El vampiro metrosexual

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Vampiros. Vampiros en todos lados. En la televisiรณn y en las marquesinas de los cines; en los estantes de las librerรญas y en las portadas de las revistas; en tarros, en camisetas, en pรณsters y hasta en condones (en serio). Vampiros diferentes a aquellos con los que muchos de nosotros crecimos. No huelen a tierra y sangre, no vienen de Transilvania, no matan indiscriminadamente. Tienen ojos profundos y seductores, cutis incรณlumeโ€ฆ peinados impecables. Son sofisticados y cool. Son hombres de moda. Vampiros GQ.

Y las adolescentes enloquecen al verlos. Basta prender la televisiรณn para que nos bombardeen nuevas series como The Vampire Diaries y True Blood: ambas ya con un amplio sรฉquito de seguidores. En taquilla, la serie Twilight sigue imprimiendo dinero de Warner Brothers. Hordas de jรณvenes hacen filas durante horas, discutiendo sobre su afiliaciรณn al โ€œEquipo Jacobโ€ o al โ€œEquipo Edwardโ€. Para acabar pronto: el fenรณmeno estรก por todos lados.

El mito del vampiro no es nuevo. Decenas de culturas han intercambiado leyendas vampรญricas por siglos. En occidente, los eslavos creรญan en espรญritus ancestrales que regresaban de la muerte para chupar la sangre del ganado. En รfrica, el pueblo Ewe hablaba de los Adze: criaturas capaces de transformarse en luciรฉrnagas para cazar niรฑos. Y en India, las tribus ancestrales le temรญan a los bhuta: las almas de los muertos que vagaban por la noche atacando a los vivos.

La mitologรญa del chupasangre tampoco es nueva en Hollywood. El vampiro ha formado parte del canon de las cintas de terror por dรฉcadas. Desde los aรฑos veinte, los vampiros han sido protagonistas del celuloide: desde el horroroso Nosferatu de Murnau hasta el aristรณcrata multiforme de Drรกcula de Coppola.

Pero los vampiros nunca han sido mรกs populares que hoy en dรญa.

Y he aquรญ un elemento crucial del moderno fenรณmeno vampรญrico: los chupasangres modernos no fueron creados para darnos pesadillas. Tanto Nosferatu como Drรกcula solรญan โ€“o podรญanโ€“ asustar al pรบblico. Edward Cullen y Bill Compton son otra cosa. No son una amenaza, ni un peligro: son una fuerza protectora capaz de morir en aras del amor. Y aunque este romanticismo no es nuevo โ€“Anne Rice vendiรณ millones de libros etiquetando al vampiro como un Casanova con colmillosโ€“, sรญ es la primera vez que la imagen del vampiro estรก canalizada hacia el demogrรกfico de la secundaria. No es descabellado afirmar que el fenรณmeno moderno es mรกs un รฉxito de mercadotecnia que uno de autรฉntico cambio de narrativa.

Para las chicas jรณvenes, el vampiro contemporรกneo es el arquetipo del amante joven imposible: es un guardiรกn y un hombre de familia; es casto y, al mismo tiempo, peligroso; y aunque es un defensor del compromiso, estar con รฉl garantiza una aventura. Desde que Jack Dawson se subiรณ al Titanic, la cultura popular no habรญa visto una entidad capaz de capturar las fantasรญas pรบberes de manera tan potente. Pero a diferencia del personaje de Di Caprio, las caracterรญsticas super naturales del vampiro permiten que estos elementos del imaginario adolescente lleguen a extremos ridรญculos. Los vampiros modernos no sรณlo son amantes dominantes y poderosos: son fuerzas animales, incontrolables (Edward Cullen no puede resistir el olor de la sangre de Bella). No sรณlo son dedicados y fieles: han jurado โ€“por su propia vidaโ€“ defender a sus โ€œnoviasโ€ por toda la eternidad. Finalmente, el vampiro moderno es un tipo de una elegancia inmaculada (una cualidad difรญcil de encontrar en chicos adolescentes): su propia naturaleza inmortal les otorga una sofisticaciรณn sin paralelo. Son, en suma, el gatillo perfecto para los impulsos de su audiencia juvenil. Twilight es para las chicas pรบberes lo que Playboy para el onanista primerizo.

Pero, ยฟcuรกnto durarรก el fenรณmeno? Como todas las modas, รฉsta seguro pasarรก hasta convertirse en burla. Saturday Night Live โ€“ese radar de la cultura popularโ€“ ha comenzado su trabajo de parodiar a Twilight. Sin duda, otros seguirรกn el ejemplo.

No obstante, por ahora el fenรณmeno del vampiro moderno parece haber llegado para quedarse: Twilight es un absoluto รฉxito en taquilla, con dos secuelas mรกs en proceso de ser producidas; y tanto True Blood como The Vampire Diaries mantienen buenos nรบmeros de rating. Por el momento, mientras Edward Cullen siga ofreciendo una imagen inalcanzable de galรกn adolescente, la locura vampรญrica seguirรก en ascenso.

-Tom Campana

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