Tenía 23 años cuando murió de sobredosis en una banqueta en la ciudad de Los Ángeles: combinación letal de heroína y cocaína aderezada con diazepam. Dejó una obra con más de veinte títulos, de los cuales My own private Idaho (1991) es su más alto estandarte, el recuerdo de lo que fue y la ilusión de lo que pudo haber sido. En otra extraña muestra de la vida que imita al arte o viceversa, la muerte de River Phoenix pudo haber sido la de Mike Waters, el personaje que interpreta en la cinta de Gus Van Sant. Y otro eco de la historia recuerda también a James Dean, quien murió a los 24 años en 1955.
Mike Waters va a la deriva. El abandono de su madre lo convierte en paria, en un joven desprotegido que vende su cuerpo para comer. La prostitución lo lleva al movimiento, de estado en estado, de ciudad en ciudad. Idaho es el centro, el origen, el prólogo y el epílogo; Portland es la circunferencia, la ciudad de Scott Favor, el personaje que interpreta Keanu Reeves. Mientras están juntos, la vida de Mike Waters parece tener dirección. Se prostituyen juntos, se unen a una pandilla de olvidados que roban y deambulan las calles por necesidad o diversión, hasta que una visita al hermano de Mike los impulsa a buscar a su madre.
El abandono es más doloroso que la orfandad: al saber que su madre no está muerta, la empatía del espectador con el personaje de Phoenix se acentúa. Somos partícipes de la ruptura de un espíritu que se ha extraviado por falta de amor, desesperado entre cama y cama, entre encuentros sexuales sin ningún sentido más allá de la necesidad económica. El clímax llega cuando Mike le declara un amor de pareja a su mejor amigo, y este lo rechaza. Scott se encuentra de paso en esa senda de vida. Sabe que un día no muy lejano recuperará el reino de su padre, así que su experiencia de la vida en las calles es más bien pasajera, mientras que Mike está perdido en la incertidumbre diaria de un peregrinaje cíclico. Es un rebelde sin causa como James Dean. De carácter pasivo, se deja llevar por la situación; cae sin poner las manos, como en los ataques de narcolepsia que lo aíslan aún más de un mundo cuya adversidad lo rebasa.
El relato es discontinuo. La condición narcoléptica del personaje principal ofrece la posibilidad de ir de un lugar a otro sin previo aviso. Cada elipsis se da en corte directo. Además, imágenes ajenas a la trama van y vienen como esos episodios clínicos: una casa de madera cae del cielo y se deshace al estrellarse en el asfalto de una carretera en Idaho; peces brincan en la cresta de una ola del mar pacífico; Mike descansa en el regazo de la madre que lo abandonó. Es en sueños cuando está tranquilo. El mundo le pesa hasta que cae dormido.
Dentro de la filmografía de Gus Van Sant My own private Idaho es una cima indiscutible. Junto con Drugstore cowboy (1989), lo catapultó de inmediato hacia el firmamento cinematográfico. Probó y comprobó su talento con estas dos películas seguidas en calidad por To Die For (1995), Good Will Hunting (1997) y Elephant (2003), por mencionar algunas. De cualquier forma, aún como parte de una obra vasta, My own private Idaho deja una marca indeleble en el espectador. Si bien el personaje de Mike Waters se refleja en el que hace Matt Dillon en Drugstore cowboy, en el de Matt Damon en Good Will Hunting, en el de Michael Pitt en Last days (2005) o en el de Diego Luna en Milk (2008), la dimensión que le da River Phoenix es mayúscula, aunada a la complejidad de circunstancias a las que se enfrenta. Mike Waters sobresale quizá por ser el más golpeado, el personaje más frágil de Gus Van Sant. Y la interpretación que hace Phoenix de este será recordada por muchos años: es, simplemente, impecable.
-JP Riveroll
(ciudad de México, 1979) Escritor y cineasta