Cine indígena en la Berlinale

Una selección de las mejores películas indígenas exhibidas en el pasado Festival Internacional de Cine de Berlín. 
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No es la primera vez que hay películas indígenas en la pantalla grande de un festival tan renombrado como el de Berlín. El festival de Sundance lo hace. Y la Berlinale también ya lo hizo hace dos años. Para este 2015 se creó una sección especial con el nombre de “NATIVe”, la cual lleva implícito el significado extraído del inglés: nativo de algún lugar. Indígena para nosotros los hispanohablantes.

Con la curaduría de la neozelandesa Maryanne Redpath, y un equipo de varias personas, entre ellos un guajiro, un cheyenne, un anishinaabe y una mapuche, se seleccionaron para NATIVe 18 cintas, entre largo y cortometrajes, que traen una lente muy diferente a la de otro cine: historias personales, paisajes naturales, tradiciones intocadas.

Algunas de las películas fueron hechas hace menos de una década, otras sólo un par de años atrás, pero presentadas en la 65 edición de la Berlinale adquieren un ancla actual, un mensaje que desde Europa se lee como el rescate de culturas ancestrales.

Ninguna de las cintas de esta sección NATIVe concursa por el codiciado Oso de Oro de la Berlinale, pero el deleite que causa tener una sección con otro tipo de temáticas es algo digno de un festival donde se va más allá del “glamour”.

Algunos ejemplos:

Eco de la montaña. México, 2013. Esta cinta, que fue premiada como el mejor documental en la edición 29 del festival de Guadalajara, es la que abrió la sección de cine indígena en Berlín. Se trata de un trabajo que muestra la forma aislada en que el pueblo huichol vive a pesar de convivir por medio del arte con el resto del mundo. Y es así como el director Nicolás Echeverría regresa a Berlín después de haber presentado Cabeza de Vaca más de dos décadas atrás.

 

Las niñas Quispe. Chile, Francia, Argentina, 2013. Este drama del director chileno Sebastián Sepúlveda nos lleva a un paisaje de la altiplanicie de Atacama a más de 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar. Ahí viven las hermanas Quispe, de la etnia de las collas, quienes sobrevivían como pastoras de cabras. Reprimen sus sentimientos –sufren el aislamiento- y su feminidad para poder seguir adelante. Pero un día Augusto Pinochet prohíbe el pastoreo en esa región y las collas empiezan a vivir con el temor de que las autoridades irán a controlarlas. Su situación se vuelve inaguantable para ellas y el único escape que vieron fue el suicidio.

 

The fighting Cholitas. Estados Unidos, 2006. Un grupo de mujeres cholitas de Bolivia, la etnia del altiplano del país, busca ser tratado de la misma forma que los hombres. ¿Por qué no tienen acceso a un trabajo, como los hombres? ¿por qué se tienen que quedar en casa?? ¿por qué no tienen las mismas libertades? ¿por qué no se pueden lanzar de la cuerda más alta y luchar como rudas y técnicas? A estas preguntas busca responder la cineasta Mariam Jobrani con su corto sobre esas luchadoras de ring. Con todo y sus trajes típicos, las cholitas se han convertido en una sensación en Bolivia, y ahora en la pantalla grande.

 

Sip’ohi – El lugar del Manduré. Argentina, 2011. Como muchos indígenas en el mundo, Gustavo Salvatierra decide partir a la gran ciudad. Él es de la comunidad wichí, en el norte de Argentina. Pero su autoexilio no dura mucho tiempo. Se da cuenta de que su comunidad está en vías de extinción y regresa lo más pronto que puede a Sip’ohi, su comunidad de origen. Quiere escuchar relatos de amigos y familiares, y transformarlos en un ejercicio lingüístico de recuperación. Es así como el director Sebastián Lingiardi nos muestra el norte de Argentina, una parte poco expuesta en la cinematografía de ese país.

 

As Hiper Mulheres (Itão Kuẽgü). Brasil, 2011. Esta cinta, que podría ser traducida como las “hipermujeres”, fue una de las más aclamadas en la prensa alemana. Los directores Carlos Fausto, Leonardo Sette y Takumã Kuikuro pusieron como centro de su lente a las mujeres de la región Xingu, en el estado de Mato Grosso, al centro del país y en frontera con Bolivia. En particular se concentraron en perfilar un ritual en el que tematizan el amor y la sexualidad. Estas “hipermujeres” solo visten un par de líneas de tela y su objetivo es provocar. Ni más ni menos. Le cantan al hombre, le cantan a su pene, y al final del ritual, ya de noche, ellas escogen a uno como pareja. La tradición es una oda al feminismo pero también a las tradiciones indigenistas sumergidas en esquinas poco conocidas de Brasil.

 

Yvy Maraey. Bolivia, México, Noruega, 2013. La idea inicial del director boliviano Juan Carlos Valdivia era filmar a los indígenas guaraníes del país. Pero al estar con ellos, sintió que caía en un lugar común: usarlos como objeto de estudio antropológico. Volteó las cámaras y adaptó esta historia para contar cómo los indígenas ven al hombre blanco; cómo para los indígenas estos hombres blancos de Bolivia son más bien una minoría étnica.

 

Las siguientes dos cintas están fuera de la sección NATIVe. Fueron clasificadas para la competencia por el Oso de Oro, pero su temática podría estar enmarcada en lo que hemos venido describiendo más arriba.

Ixcanul. Guatemala, Francia, 2015. La ópera prima de Jayro Bustamante es la primera cinta que se muestra en la sección de Competencia de la Berlinale. Esto ya escribe historia. Pero la historia más grande es la recepción que obtuvo. Durante los días del festival de cine tuvo las mejores reseñas. María (María Mercedes Coroy) es una niña maya de 17 años. Vive con su familia a las faldas de un volcán. Mientras llevan adelante su vida con lo poco que les da el suelo, María está llegando a la adolescencia. Debe casarse, pero una aventura con otro hombre cambia el curso de las cosas. Imágenes preciosas, historias de falda de volcán, y todavía al final un terrible encuentro entre indígenas y la gente de la ciudad.

El botón de nácar. Francia, Chile, España, 2015. Un poco de poesía hecha cine. El director chileno Patricio Guzmán (Nostalgia de la luz) cuenta con esta cinta la historia de Chile a través de su naturaleza. La cámara recorre por momentos un país agreste, glaciar, seco o lleno de sangre. La conquista de sus indígenas y su periodo de dictadura son el clímax.

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