubilar a los 45 años de edad, con el 150% de su salario. Esto me parecería celebrable si la empresa, en vez de estar en quiebra, ganara dinero, cosa que no acostumbra hacer desde hace 90 años.

Por otro lado, según la prensa reciente, LFC vende 80 mil 821 dólares por trabajador al año, mientras que la CFE vende 229 mil 368 (pero la compañía portuguesa EDP vende un millón, 424 mil dólares por trabajador).

En la página web del SME no se dice mucho sobre esto. En cambio se puede escuchar, virilmente entonado, mientras se muestran imágenes de su líder sindical, el “Himno de los Electricistas”.

Comienza así:

POR NUESTRAS MANOS PASA LA FUERZA

QUE ES EL GRAN NERVIO DE LA CIUDAD ,

TODOS PONEMOS GRANO DE ARENA

PARA AUMENTAR LA PROSPERIDAD.

POR UN DERECHO JUSTO LUCHAMOS,

Y ES NUESTRO IDEAL QUE EL TRABAJADOR

EN SUS CONQUISTAS SEA RESPETADO,

PARA UN MAÑANA, VIVIR MEJOR…

Ese mañana (“nuestra meta será siempre un futuro promisorio”, como decía Fidel Velázquez) quizás se refiera al hecho de que los trabajadores del SME se jubilan de la empresa, pero no del sindicato (como explican Javier Melgoza y Rafael Montesinos en un libro interesante: Representativiad, democracia y legitimidad en el SME, publicado por la UAM-Plaza Janés en 2002 que se puede leer, parcialmente, en google).

Lo bueno es que los demás sindicatos mexicanos -esos casos anómalos de inciativa privada disfrazada de organismo gremial combativo-, como el de la maestra Elba Esther, el de Romero Deschamps, el de Agustín Rodríguez, el de Napoleón y bastantes otros, sí son honestos, son eficientes, son justos y hasta correctos y sus himnos son peores.

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[1]Las cifras las toma Héctor Aguilar Camín, en su columna del Milenio el 5 de octubre, del libro La reforma cautiva de César Hernández (CIDAC, 2007).

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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