Nunca se hablará lo suficiente de la importancia de las genealogías, ya sean literarias o artísticas, más aún si nos movemos en un sistema artístico androcéntrico que las da por supuestas y asumidas.
En 2015 estalló una rebelión en el Festival International de la Bande Dessinée d’Angoulême, el más importante dedicado al cómic en Europa, al no haber ninguna mujer nominada al premio a la trayectoria. La ya de por sí conflictiva situación implosionó cuando uno de los mandamases del Festival dijo que si no había mujeres en la selección, era sencillamente porque no había habido autoras de cómic en la historia del medio. Afirmaciones de este tipo, además de demostrar un gran desconocimiento por parte de quien por su cargo no debería tenerlo, pone de manifiesto que la inexistencia de una genealogía de autoras de cómic contribuye a que al ser estas consideradas fenómenos aislados, nunca se las tome en serio.
Si la historia de la literatura y la pintura parecen estar conformadas básicamente por hombres, ¿qué impresión puede recibir una joven autora de cómic, la cual solo conoce la existencia de mujeres autoras de forma aislada y casi heroica, y la única percepción recurrente que tiene de la mujer en el medio es su representación hipersexualizada de resultas de la male gaze?
Conscientes de la necesidad de la elaboración de genealogías que permitan la creación de un imaginario colectivo compartido de autoras que demuestren la existencia de una tradición y de un horizonte real de posibilidades (si ellas han podido, yo también puedo), han surgido diversas iniciativas, también un tanto atomizadas, que parecen estar creando una red de complicidades entre diferentes agentes del cómic (autoras, investigadores, editoras, etc.). Algunas han acabado cristalizando en un proyecto de carácter transnacional, la exposición y catálogo: Coordenadas gráficas. Cuarenta historietas de autoras de España, Argentina, Chile y Costa Rica.
El proyecto, cuyo origen es institucional (está respaldado por el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo, entre otras instituciones), está coordinado por Carolina Chávez y ha sido comisariado por Elisa McCausland, Mariela Acevedo, Paloma Domínguez Jería, Isabel Molina e Iris Lam. Resulta destacable que los esfuerzos en investigación herstórica siguen estando impulsados y elaborados por mujeres, como si fuesen un aspecto que solo nos afectase e interesase a nosotras, y no tuviese nada que ver con el acervo cultural de una nación o de una disciplina artística.
Sin embargo, se trata de un paso más en una historia que ya viene de lejos. En este han tenido mucho que ver experiencias anteriores como Diálogos y Paisajes Interoceánicos. Mundos íntimos y experiencias públicas en historietas de autoras, la exposición Presentes. Autoras del tebeo de ayer y hoy (comisariada por Elisa McCausland y Carla Berrocal) e impulsada por el Colectivo de Autoras de Cómic y Nosotras contamos. Un recorrido por la obra de autoras de historieta y humor gráfico de ayer y yo (comisariada por Mariela Acevedo) e impulsada por la colectiva Feminismo Gráfico.
Coordenadas gráficas nos presenta a 41 autoras, la mayor parte de ellas relativamente jóvenes, aunque sobre todo en el caso de España y Argentina nos encontramos con auténticas pioneras pertenecientes a la generación boomer, como Laura Pérez Vernetti, Montse Clavé o Patricia Breccia, y grandes talentos del cómic que han abandonado el medio, no sabemos si por su precariedad, como es el caso de María Colino.
Una observación atenta nos muestra que la selección de autoras refleja la idiosincrasia de la tradición de cada uno de los países, así como aquellas influencias a las que han sido más receptivas. La vinculación entre cómic europeo (sobre todo francés e italiano) y una parte de las dibujantes argentinas es evidente, así como la influencia del manga, la Nouvelle BD y el cómic alternativo norteamericano en las generaciones más jóvenes del cómic español).
El compromiso político también es dispar. Mientras que en el caso de las autoras españolas más jóvenes detectamos un cierto ensimismamiento (frecuente en el cómic occidental, por otra parte) y en algunos casos una destacable tendencia al esteticismo (pensemos en Mayte Alvarado); las autoras chilenas, en cambio, están imbricadas en la situación política de su país, sus historietas están imbuidas de un feminismo que ha jugado un papel importante en el agitado cambio político que está experimentando el país. Un ejemplo claro lo encontramos en los cómic de Panchulei, con una estética un tanto naíf pero con un discurso político explícito, o en otro registro el de Maliki. La vinculación con el feminismo también es manifiesta en el caso de las autoras argentinas, tal vez con la figura de Sole Otero a la cabeza, ya que es la autora que ha conseguido más repercusión internacional.
En el caso de Costa Rica, las nuevas generaciones han venido a suplir el vacío anterior en el que durante 50 años de historieta solo se tenían registrados 6 nombres femeninos. Como en muchos casos, la situación existente nos muestra unas obras que se mueven dentro de la escena underground contemporánea, en el que el dibujo de cómics, más que una salida profesional es un acto de militarismo, como por ejemplo Daniela Acuña y Mónica Morales.
En todos los casos, fenómenos como la autoedición y la eclosión de las redes sociales han sido los instrumentos que han permitido a estas autoras saltarse las barreras de acceso impuestas por el género predominante y conseguir una visibilidad no mediatizada. Pensemos en el caso del colectivo internacional Chicks on Comics, imposible sin la existencia de internet.
La sororidad entre las autoras españolas y latinoamericanas es todo un acontecimiento, puesto que la obra de las segundas raramente llega al mercado español, y no solo por cuestiones de género. Queda mucho camino por recorrer en cuanto a la creación y sobre todo difusión de las genealogías de autoras de cómic, pero el camino se ha iniciado y no parece tener la intención de pararse a no ser que sea para tomar impulso.
Es editora especialista en cómic.