Radio Garden, pura nostalgia de la buena

Este sitio recién inaugurado que reúne estaciones radiofónicas de todo el mundo tiene mucho de actualidad y mucho de nostalgia al mismo tiempo.
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Esta nota es breve. Casi informativa; más entusiasmo que información. Más nostalgia. Existe, entre la infinidad de sitios de internet, uno que parece salido de las fantasías de principios del internet. Entonces nos prometían todo: prometían, recuérdenlo, pizzas a domicilio pedidas desde el ordenador, prometían videollamadas, chateo, esparcimiento y obsesiones. Con algunos sesgos importantes, casi todo se cumplió. Pero, este sitio retiene algo de la inocencia original. Tecleen en su navegador, si gustan: r-a-d-i-o-.-g-a-r-d-e-n. Inaugurado hace unos días, y creado por Jonathan Puckey, de Studio Puckey en Amsterdam, junto con el Netherlands Institute of Sound and Vision, vuelve a ubicuo a quien lo visita. Radio Garden se llama el proyecto y es justamente eso: un jardincillo interactivo de emisiones radiofónicas mundiales.

El proyecto surgió de una comisión de investigación artística, me contó Puckey en una conversación telefónica con peor fidelidad de audio que cualquiera de los streams en Radio Garden. “La investigación era básicamente acerca de cómo el radio atraviesa fronteras y nacionalidades y cuando profundizamos en el tema decidimos crear esta especie de globo terráqueo sobre el que proyectamos la radio en vivo”.

Esa es nostalgia de la buena: un globo que gira con el cursor y cientos de puntos verdes que iluminan la superficie del territorio. Cada punto, obvio, es un atado de estaciones radiofónicas. Y, con un cursor que es como una mira telescópica, uno apunta a la región que quiere visitar; a la sonoridad que quiere que lo envuelva. ¿Noticiero nocturno en Líbano? ¿Beats acelerados en Rumania? ¿Qué escuchan en Ghana por la tarde? ¿Baladas románticas de madrugada en Malasia? Todo eso. Un rato largo, convencido, en Radio Garden revela una obviedad encantadora: lo parecido que se escucha la cotidianidad en todos lados. Los anuncios tienen ese entusiasmo percusivo, los noticieros el sonsonete en estacato, tan familiar. La pregunta para mí es “¿qué esperabas?” La pregunta más amplia e interesante, es: ¿qué sutilezas se esconden entre lo conocido?

Digo que es pura nostalgia, porque que esta herramienta  –un agregador de las transmisiones en línea de estaciones radiodifusoras alrededor del mundo– existe ya: están disponibles por ahí, más o menos incompletas, más o menos funcionales. Lo que hay aquí es algo más: una manera de presentar, un estilo. “Una de las decisiones conceptuales, de diseño más importantes que tomamos fue dejar fuera los nombres de los países, las ciudades y las fronteras. Solo presentamos a la Tierra como un lugar continuo […] es importante ahora, porque los países parecen estar más divididos que nunca. Es algo agradable, tener más conexiones”.

Resulta que ha sido un éxito insospechado. Según dice Puckey gastan un dineral con el alojamiento de la aplicación y reciben cientos de correos de emisoras que tienen streaming pero no aparecen en el mapa. “Tuve que contratar a alguien de tiempo completo para que esté lidiando con esto, añadir las estaciones y asistiéndolos con las actualizaciones de software”. Un éxito insospechado que plantea retos para sus creadores. Empezaron a trabajar en Radio Garden hace un año, tres meses en total de trabajo esparcidos en ese año, y ahora tienen que definir qué hacer: “Es difícil saber si este proyecto es un fenómeno viral que se acaba la próxima semana, o es algo más grande que eso. Nos está costando mucho dinero así que tenemos que hallar el modo. No lo vamos a volver una cosa comercial, tenemos que hallar una manera sin fines de lucro de que esto siga”. Ha sido un éxito insospechado incluso por las preferencias geográficas. Ochenta por ciento del tráfico viene de dispositivos móviles y según dice Puckey, el país del que más visitas recibe es la India. El segundo, México. El tercero, Brasil. El cuarto, Estados Unidos. El quinto, Emiratos Árabes Unidos. El sexto, Arabia Saudita. Puckey no tiene una explicación concreta para esta preferencia; ¿será que son países donde la radio ocupa un sitio especial en el gusto? ¿Será que son países en plena transición, de las ondas radioeléctricas a lo digital? ¿Será pura nostalgia por una Pangea radial que nunca existió pero quizá siempre estuvo prometida?

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(ciudad de México, 1980) es ensayista y traductor.


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