El primer número de Plural vio la luz en octubre de 1971. Bajo la dirección de Octavio Paz y publicada por el Excélsior de Julio Scherer, la revista se convirtió en un espejo de la realidad mexicana e internacional durante la primera mitad de los años setenta. En sus 58 números desfilaron por sus páginas lo mismo jóvenes escritores que en ese entonces eran desconocidos, como Alejandro Rossi o Ulalume González de León, que grandes pensadores reconocidos a nivel mundial, como E. M. Cioran, Noam Chomsky, Daniel Bell, entre otros. Esta diversidad de colaboradores es una muestra del diálogo abierto que fomentó Plural desde su nacimiento. A pesar de que Paz estuvo involucrado en todos los aspectos de la producción de la revista, así fuera a la distancia mientras trabajaba como profesor en Estados Unidos, Plural no fue la visión de un solo hombre, sino un esfuerzo colectivo por incluir a México en la discusión crítica de los temas políticos, culturales y artísticos de la época.
Christopher Domínguez Michael, Malva Flores y Maarten van Delden reflexionan sobre la actualidad de la revista, la presencia de Paz, los conflictos con los otros grupos culturales del momento y sus semejanzas y diferencias con Vuelta.
Christopher Domínguez Michael (CDM): Para conmemorar los cincuenta años de Plural, en Letras Libres, estuvimos publicando mes con mes un perfil de cada uno de sus legendarios protagonistas, escritos por autores jóvenes, y cada martes en el sitio web recuperamos alguno de los poemas que aparecieron en sus páginas. Yo tenía la preocupación de que aquello fuera un mundo prehistórico, pero gracias a este rescate han surgido visiones frescas, novedosas de Plural y de sus colaboradores. Creo que fue un acierto dejar la relectura de Plural a los más jóvenes.
Malva Flores (MF): A mí me ha gustado mucho ver la recepción que han tenido los poemas en redes sociales y ello comprueba que Plural fue una revista que publicó a los grandes poetas de su tiempo y a los que más tarde lo serían. Resulta también notable la capacidad de Paz para hacer de la revista un espacio hispanoamericano de la poesía y de las traducciones de poesía en otras lenguas. Allí hubo espacio para todo tipo de poesía, desde la experimental o colectiva, hasta la más tradicional. Por sus páginas transitaron los poetas concretos, José Carlos Becerra, Ulises Carrión, Gerardo Deniz, Isabel Fraire, Ulalume González de León, Louise Glück, Roberto Juarroz, Juan Liscano, Henri Michaux, Eugenio Montale, José Emilio Pacheco, Nicanor Parra, Carlos Pellicer, Alejandra Pizarnik, Arthur Rimbaud, Gonzalo Rojas, Jaime Sabines, Tomás Segovia, Charles Simic, Guillermo Sucre, José Ángel Valente, Blanca Varela, Ida Vitale, Cintio Vitier, Ramón Xirau, Saúl Yurkievich, Gabriel Zaid… La lista es larga. La lista es plural.
Maarten van Delden (MVD): Me alegra mucho saber que estén haciendo esta revisión de Plural. A mí me parece que es una revista que sigue teniendo una gran actualidad. Por ejemplo, su defensa constante de la libertad de expresión sigue vigente en estos tiempos en que, en muchos lados, se empieza a cuestionar de nuevo ese principio y a asociarlo con una posición derechista, lo cual a mí me parece completamente equivocado. En los años noventa se pensaba que esa defensa ya no era actual o necesaria, ya que la oposición a la libertad de expresión era una postura marginal, pero los nuevos tiempos han demostrado que el tema tiene una gran relevancia para nuestra época. Al repasar algunos de los números de Plural, uno ve esa toma de posición muy elocuente y con mucha fuerza.
CDM: Los años setenta fueron siniestros, los de Pol Pot y Pinochet. En América Latina, los militares pululaban en el Cono Sur: en Chile, en Argentina con Videla y con la junta cívico-militar en Uruguay; la Revolución cubana estaba en el máximo de su prestigio, inatacable, y a muchos países de África y Asia los regían dictaduras marxistoides, para no hablar de China y la Unión Soviética, dueñas del porvenir. Cincuenta años después, tenemos regímenes autoritarios o democracias, como dice Maarten, donde la libertad de expresión está siendo puesta en duda no solo por la derecha, sino por la izquierda. Estamos, como en los setenta, en un escenario donde la democracia no parece, como ocurrió en los noventa, un valor asegurado, ni tampoco el fin de la historia.
MF: Particularmente en el caso de la política mexicana ahora vemos que hay un regreso a los setenta, por lo que es muy pertinente leer Plural y las discusiones que existían en ese momento. También, algo que pocos quieren ver es la permanente defensa de las minorías que se hacía en la revista. La gente suele describir a Plural como una publicación de los “hegemónicos” o los “conservadores”, pero no ven que en sus páginas se defendió la despenalización del aborto, a los escritores perseguidos por las dictaduras sudamericanas, a las mujeres y a los homosexuales. Hoy tenemos un regreso fatídico a los momentos en que vivió la revista, de modo que leer Plural es como leer el día de hoy. Si uno se acerca a los artículos de Zaid, Paz, Daniel Cosío Villegas o a la sección “Letras, letrillas, letrones”, en su última etapa, está leyendo cosas que suceden en nuestros días.
MVD: Al comentar la trayectoria de Paz, muchos críticos señalan los años setenta como el momento en que se convierte en derechista, pero a mi parecer nunca se convierte en uno. Claro que Paz cambió sus posturas políticas, pero, si uno revisa los números de Plural, hay en primer lugar una constante defensa del ideal del socialismo. Y en segundo lugar, como decía Malva, es palpable una defensa de las minorías y del feminismo. Hay un momento muy cómico en una entrevista que le hacen a Elena Poniatowska que aparece en A treinta años de Plural, libro coordinado por Adolfo Castañón, Danubio Torres Fierro y Marie-José Paz, donde ella recuerda que Paz le pidió un artículo sobre la despenalización del aborto en México y ella le preguntaba por qué le tocaba “todo lo feo” y tenía que ocuparse de lo que llamaba “la obra negra”. Dice que hubiera preferido escribir un poema, “como Ulalume”. A pesar de eso escribió el artículo, el cual constituye un buen ejemplo de la postura de Paz en favor del feminismo.
Otro aspecto que me parece muy revelador en cuanto al perfil político de la revista es que ahí publican Noam Chomsky, Eric Hobsbawm y otros historiadores marxistas. Además, son notables las relaciones que Plural establece con publicaciones estadounidenses como Dissent, The Nation, The New York Review of Books, todas revistas liberales o progresistas, de izquierda moderada o no tan moderada; por ejemplo, Dissent era una revista que defendía el socialismo democrático. El resultado es que Plural se encuentra mucho más a la izquierda del panorama político de la época de lo que se suele reconocer. Incluso aparecen en ella textos que expresan simpatía por el maoísmo, pienso en el artículo del sinólogo estadounidense Jim Peck publicado en julio de 1972 donde defiende a la Revolución Cultural china. Para mí, claramente es una revista que está a la izquierda, no a la derecha. No es una revista conservadora como muchas veces se ha dicho.
MF: Yo tampoco creo que sea una revista conservadora desde ningún punto de vista. Baste ver que nace al margen del boom y publica a los artistas vanguardistas de su tiempo. Es muy interesante leer la correspondencia de Paz en ese momento: uno puede advertir, por ejemplo, que publicaron efectivamente a varios escritores del boom –salvo a García Márquez porque no llegó a tiempo una entrevista que le habían hecho–, pero aparecieron otros muchos escritores que hoy son más reconocidos por los jóvenes, como Severo Sarduy, Fernando del Paso, Elizondo o Cabrera Infante. John King establece en Plural en la cultura literaria y política latinoamericana esa marginalidad de Paz como poeta frente al boom, que está hecho por narradores, mediante el recuerdo de una acuarela del caricaturista Abel Quezada, publicada en 1983 en el New York Times, en la que aparecen Borges, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Fuentes y Paz sentados en una mesa y Rulfo, solo, en otra. Entonces, a mí me gusta imaginar a Plural como una respuesta de Octavio Paz a la mercantilización del boom al oponerle una revista hispanoamericana con intereses más diversos.
MVD: Aun así el boom tiene un papel importante dentro de la revista. Los ensayos de Emir Rodríguez Monegal, que después recoge en forma de libro, están entre los primeros textos que ofrecen una codificación de qué es el boom. Además, Fuentes publica en la revista, no con la frecuencia que le hubiera gustado a Paz, pero no cabe duda de que tiene una presencia importante. En Plural aparecen fragmentos de Terra nostra, ensayos sobre el arte de la novela y la participación de Fuentes en el debate con Zaid. El motivo por el cual García Márquez no llegó a colaborar fue una cuestión práctica. Vargas Llosa publica en Plural textos clave dentro de su trayectoria intelectual –sobre Camus, la Revolución cubana y la situación política en el Perú, entre otros–. También me parece muy interesante la presencia de Cortázar que publica varios textos, entre ellos uno sobre Neruda cuando fallece en 1973 y una entrevista que le hace Poniatowska donde el autor argentino reitera su apoyo y fervor por la Revolución cubana. Sabemos que Paz tenía una fuerte amistad con Cortázar y por eso, a pesar de las diferencias, lo seguía incluyendo en la revista y eso sí diversifica el perfil. Ejemplos de este tipo demuestran que la revista es el esfuerzo de un grupo, pero también de las relaciones individuales y de amistad de Paz con otras figuras culturales de la época. Por eso la revista se llama Plural, por el pluralismo que a veces se ha cuestionado, pero que yo creo que sí existe y muchas veces es el resultado de esas amistades que incluían a muchas de las figuras principales del boom.
CDM: Había dos proyectos que no eran enemigos, pero sí rivales: el proyecto del boom y el proyecto de la revista de Paz, quien respetó a los novelistas y desarrolló Plural paralelamente a ellos. Pero, como ocurrió con toda la literatura latinoamericana, el momento de ruptura se da en marzo de 1971 con el caso Padilla. En los setenta Paz es un pensador de izquierda y desde luego que Plural es una revista de izquierda heterodoxa.
Paz crea Plural, pero Plural forma el grupo de Paz y esta es una alianza no muy frecuente en la historia literaria porque el poeta pertenece a otra generación. Paz regresa a México de la India, pasando por las universidades anglosajonas, con la idea de formar un partido político de izquierda. Pero obviamente hacer un partido político no estaba en el estilo de Paz y es el momento en que Zaid asume indispensable una revista. De ahí que Plural fuera muy refrescante para el mundo de los adultos –lo digo como niño testigo de la lectura que se hacía en mi casa de Plural, que venía con Excélsior, al cual estaba suscrito todo el México lector–, una revista fundamental porque traía ideas radicales y alarmantes en los tiempos del absolutismo priista. En el contexto mexicano, Plural aparece después del Halconazo, la matanza de estudiantes en San Cosme en junio de 1971, cuando Paz le da el beneficio de la duda a Echeverría para que demuestre que ha sido la extrema derecha de su gobierno la que provocó la masacre, pero obviamente no demuestra nada porque el autor intelectual es el propio presidente. Meses después, Paz retira aquel voto de confianza, cosa que no hacen Fuentes y Fernando Benítez. A raíz de esto, aunque Fuentes no se aleja del todo de Plural, se da una tensión política entre ellos más grave que cualquiera de las que había existido antes.
MF: Ahí empieza la gran polémica de los intelectuales que duró veinticinco años, cuando Benítez dice “Echeverría o el fascismo”, Fuentes defiende al presidente y Zaid escribe su famosa “Carta a Carlos Fuentes”. Hay un asunto que, desde mi punto de vista, no es tan visible en la crítica y que, sin embargo, tiene una importancia capital: el papel de Carlos Monsiváis. Benítez les deja La Cultura en México a cuatro directores, uno de ellos Fuentes, y luego se la hereda a Monsiváis. Fuentes empieza a publicar más en Plural y hay una carta en la que Paz le dice que él y Benítez no deberían quejarse de Monsiváis porque él les había dicho que la casa a la que verdaderamente pertenecían era Plural. Si uno revisa el papel de Monsiváis en La Cultura en México se da cuenta de que ahí no solo se enfrenta directamente con Plural, sino que reúne a su alrededor a jóvenes académicos que inician una larga y a veces cruenta discusión con el grupo de Plural y luego de Vuelta. Así es como se van perfilando polémicas posteriores entre el grupo de Paz y el grupo que inicia con Monsiváis, quien curiosamente no llamó a sus mejores amigos, Pacheco o Pitol, para seguirlo en ese enfrentamiento.
CDM: La generación de 1932 aliada con Paz logró un grupo muy potente que va a dominar la cultura mexicana hasta fin de siglo. Y en efecto, en la otra esquina estaba el grupo de Monsiváis. El fin de Plural en julio de 1976, el inicio de Vuelta en diciembre de ese año y el inicio de Nexos en enero de 1978 están permeados por la famosa polémica entre Paz y Monsiváis. A partir de Vuelta y de que Nexos de alguna manera opaca a La Cultura en México, el suplemento de Siempre! que capitaneaba Monsiváis, Carlos se vuelve una especie de oposición leal a Paz. Incluso en los años de Vuelta, las posiciones de Paz y de Monsiváis eran muy distintas públicamente, pero hablaban por teléfono con mucha frecuencia. Supongo que peleaban por ese medio, pero nunca se rompió el canal de comunicación, y no se rompió por una razón: el Ogro Filantrópico era demasiado aplastante como para darse el lujo de que las distintas oposiciones estuvieran peleadas, cosa que todavía no ocurre en la actualidad. Es decir, había un programa que era la democratización del país, fuera hacia la democracia sin adjetivos como luego diría Enrique Krauze, o fuera hacia la llamada democracia socialista, la dictadura del proletariado. Cuando entrevisté a Tomás Segovia para la serie de Historia de la literatura mexicana, le pregunté cómo era la discusión política en Plural, y me dijo: “Ah, pues era muy fácil, todos estábamos en contra del PRI.”
MVD: Creo que fue Monsiváis quien se burló de Paz al decir que era el primer disidente ruso nacido en México. Era una forma de preguntar: “¿Por qué te preocupas tanto por lo que está pasando en la Unión Soviética?” Me parece que esa actitud por parte de Monsiváis fue un gran error, y creo que Paz estuvo en lo correcto al enfocar la atención de la revista no solo en lo que estaba pasando en la Unión Soviética, sino también en la China maoísta. Paz entendió algo que Monsiváis en ese momento no: lo que estaba sucediendo en el resto del mundo era relevante para México. La mirada de Plural era sumamente amplia. Y, al mismo tiempo, sí prestaba mucha atención a la cultura nacional, a los escritores nacionales, a la historia y cultura de México, así que creo que había un equilibrio muy atractivo.
MF: Al respecto, me parece interesante que a Paz se le haya acusado en México de ser un intelectual extranjerizante por traducir y publicar a escritores de otros países, pero se desconocen las razones. Al leer la correspondencia de Paz uno se da cuenta de que está desesperado por lograr que Tomás Segovia consiga a alguien que escriba en México sobre política o economía, por ejemplo. Nadie quiere escribir: ni Monsiváis ni Fuentes u otros más. Entonces Paz, que está en Estados Unidos, les pide a sus amigos que escriban para la revista. Es increíble ver cómo, en los primeros años de Plural, la sección “Letras, letrillas, letrones” se escribe con las noticias, recortes de revistas de todo el mundo y comentarios que Paz hace sobre estos y envía a Segovia. Así, su actitud supuestamente extranjerizante se debía a que, por un lado, los mexicanos no querían publicar en Plural y preferían hacerlo en La Cultura en México y, por otro, a que Paz siempre tuvo una mirada más amplia que aquella que se restringe a observar lo que ocurre en el patio de su casa.
MVD: Paz publica en la revista a mucha gente de Harvard, a quienes seguramente conoció durante sus estancias como profesor visitante en aquella institución. Esas redes personales de Paz son muy significativas en el enriquecimiento de la oferta de Plural. Por ejemplo, la presencia de Roman Jakobson. Aunque Paz tenía una aversión al posestructuralismo, sentía algunas afinidades con el estructuralismo. También publica a John Kenneth Galbraith, un economista muy destacado, y al eminente sociólogo Daniel Bell, ambos vinculados con la Universidad de Harvard.
CDM: Plural también publica a Susan Sontag, la variante estadounidense del posestructuralismo. Y qué decir de Claude Lévi-Strauss y de Roland Barthes, a pesar de que este no gozaba de las simpatías de Paz. Severo Sarduy los presentó en París y no congeniaron. Aunque Paz desde luego era muy refractario al pensamiento posestructuralista, a excepción de Jakobson, que no fue exactamente posestructuralista, y de Lévi-Strauss, siempre entendió, y esto sí lo vivimos quienes trabajamos con él en Vuelta, que había un límite entre sus preferencias intelectuales personales y la pluralidad, precisamente, de una revista.
En los setenta existen dos espacios importantes en donde la cultura mexicana se encuentra con el pensamiento internacional: las traducciones de la editorial Siglo XXI, responsable de la entrada a México de todo el pensamiento estructuralista y posestructuralista, desde Lacan hasta Althusser, y Plural. Al fundarla, Paz puso al país y a América Latina en sintonía con el siglo. Cuando viene en 1976 el golpe de Echeverría contra Excélsior, no solo los colaboradores y lectores mexicanos lo lamentaron. La asfixia de Plural fue vista como un duro golpe para la literatura disidente en México, en América Latina y en la España recién salida del franquismo, desgracia que por fortuna se reparó muy rápidamente con la aparición de Vuelta en diciembre de ese año. Recuerdo que Goytisolo me contó su desconsuelo. La naturaleza de ventana al mundo que significó Plural dejó entrar a todas las corrientes de pensamiento académico y no académico o de la contracultura a México. Y sí, prácticamente no hay inteligencia latinoamericana entre la centroizquierda y la izquierda que no haya publicado en sus páginas.
MVD: En cuanto a la cuestión política, estoy de acuerdo con que Paz nunca abandonó esa especie de afinidad que tenía desde joven por el discurso socialista. Es verdad que en los años noventa su discurso es distinto al de Plural, ya no se puede describir como un discurso abiertamente socialista. Todo el debate político se va desplazando con la pérdida de las ilusiones en torno a los ideales revolucionarios o a una futura utopía. Sin embargo, a Paz le siguen preocupando la desigualdad, la repartición justa de la riqueza, la justicia social; sigue criticando a la sociedad capitalista, sobre todo en sus aspectos culturales y espirituales; sigue siendo un crítico de la sociedad consumista, así que mantiene una fidelidad a un discurso que de ningún modo se puede describir como conservador o derechista. Aunque, claro, también en esos años surge una defensa del libre mercado que no se escucha en Plural, a excepción quizá de algunos artículos de Gabriel Zaid y Leszek Kołakowski. Ahí empieza a ser notable una especie de apertura hacia ese tipo de temas: la defensa del libre mercado y de la iniciativa privada, la libertad de comercio que para Kołakowski representa un prerrequisito para la libertad de conciencia. En ese momento empezamos a ver la inclusión de textos que apuntan hacia la defensa del libre mercado que se vuelve mucho más fuerte en décadas posteriores en el pensamiento del mismo Paz.
CDM: Así como en 1979 el Partido Socialista Obrero Español abandona a Marx para llegar al poder tres años después, en fecha semejante Paz abandona a Marx y mucho de lo que salió de él. Queda, desde luego, aquel socialismo utópico no marxista que veía con gran desconfianza la crueldad y la ceguera del mercado. En los años ochenta, a diferencia de muchos hombres mayores, Paz se dejaba influir por los más jóvenes, asimilando ideas de Zaid y de Krauze que lo colocan más cerca de la herencia liberal, la de su abuelo, y abandona en lo esencial la heterodoxia marxista, en la cual transcurrió gran parte de su vida intelectual. Pero, en efecto, no hay un Paz conservador. El Paz moderado de los últimos años, si así se le quiere llamar, nunca deja de estar en la órbita socialdemócrata. Más cerca de Felipe González que de Margaret Thatcher, desde luego.
Plural fue la primera revista de Paz maduro, porque las de su juventud –Barandal (1931 1932), Taller (1938-1941) y El Hijo Pródigo (1943-1946)– eran esencialmente revistas de grupo. Pero David Huerta nos cuenta que su padre, Efraín, dijo que desde el primer día, en la prepa, “Octavio era el jefe”. Y a mí sí me gustaría insistir en cuanto a Plural, como afirma Pablo Sol Mora en la conmemoración hecha en Letras Libres, que un Alejandro Rossi nace como escritor en Plural porque, profesor de filosofía, no lo era; lo mismo ocurre con Ulalume González de León y desde luego con otros jóvenes colaboradores. Plural fue también un taller de escritura para aquellos que ya estaban consolidados, por ejemplo, Elizondo o Juan García Ponce, quienes, por cierto, sentían mucha antipatía por Fuentes, y Paz conciliaba entre ellos. En Plural Zaid se revela como un pensador excepcional, absolutamente impredecible. Si estamos aquí, esta tarde, Malva, Maarten y yo, es gracias a Zaid. Otro caso es Tomás Segovia, que ya era un poeta importante; sin embargo, la última etapa de su obra –mucho más teórica– nace no solo de sus lecturas, de su labor como traductor del estructuralismo, sino del comercio intelectual en Plural, de la que fue secretario de redacción. Y no podemos olvidar a Daniel Cosío Villegas, que, siendo de 1898 y equivalente en edad a la generación de Contemporáneos, fue el gran crítico liberal del régimen de Echeverría, desde Excélsior y, al final, también desde Plural.
MF: En A treinta años de Plural se advierte que los miembros de Plural siempre vieron con nostalgia el momento en que terminó la revista, a pesar de que pocos meses después saliera Vuelta. Sí hay diferencias entre ambas publicaciones, diferencias en las que podemos notar el traslado de la tradición a través de las generaciones, ese puente que deberían ser las revistas, decía Paz, y que él sí construyó durante veintisiete años. Paz dijo que Plural y Vuelta siempre fueron el mismo proyecto que se había interrumpido con el golpe a Excélsior, pero las diferencias generacionales, tanto en sus virtudes como en sus defectos, son apreciables en el transcurso de ese largo proyecto.
CDM :Digamos que Plural es el eco de los sesenta ya en los setenta en México y es una revista que desde el diseño tiene muchas cosas que vienen, no de la tradición de Octavio, sino de la contracultura. Plural es también la revista de la llamada “Generación de la Ruptura”. En sus páginas se encuentran Fernando García Ponce, Manuel Felguérez, Lilia Carrillo y pintores extranjeros como Fernando de Szyszlo y, por supuesto, Kazuya Sakai. Era una revista que no se centraba solo en la política y la literatura, sino también en el diseño y en las artes plásticas. Plural fue un producto cultural de una enorme riqueza y en todo sentido muy nutritivo, muy actual para la cultura en lengua española del siglo XXI.
MF: Eso es muy importante porque el mayor colaborador de Plural no fue Paz, no fue ningún escritor, fue Damián Bayón, el crítico de arte. Plural tenía dos suplementos: uno literario y más tarde un suplemento artístico a color donde aparecen todas las nuevas formas del arte contemporáneo, que en ese momento es el arte conceptual. Gracias a Plural muchos poetas, escritores y críticos se acercaron al mundo del arte, que para Paz era trascendental, pero que en Vuelta no tuvo una presencia similar.
MVD: Me parece que el tipo de arte que se promueve en la revista demuestra la disposición antididáctica que tenía Paz. Me refiero a que estaba en contra de emplear el arte para promover un proyecto ideológico. Hay algo de verdad en decir que los que buscan alejarse de la palabra ideología ejercen a su vez una ideología. Sin embargo, yo reconozco el valor que supone tratar de no reducirlo todo a la ideología. Creo que eso es lo que se intentaba con la revista: participar en los debates políticos, pero al mismo tiempo promover la moderación, el pluralismo, la apertura y una idea del arte y de la cultura que no se redujera a lo ideológico o a lo político.
MF: Para mí, Plural representa la última revista de la modernidad, bajo la perspectiva de lo que pensaba Paz sobre la modernidad: un sistema crítico y autocrítico. Desde que Paz se fue de México en los cincuenta pensó en hacer una revista hispanoamericana para que nos vieran en el mundo, no para que los mexicanos viéramos el mundo, y consiguió las dos cosas.
MVD: Al revisar en estas últimas semanas algunos de los números de Plural, me llama la atención la postura muy clara y, a mi parecer, admirable en contra de la violencia como forma de resolver los problemas políticos. En Plural se denuncian el golpe de Pinochet y las violaciones a los derechos humanos en la Unión Soviética, pero también a los terroristas que surgen en los años setenta en México y a Sartre por apoyar a los tupamaros en Uruguay. Ese es el discurso moderado de promover un cambio gradual en la sociedad y de rechazar consistentemente la vía armada. Es por medio de la crítica que se debe reformar la sociedad y no por medio de las armas, y esa misma línea continúa en Vuelta.
CDM: Es clara la transición entre Plural y Vuelta. Primero por el estruendo del golpe a Excélsior al final del régimen de Echeverría, y segundo debido a que Paz regresa a México, después de haber sido profesor visitante en Harvard, porque la salud de su madre estaba muy deteriorada, no la única razón pero sí la más importante. Debido al despegue del prestigio internacional de Paz, de manera natural Vuelta se vuelve después una revista personal donde la opinión del director es decisiva, a diferencia de Plural, una revista más grupal.
Quienes entramos a Vuelta a finales de los ochenta ya no coincidimos con el grupo de Plural, ya sea por razones de salud, intelectuales o políticas. El grupo de Plural fue cumpliendo su ciclo natural y, aunque siguieron muy cerca Rossi y Zaid, ya estaban Krauze y Aurelio Asiain. Vuelta fue una revista más identificada con la figura, los gustos, los caprichos, las manías, las mañas, todo lo que se quiera decir de Octavio, y funcionaba de una manera distinta a partir de un sistema de cónsules o de corresponsales, o sea los mejores amigos de Paz que vivían en distintos países: Milan Kundera, Mario Vargas Llosa, Jorge Semprún, Adolfo Bioy Casares, José Bianco, Borges mismo, etc. Todos ellos ya eran figuras de primer orden: es cosa de leer lo que esas revistas mexicanas significaban para Cioran o Kołakowski. Si Plural fue una revista indispensable para el mundo de habla hispana, Vuelta llegó a serlo para la élite literaria internacional. Octavio dejará de encargarse del todo de Vuelta, es demasiado famoso, le dan el Premio Nobel y luego enferma. Hacia el final la revista se hace de manera más colectiva gracias a los jóvenes que colaborábamos ahí liderados por Krauze. Como Vuelta ya no dependía de un periódico, esto le daba a Paz absoluta libertad política. En Vuelta Paz ya tiene, además, sus opiniones formadas en el modo clásico. Plural es la formación de un grupo, de un temperamento en la historia de la cultura mexicana, y Vuelta, como alguna vez dijo Adolfo Castañón, también es un capítulo de la obra de Octavio Paz. ~