Ursina Lardi, actriz icónica del director, cineasta y dramaturgo suizo Milo Rau (Berna, 1977), llega despacio al lugar en ruinas en que se ha convertido el teatro Odeon de Viena. Se planta en medio de ese espacio escénico que asemeja la destrucción de la ciudad, una periferia llena de escombros y, sin más, se corta en el tobillo. Al fondo, en la enorme pantalla, la sangre brota y lo inunda todo.
Lardi tomará el micrófono para hablar de lo infernal de la guerra mientras el actor iraquí Azad Hassan, la observa en video.
Es el estreno en el Festival de Viena de The seer (La vidente), la última obra de Rau, uno de los creadores más importantes de la escena contemporánea, cuyos montajes se han visto en más de treinta países y desatan lo mismo debates académicos, férreas discusiones en las charlas de desmontaje o censura en algunas ciudades por los temas decididamente políticos que aborda.
Basada en Filoctetes, de Sófocles, la puesta en escena, una de las primeras que el documentalista estrenaría en este festival –del que también es director artístico– es una descarga eléctrica y una clase maestra de teatro documento que cuenta la historia de Azad, sometido por el Estado Islámico y a quien le cortan la mano. La obra denuncia el totalitarismo, el horror, la desesperanza, la carnicería cometida por los fundamentalistas en Irak. Lardi interpreta a una fotógrafa de guerra que cubre zonas de conflicto.
Rau, como es habitual en su trabajo, viajó con la actriz a Mosul, donde conocieron a Azad Hassan y su historia. Todo entonces va entretejiéndose: la narración ficticia de la fotógrafa, la histora real del iraquí, el encuentro de ambos con la propia historia de ese país y también el paralelismo con Filoctetes. Rau va narrando en tiempos históricos, míticos o con fuertes coletazos de realidad.
Y mientras el estreno en Viena provocaba revuelo, la obra levantaba campanas también en el Festival de Sibiu en Rumania y en la Bienal de Teatro de Venecia. Rau y su actriz se desdoblaban para estar presentes en cada uno de los sitios, pues el director tenía encima otra puesta de estreno y montajes teatralizados casi a la par en Viena.
En la Bienal de Venecia, Ursina Ladri recibió el 14 de junio el León de Plata por su trayectoria de manos de Willem Dafoe, que fungió como director artístico este año.
“Ursina Lardi encarna los mil matices de una era al borde de un colapso desesperado y al mismo tiempo revela la posibilidad de una resistencia que no solo es artística, sino también política y humana”, afirmó Dafoe.
“El teatro y el arte están experimentando actualmente una gran pérdida de importancia. Y no se trata solo de recortes; no se trata solo de dinero que se le está quitando a los trabajadores culturales, sino de respeto y estima. Estamos siendo ridiculizados, declarados inútiles, superfluos e inofensivos. Personalmente, esto me duele más de lo que la censura y la presión podrían hacerlo”, clavó la actriz suiza en su discurso de aceptación.
Milo Rau, que ha sido descrito por la crítica internacional y los diarios mundiales como uno de los directores más influyentes del teatro europeo o el más brillante de la época y “el artista más ambicioso” o “más controversial”, ha montado obras emblemáticas del teatro documento con Lardi: Compasión. La historia de la ametralladora (2016), sobre la crisis de los refugiados de Oriente medio; Lenin (2017), que toca las últimas semanas del revolucionario ruso,y Cada mujer (2020),que aborda la muerte, tema recurrente y obsesivo en el corpus del director.
“Mi trabajo es a veces acción política y muy a menudo es una película y al final se publica un libro. Intento desarrollar un concepto para cada proyecto, pero todos los conceptos van en una dirección similar. Siempre se trata de acontecimientos políticos importantes o de la sociedad en un sentido político”, dijo Rau en una extensa entrevista publicada en 2013 en el sitio “Métodos del arte”, donde devela algunos de los mecanismos y líneas estéticas de su trabajo.
Provocador e incómodo
Milo Rau cuestiona las estructuras en las que se sostiene el arte contemporáneo, pone en jaque los sistemas de representación teatral, navega por todo lo liminal e investiga, según ha dicho, un tema durante meses o años para ponerlo en escena. Sus obras son un compendio entre activismo y declaración de intenciones sobre temas espinosos, principalmente aquello que sucede en los países en conflicto o con un sesgo político preponderante de cooptación de las libertades, como Ruanda, Rusia, Irak, Rumania o la República del Congo.
“Aunque a menudo hago referencia a la actualidad, no me interesa narrar historias ni ilustrarlas. No me interesa contar una historia, ni representar acontecimientos porque a menudo me refiero a cosas que realmente ocurrieron. Pero sí me interesa crear un espacio para renegociar esas acciones. Los juicios de Moscú, por ejemplo, condujeron al veredicto de inocencia para los artistas en lugar de una sentencia, como en el juicio original”, dice en otro de sus testimonios en video.
En 2007, Rau fundó el International Institute of Political Murder(IIPM por sus siglas en inglés), compañía teatral y productora de cine con sede en Suiza y Alemania, que ha llevado sus ideas al teatro, en primera instancia, para luego expandirlas a formatos de cortos o largos documentales, libros, programas de radio y acciones performativas e instalaciones. Si se suman puestas en escena, publicaciones y productos audiovisuales, Rau tiene alrededor de cien producciones, que han ganado algunos de los premios más importantes del ámbito teatral o del cine documental.
Él mismo ha obtenido los galardones como Mejor director en 2024 [MOU1] , el Premio Europa de Realidades Teatrales en 2018 y una decena de reconocimientos en los festivales artísticos más prestigiosos del planeta.
Su tránsito escénico, una dicotomía entre la realidad y representación, lo ha llevado a hacer una relectura de los clásicos para situarlos en ámbitos de desastre actual, o tomar casos existentes, como Los juicios de Moscú o Los juicios de Zúrich y, recientemente, El proceso Pelicot.
El también ensayista, profesor de estética y periodista es un agitador de conciencias nato que hizo turbulencia desde Los últimos días de Ceaucescu (2009), una obra a propósito del dictador rumano por la que fue demandado por un supuesto registro de nombre, que ocasionó que el espectáculo fuera cancelado luego de un par de funciones en Bucarest.
Transgresor, a Rau se le declaró persona no grata en Rusia por presentar en escena la represión de las activistas de Pussy Riot en Los juicios de Moscú (2011), pieza que se volvió multiformato: libro, obra de teatro, cine e instalación. Los oficiales de migración del gobierno ruso allanaron las funciones y el propio Rau pasó a revisión de las autoridades. Teatro y realidad fundidos.
Con Hate radio (2011), otra puesta multiformato, el suizo realizó una pieza documental sobre la gestación del genocidio de Ruanda a través de la emisora conocida como “Radio Machete”, que instigó la matanza de más de 80 mil civiles, en su mayoría de la minoría tutsi. Y en The Congo tribunal (2015) montó un tribunal civil simbólico donde pudieron escucharse las voces silenciadas por el conflicto de ese país africano. El montaje obligó a la dimisión de dos secretarios de estado.
En Five easy pieces (2016), siete niños cuentan la historia del mayor pederasta de Bélgica. Este montaje fue prohibido en Singapur y algunas ciudades de Alemania.
Como sucedió en el reciente estreno de The seer, Milo Rau se enfrasca de continuo en las tragedias griegas (estudió durante años griego antiguo): Antígona en el Amazonas (2023) la pone en la provincia de Pará, en Brasil, donde la selva amazónica se desintegra y sufre el saqueo de los conglomerados industriales. Rau reunió a actores brasileños y europeos, además de músicos y activistas indígenas.
Uno de los puntos del manifiesto que hizo el dramaturgo cuando lo nombraron director del Teatro Nacional de Gante en 2018, fue que al menos una producción por temporada debería representarse en una zona de guerra.
Surgió de ese modo Orestes en Mosul (2019), que traslada La Orestiada de Esquiloal norte de Irak, antigua capital del Estado Islámico, y fue estrenada en esa ciudad, donde se cruza la mitología griega con el oficio periodístico en el sitio. “Creo que mi material es la gente, la gente que participa; claro que hay un guion y eso también es el material, el lenguaje es el material (…) Yo diría que intento crear una realidad, que es más real que la realidad en cierto sentido”, ha dicho.
Los procesos de montaje de Milo Rau corren casi siempre en paralelo: van superponiéndose unos a otros de forma acumulativa y después tienen su salida final en dos o tres meses intensos de pulimento luego de mucho tiempo de trabajo.
Reconociéndose a sí mismo como obsesivo, Milo confiesa buscar en cada proyecto “ser extremadamente meticuloso para que sea absolutamente coherente y perfecto”.
Ya no se trata de retratar el mundo, sino de cambiarlo
Habitual en los festivales internacionales, Milo Rau presentó en el Grec de Barcelona (Medea’s Kinderen), que estrenó en 2024 y exhibe un caso de crimen real: una madre que, en su desesperación, mata a sus hijos y se quita la vida, pero sobrevive. La clásica Medea vuelta tragedia moderna.
También en el Grec proyectóThe new gospel (2020), documental de los migrantes que viven en Europa. Como un Evangelio de este siglo, la película de Rau es una relectura de la historia de Cristo. Su protagonista es el activista camerunés Yvan Sagnet, el primer Jesús negro en la historia del cine europeo. Para la película, revisita el mayor campamento de refugiados, cerca de Matera, ciudad del sur de Italia donde Pier Paolo Pasolini y Mel Gibson rodaron sus películas sobre la vida de Jesús.
El Festival de Aviñón preparó para el 18 de julio el estreno en francés de El proceso Pelicot y lo presenta así: “La vergüenza debe cambiar de bando. Con estas palabras y con su decisión de hacer público su juicio, Gisèle Pelicot se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia contra las mujeres. El caso de las violaciones de Mazan muestra cómo, en esta pequeña ciudad del sur de Francia, hombres comunes de todas las edades y clases sociales son capaces de un crimen inhumano: la violación repetida de una mujer inconsciente.”
La obra, con duración de siete horas, tuvo su primera función en el Festival de Viena y, al igual que con The seer, la crítica se volcó en elogios por la pieza presentada por la noche en una iglesia católica de la ciudad, a manera de oratorio, donde alrededor de treinta actrices y actores se volcaron a la lectura tejida a partir de libros, artículos periodísticos, el sumario del juicio, entrevistas y correos electrónicos con periodistas.
La fuerza de lo simbólico
Frenético y con una producción que por ahora parece imparable, Rau luce en su mejor forma y vitalidad creativa. Mientras los estrenos, giras y reconocimientos le siguen llegando, él se da tiempo para dirigir el Festival de Viena, donde estrenó tres producciones.
Burgtheater, de la Premio Nobel de Literatura, Elfriede Jelinek, tuvo llenos en cada una de sus funciones, tanto por la polémica del drama mismo como por presentarla ahí, en el Teatro Nacional de Austria y haber logrado que la escritora le cediera los derechos de la obra luego de haber permanecido prohibida en su país. El montaje se afinca en un escenario giratorio donde los actores tienen secuencias filmadas en directo. La obra es una sátira sobre los lazos nazis de Austria, narrada por una reconocida familia de actores.
“En esto creo que consiste el arte, cambiar la percepción que tenemos del mundo, pero también se trata de crear relaciones simbólicas, instituciones simbólicas, maneras simbólicas de trabajar juntos”, dice Rau en una entrevista en El País a propósito de Orestes en Mosul.
La mirada de Milo Rau se centra en todo aquello que signifique un giro político o social a las circunstancias de un país. En sus piezas pone casi siempre un énfasis especial a la violencia en todas sus formas. Con El proceso pelicot, su más reciente montaje, viajará a Lisboa, Varsovia, Belgrado y Nueva York, aunque ahí presentará la puesta en un formato diferente a su concepción original. ~
[MOU1]¿Quién otorgó ese galardón?