Escena de Cielo, de Alberto Sciamma.

Fantasia 2025 y lo inesperado

Estas cinco películas son una muestra de la programación ecléctica e imprevisible del Fantasia Film Festival de Montreal, que celebra su edición 29.
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Uno de los festivales de cine de género más importantes del mundo, el Fantasia Film Festival, llegó a su emisión número 29 hace unos días. Fiel a su origen y a su objetivo central –servir de escaparate para el cine de género más innovador y arriesgado de todo el planeta–, el festival avecindado en Montreal ha programado una selección tan inclusiva como ecléctica. Escribo estas líneas cuando Fantasia 2025 apenas ha llegado a la mitad, pero no me cabe duda de que su equipo de programación ha cumplido, nuevamente, con la tarea. Más allá de que algunos de los filmes pudieran ser más o menos logrados, ninguno de ellos puede catalogarse como convencional.

Acaso no haya filme en competencia más imprevisible que Cielo (Bolivia – Reino Unido, 2025), quinto largometraje del veterano especialista en cine de género Alberto Sciamma. Estamos ante una extraña road movie protagonizada por una niña de 8 años a la que vemos, en la escena inicial, capturar un pez en algún lago en el interior boliviano para, después, llevárselo a la boca y tragárselo vivo. La chamaquita en cuestión, que además se llama Santa (Fernanda Gutiérrez Aranda), pierde luego a su padre y a su madre en circunstancias que no anotaré aquí, intercambia dos sacos de papa por la desvencijada camioneta del cura del lugar y, a continuación, se va por la carretera para encontrarse con una serie de aventuras.

La cinta, escrita por el propio cineasta español, es una dispareja obra fantástica realista-magicosa que se sostiene en gran medida por el carisma de la chiquilla debutante y por los insólitos episodios que protagoniza, que van desde quitarles la vida a unos, resucitar a otros, curar heridas y otro tipo de milagrerías. Cielo ha sido programada en la sección oficial Cheval Noir después de haber arrasado en Fantasporto 2025, en donde ganó los reconocimientos a la mejor fotografía, el premio especial del jurado y, además, el premio del público. No me extrañaría que también ganara algo en Fantasia 2025: el exotismo ejecutado de manera tan imaginativa y graciosa puede pagar buenos dividendos y más si se cuenta con una sensacional debutante infantil como Gutiérrez Aranda.

Sin embargo, si yo tuviera vela en ese entierro festivalero que está sucediendo en Montreal en este momento, mi voto iría por Terrestrial(E.U., 2025), séptimo largometraje del todavía más veterano y mucho más prolífico Steve Pink (de su cult movie de ciencia ficción Un loco viaje al pasado, 2010, a su reciente documental antitrumpista The last Republican, 2024).

La imprevisible historia, escrita por Connor Diedrich y Samuel Johnson, inicia cuando Allen (Jermaine Fowler) recibe en su impresionante mansión californiana a tres excompañeros de la universidad que están de visita en los Ángeles: los recién comprometidos Ryan y Maddie (James Morosini y Pauline Chalamet) y la inquieta y desmadrosa Vic (Edy Modica). Allen está disfrutando, al parecer, de sus triunfos profesionales y  literarios –acaba de firmar un millonario contrario por una saga de novelas que aún no termina, un estudio le ha comprado los derechos para hacer las respectivas adaptaciones cinematográficas–, pero es evidente que algo no encaja en este escenario idílico: Allen actúa de manera caprichosa frente a sus antiguos camaradas y, además, como dice el pragmático Ryan en voz alta, ¿quién le paga millones de dólares a alguien por una serie de novelas fantásticas que todavía no se publican?

La ingeniosa estructura retrospectiva del filme nos va descubriendo, poco a poco, el origen del extraño comportamiento de Allen, de tal manera que lo que inicia como una tensa comedia de costumbres se va transformando, gracias a la sólida realización de Pink, en una película mucho más oscura y violenta que, sin abandonar por completo el registro inicial cómico, se desliza hacia terrenos más inquietantes, similares a obras maestras como El rey de la comedia (Scorsese, 1982) o Miseria(Reiner, 1990). De ese tamaño.

A propósito de Stephen King, autor de la novela original en la que está basada la mencionada Miseria, la premisa de Hellcat (E.U., 2025), ópera prima de Brock Bodell programada en la sección no competitiva Selection 2025, me hizo recordar Popsy (1987), un cuento corto del celebérrimo autor de Carrie (1974).

Lena (Dakota Gorman) se despierta en lo que parece una casa rodante, en pleno movimiento y a toda velocidad. La muchacha no recuerda qué hace ahí y ni siquiera cómo terminó en ese sitio. Una voz que proviene de la cabina le dice que se calme, que no se asuste, que está aislada por su propio bien, que está infectada de algo muy peligroso y que el de la voz, que se llama Clive (Todd Terry), la está cuidando. Por supuesto, Lena no se tranquiliza en lo absoluto y menos cuando descubre que en otro cuarto dentro de esa vasta casa rodante hay otra jovencita, ¿también prisionera?

El cineasta debutante maneja con soltura el sencillo escenario minimalista escrito por él mismo: durante buena parte del filme no vemos más que a la desesperada jovencita tratar de escapar de las cuatro paredes rodantes entre las que la ha encerrado el tipo que tan tranquilamente le habla por la bocina. Es hasta la segunda parte de la cinta, cuando la cámara de Andrew Duensing sale del vehículo en movimiento para mostrarnos lo que sucede fuera de él, cuando nos damos cuenta que, acaso, el tal Clive tiene sus razones para tener encerrada a la amnésica Lena que, eso sí, lo único que sabe es que está embarazada. Pero ¿de quién?

Esta duda no la tiene la desafortunada protagonista de Burning (Kirguistán, 2024), película dirigida por Radik Eshimov también programada en la sección Selection 2025. Asel está esperando su segundo hijo después de haber perdido el primero en una horrenda desgracia ocurrida en un bosque cercano. Preocupado por ella, su marido, Marat, le ha pedido a su hosca madre pueblerina, Furida, que venga a cuidarla mientras él tiene que salir por un par de días. La suegra resulta ser una auténtica pesadilla para la frágil Asel, quien empieza a sufrir de pesadillas y alucinaciones. O, por lo menos, esta es la versión que cuenta uno de los vecinos sobre lo que acaba de suceder en esa casa, un trágico incendio en el que, acaso, alguien perdió la vida.

Burninges la versión kirguiza del irrepetible clásico Rashomon (Kurosawa, 1950), en la que tres personajes cuentan la misma historia desde distintas perspectivas, de tal manera que el papel de víctima y villano cambia de acuerdo con la visión de quien relata cada una de las versiones. La diferencia radica en que aquí cada una de las distintas perspectivas está presentada, en la forma y en el fondo, en un distinto género cinematográfico y que, en contraste con la irresoluble ambigüedad de la película de Kurosawa, en Burning sí accedemos a lo que sucedió en realidad en ese hogar devastado por el fuego. La terrible verdad se nos revelará hacia el desenlace de este notable filme kirguizo que inicia como cualquier filme de horror para terminar en otro tipo de horror mucho más realista.

Poco tiene que ver con la realidad el extraordinario filme animado Dog of God (Letonia – E.U., 2025), dirigido por los hermanos letones Lauris y Raitis Abele. Presentado en la sección Animation Plus, el tercer largometraje de los Abele –aunque el primero animado– es una sexosa exploración fantástica ambientada en el interior letón a fines del siglo XVII.

Un reprimido pastor protestante que desea febrilmente a una rebelde doncella que atiende la taberna del pueblo, termina acusando a la muchacha de brujería, al mismo tiempo que un extraño vagabundo que dice ser un hombre lobo llega a ese lugar y mientras el atrabiliario aristócrata dueño de todas las tierras, un gordazo barón impotente, batalla para tener un hijo que herede todas sus riquezas.

La vistosa animación rotoscópica de Harijs Grundmanis, bajo la supervisión de los hermanos Abele, nos presenta, en cada detalle escabrosamente sexual, la falible y decadente humanidad de los personajes, al mismo tiempo que se permite, estéticamente hablando, salir de esa prosaica realidad histórica específica para transmutarla hacia los terrenos de lo indefinible y lo fantástico.

Más allá de que se trate de una cinta animada con todas las de la ley, Dog of God es una obra adulta y hecha exclusivamente para adultos. Y aunque también es de Letonia, no es una continuación de la oscareada Flow (Zilbalodis, 2024), ni nada por el estilo, por más que aparezca, en alguna provocadora escena escatológica, el trasero de un gatito. Ya la verá, ya lo verá. ~


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