Rara vez he anotado mis sueños, según aconsejan psicoanalistas y surrealistas, y no creo que sirvan mucho como material literario. Los sueños “logrados” escritos por poetas o novelistas los encuentro sospechosos de haber sido inventados en la vigilia o tan arreglados que no me convencen.
Pero lo que una noche de hace años una voz sin rostro me susurró, no precisamente en un sueño sino en un estado intermedio entre el dormir y el velar:
LAS DIOSAS SE ALEJARON BAMBOLEANDO SUS NALGAS MARMÓREAS,
con el uso transitivo del verbo intransitivo bambolear, con el ritmo danzante del gerundio bamboleando, y con la concreción, el peso, el otro ritmo que le dan las dos palabras finales y el esdrújulo de la última, me parece un hallazgo fonético, musical, plástico, que no sé si puedo considerarlo cabalmente mío (en la medida en que los sueños sean realmente propiedad nuestra) o atribuirlo a una lectura inconscientemente recordada. Pero por ahora le agradezco el hallazgo a Hipnos, el dios de párpados cerrados, e intento un poemínimo:
Las diosas se alejaronbam
bo
leando
sus nalgas marmóreas.
Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.