Desde el viernes 13 de febrero un obeso sistema anticiclónico se sentó arriba de la ciudad de México y disparó los puntos IMECAS que la Comisión Metropolitana Ambiental emplea para medir la calidad del aire. Los medidores alcanzaron la cifra de 168 puntos, lo que significa que se ha ingresado a una “pre-contingencia ambiental”, lo que supone daños a la salud de quienes se exponen a andar al aire libre.
La “pre-contingencia” ambiental (que es como un “pre-desastre” o un “pre-caos”) no impidió, sin embargo, que se llevaran a cabo varios acontecimientos de los que daremos cuenta estos días.
1. Caricia simultánea
Como un desagravio al beso humano al que recientemente le faltaron al respeto las autoridades de Guanajuato, el gobierno del Distrito Federal (GDF) organizó un beso multitudinario en el zócalo de la ciudad de México. Además de buscar romper el récord mundial Guinness de “cantidad de personas besando simultáneamente”, el GDF informó en su página web que
de esta manera refrenda su compromiso por hacer de la Ciudad de México la ciudad de la tranquilidad, la seguridad y el sano esparcimiento, a través de la apropiación del espacio público por parte de los capitalinos.
Por su parte, un progresista cuanto indignado por la injusticia en general periódico informó que
Se pretendió que fuera un beso con sentido por lo que previo a la caricia simultánea se impartieron talleres de sexualidad, proyección de cortometrajes y el exhorto de una adolescente de la colonia Morelos a besar como “acto de protesta contra la violencia”.
Para asegurarse de que lograrían romper el récord, las autoridades del GDF aprovecharon que más tarde iba a haber un concierto gratuito (cortesía del GDF) en el que iba a cantar un señor famoso que se hace llamar “El Charro de Huentitán”.
Este “El Charro de Huentitán” es un charro de ornato metido en unos espectaculares trajes de charro color pastel muy nuestros bordados en oro, platino, diamantes y uranio. Tiene una voz nasal viril y hace unos portamenti quejumbrosos que ponen de manifiesto cuánto ama en general, sobre todo a la mujer. Su cabeza es blanca, sus patillas monumentales, y sus cejas y bigote parecen tres tiras de cinta aislante. Todo esto se encuentra debajo de un sombrero de charro del tamaño de un ovni. (De hecho, mientras cantaba su éxito “Besos de amor bonito tengo”, se abrió una puerta en la copa de su sombrero, de la que salió un extraterrestre tamaño natural que previsible y solemnemente dijo “klaatu, barada, nikto”.)
Bueno, la cosa es que como no había suficientes besadores, las autoridades esperaron a que se comenzaran a juntar los admiradores de “El Charro de Huentitán” y les pidieron que se besaran simultáneamente. 39 mil 897 personas obedecieron y se besaron simultáneamente ante las autoridades durante un mínimo de diez segundos (se calcula que durante esos diez segundos mínimo cambiaron de residencia 236 litros de saliva). El antiguo récord (veintinueve personas en Asunción, Paraguay, en 1956) cayó por tierra. Luego del beso simultáneo, azuzados por los animadores, en sano esparcimiento los besantes le mentaron la madre a la ciudad de Guanajuato. El GDF dejó caer de los edificios mantas que decían “¡Lo logramos!”.
Se ignora si hay un convenio entre la empresa Guinness (una empresa cultural dedicada a las humanidades con sede en el Reino Unido) y el GDF, pero este es el tercer récord mundial que se implanta en el zócalo capitalino. El primero fue el récord mundial de “más personas encueradas juntas” (mayo de 2007) y el segundo, el récord mundial de “ver cuánto tiempo se puede exhibir una gran fotografía de Stalin al aire libre en pleno siglo XXI sin que a nadie le dé vergüenza” (julio de 2006).
Pero mientras la gente se besaba y escuchaba cantar a “El Charro de Huentitán” se apareció un monstruo silencioso en el zócalo que…
¡No se pierda el siguiente capítulo de…
AIRE LIBRE!
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.