Los hermanos Mark y Jay Duplass constituyen uno de los pocos ejemplos exitosos del cine independiente estadounidense del presente siglo. Fundada en 1996, Duplass Brothers Productions ha generado hasta ahora 27 filmes, las cuales incluyen comedias como The Puffy Chair (hecha con sólo 15,000 dólares en 2005), películas de horror (Creep), “dramedies” con tintes fantásticos (Baghead, The One I Love, Safety Not Guaranteed) y documentales (Asperger’s Are Us). Los Duplass también han incursionado en la televisión de la mano de HBO con la serie animada Animals y Togetherness, cancelada tras dos temporadas. Son figuras que concilian el sueño de generar trabajo interesante y autónomo con sustentabilidad económica. Si bien muchas veces actúan como facilitadores de otros talentos (Tangerine, The Skeleton´s Twins), la parte más valiosa de su producción es la que los involucra como motor creativo, donde tienen influencia en el guion y conducen al director.
Su obra se caracteriza por presentar la nostalgia como un catalizador de cambio, y no como un escape a una zona de infantilización perpetua. Blue Jay, la primera cinta de ficción dirigida por Alex Lehmann y coescrita por Mark Duplass, no es la excepción. La cinta desdobla un trance donde los personajes habitan la memoria de lo que fueron, a la vez que activa un viaje interno que los proyecta con determinación hacia el futuro. Blue Jay también es el último apunte de un tema recurrente en los hermanos Duplass: el anhelo de recuperar un sentimiento juvenil perdido en el ruido y la confusión de la edad adulta.
Hombres quebrados
La confusión existencial provocada por el pasaje a la adultez está presente en casi toda la obra reciente de los Duplass, pero está expuesta con mayor claridad en los trabajos donde actúa Mark, quien en años recientes ha interpretado variaciones de hombres quebrados por la necesidad de reconectar con la persona que eran antes. En Safety Not Guaranteed, de Colin Trevorrow, Duplass es Kenneth, inventor que literalmente fabrica una máquina del tiempo para solucionar traumas de su pasado. Al principio lo creemos loco, pero una vez que la cinta llega a su clímax queda claro que el espectador ha confundido inocencia por delirio. Nunca vemos el destino al que llega, pero más que regresar al pasado, la sensación es que se dirige a un lugar donde pueda construir una nueva vida. En Creep, Duplass interpreta a Joseph, sicópata que engaña a una víctima con la historia de que es un enfermo terminal que desea grabar un video de despedida para su hijo; es decir, aun en el delirio, imagina un futuro donde su vástago esté libre de sentimientos de orfandad y desolación gracias a los esfuerzos pasados de su padre. Si bien habitan cintas de tonos diametralmente distintos, Kenneth y Josef son similares en el sentido de que son hombres afectados por eventos que trastornaron su paso a la vida adulta.
En Blue Jay, Duplass es Jim, cuarentón desempleado que regresa su pueblo natal (Crestline, California) para remozar la casa de su madre recien fallecida. Por casualidad, Jim se encuentra con Amanda (Paulson, adorable), su novia de adolescencia, quien está en el poblado para visitar a su hermana embarazada. Pasan el día y la noche juntos. A pesar de haber seguido rutas distintas, reconectan como si nada hubiera cambiado. Son la pareja perfecta. En el último tercio, sin embargo, sabremos las razones que motivaron su separación. Al igual que Kenneth y Josef, Jim es un adolescente quebrado que no pudo adaptarse a la adultez. La desolación de Jim es conmovedora, sobre todo en la secuencia en que su frustración amenaza con tornarse incontrolable (en mayor o menor medida, los personajes de Mark en las tres películas mencionadas son hombres que no son ajenos a la violencia y el paroxismo). La tragedia del personaje radica en saber que la juventud revivida con Amanda se ha ido. En entrevista con Ricky Camilleri, de AOL Build Series, Duplass explica este concepto:
Soy un tipo melancólico al que le gusta interpretar personajes que no embonan en una reunión social y se mueven como dinosaurios. Esos individuos me parecen hermosos. Cuando escribí el primer acercamiento a Blue Jay estaba deprimido por la idea de que la energía y entrega que caracterizaban mi juventud se habían extinguido de manera irremediable. Daría lo que fuera por sentir esa vitalidad juvenil otra vez. Tengo un matrimonio sensacional, vivo de mi trabajo, tengo casa propia, todo, pero con frecuencia me siento como un fracasado. Por eso no me gusta encontrarme con gente de mi juventud. ¡No sabría qué decirles! Blue Jay confronta todo eso.
La fotografía en blanco y negro cumple un doble objetivo: inyecta un tono onírico que permite habitar la memoria de los personajes y la casa familiar de Jim, pero también crea una atmósfera solitaria, como si Amanda y Jay fueran la última pareja sobre el planeta. La muerte de la madre, catalizador involuntario del encuentro, libera los recuerdos. En un pasaje clave, los antes novios escuchan grabaciones de su adolescencia donde jugaban a ser marido y mujer. No estamos seguros si estamos viendo el sueño de unos adolescentes que se imaginan mayores, o la proyección mental de unos adultos que desean volver a la preparatoria. No importa: ambos tiempos se funden en un solo estadio sentimental. El compromiso actoral de Paulson y Duplass es total. Durante un rodaje de ocho días, ambos improvisaron sus diálogos en función de un guion breve. El tour de force deriva en una espontaneidad intoxicante. La secuencia en la que cantan “No more I love you´s”, por citar el momento más gozoso, es antológica, la clase de viñeta que se recuerda con una sonrisa mucho tiempo después de haber visto la película. No hay dupla romántica más entrañable en el cine estadounidense de esta década. Como sucede con otras cintas de Duplass, Blue Jay parte del recuerdo, pero el cierre se aleja de la nostalgia. Una vez reconciliada con sus demonios, la pareja de los minutos finales ya no está atormentada por lo que pudo ser. La pregunta, claro, es si permanecerán juntos para lo que vendrá.
Blue Jay está disponible en Netflix.
Mauricio González Lara (Ciudad de México, 1974). Escribe de negocios en el diario 24 Horas. Autor de Responsabilidad Social Empresarial (Norma, 2008). Su Twitter: @mauroforever.