Las horas previas a las elecciones del pasado domingo no fueron fáciles para el próximo presidente de Francia Emmanuel Macron. Decenas de documentos internos de su campaña fueron robados y filtrados a redes sociales. Si la intención era darle un vuelco a la decisión de los franceses, fue demasiado tarde. Macron no solo fue víctima de filtraciones, sino que a lo largo de su campaña se convirtió en el blanco favorito de noticias falsas: subirá los impuestos —rezaba una de las más populares— en tanto que otras noticias se ocupan de su supuesta homosexualidad. No fue el único afectado, también Jean-Luc Mélenchon, Francois Fillon y en menor medida Marine Le Pen fueron víctimas de las informaciones falsas.
Las noticias falsas arribaron a la contienda francesa a pesar de los esfuerzos para evitar su difusión. La firma Bakamo Social reveló que una cuarta parte de los enlaces compartidos en redes sociales sobre las elecciones presidenciales provino de sitios web relacionados con esta industria del engaño que hizo su aparición en las elecciones de Estados Unidos el año pasado, cuando puso en la mira a empresas como Google, Facebook y otras plataformas digitales que favorecen su dispersión en instantes.
La elección francesa ha sido el laboratorio contra las noticias falsas con proyectos innovadores y colaborativos en que Facebook y Google se aliaron por vez primera para trabajar en el proyecto Cross Check en colaboración con 17 medios franceses para atajar las noticas engañosas mediante un método mixto que incluye verificación computarizada y el trabajo de periodistas. La colaboración consiste en verificar la información que circula en la red, para lo cual, se invita a los lectores a enviar las noticias que les parezcan poco fiables a un sitio especialmente diseñado para ello. Cross Check entra en acción a partir de estos envíos y publica en su sitio el desmentido o la confirmación Se trata de la iniciativa más importante y desafiante para las empresas de la economía digital.
Facebook se ha convertido en el principal sitio para consumir información en detrimento de los medios tradicionales que miran estoicos como lectores y publicidad migran al entorno digital. Un estudio de la Fundación Reuters encontró que 44% de los usuarios en línea obtiene información de Facebook, seguido por YouTube y Twitter. Este porcentaje según el informe sería mayor en países en donde los medios tradicionales no son confiables y por lo tanto el uso de teléfonos celulares para la obtención de información a través de redes sociales es central, tal es el caso de países de África y Asia.
Estas cifras y la controversia por un posible efecto en el electorado estadounidense a favor de Trump dejaron sin argumentos a Mark Zuckerberg, quien se resistía a reconocer a Facebook como sitio noticioso de interés público para evadir escrutinio y control por parte de los gobiernos y congresos del mundo. Además del trabajo conjunto con Google, Facebook puso a disposición de los usuarios en todos los idiomas métodos para identificar noticias falsas, alertas y un manual breve en que se enseña a los usuarios cómo detectarlas el cual aparece en los perfiles de los usuarios con la leyenda “tips para detectar noticias falsas”. Una vez que se da clic automáticamente dirige al usuario a un “centro de ayuda” que muestra diversas formas de detectarlas y reportarlas. Una herramienta muy novedosa es el widget que presenta información alternativa a la noticia que el usuario acaba de leer en Facebook, la cual aparece únicamente en notas que hayan generado retroalimentación negativa por parte de los usuarios. Hasta antes de la primera vuelta electoral detectó y eliminó 30 mil cuentas de usuarios por compartir información falsa.
Más allá de la intención política, las noticias falsas son una fuente de ingresos para quienes las crean. Google ha bloqueado en los últimos meses más de 200 sitios alrededor del mundo que usaban su sistema de anuncios AdSense para obtener ingresos económicos y eliminado mil 700 millones de anuncios por violar sus políticas. De acuerdo con información de la misma empresa, el 0.25% de la información del buscador lleva a contenidos engañosos.
En el caso de la elección francesa, periodistas y estudiantes de escuelas de periodismo se adhirieron al saber algorítmico de Google para mejorar la información de los sitios web y con ello la calidad de las búsquedas como parte del proyecto Cross Check.
A principios de 2017 la Comisión Europea hizo un llamado a las poderosas empresas a para combatir la ola de noticias falsas toda vez que las elecciones en Francia y las que en septiembre próximo se llevarán a cabo en Alemania son fundamentales para el futuro de la Unión Europea. Para las empresas tener un diferendo con Europa, la región mejor conectada del mundo, puede afectar sus negocios en ese continente.
Para muchos expertos en medios, el fenómeno de las noticias falsas es una oportunidad para que el periodismo tradicional recupere la lealtad de los lectores en tiempos de redes sociales con investigaciones y hechos. Luego del vendaval de información no verificable en la red, la prensa francesa se pudo dar el lujo de evidenciar los engaños como parte de su labor en favor del interés público. Le Monde puso en marcha un decodificador de las noticias más extravagantes y ridículas para confrontarlas con hechos; en su sitio web exhibe a quienes las confeccionan y la vez alerta a los lectores.
Las empresas y los medios han hecho su parte por ahora, aunque lo que está por demostrarse es el papel que las noticias falsas juegan en la decisión de los electores. No hay consenso científico que sustente que consumir noticias falsas en la red social de nuestra preferencia tenga una relación causal con el voto, como tampoco están claras las motivaciones de los usuarios para compartir información no verificada. Por ejemplo, un estudio de investigadores del Instituto Oxford para el estudio de Internet señala que los franceses comparten información de más calidad en comparación con los estadounidenses y alemanes. En su estudio sobre las ligas referidas por los usuarios franceses de Twitter detectaron que la mitad de éstas fueron a sitios de noticias profesionales, 15% a partidos y fuentes gubernamentales, 20% a otros dentro de los cuales 12% fueron para sitios rusos, extremistas y sensacionalistas. En este porcentaje se encontrarían los sitios con noticias falsas.
El papel de los públicos no es una pregunta nueva para la sociología y la comunicación política ya que desde tiempos de la televisión abundan conjeturas alrededor de los efectos y las gratificaciones que estos obtienen al consumir y compartir determinados contenidos. En tiempos de redes las cosas se complican ya que somos los públicos, quienes fungimos como nodos replicantes de información. Los innovadores experimentos implementados por medios de comunicación y empresas tecnológicas están lejos de haber atajado por completo el fenómeno del que falta por comprender qué lleva a alguien a compartir información controversial, sensacionalista y no verificada, atributos sine qua non de las noticias falsas. Sin embargo, Francia ha sido el laboratorio perfecto para ensayar su control.
Investigadora de medios, Internet y cultura digital