Escena de Seven winters in Tehran. ©Made in Germany

Berlín 2023: mujeres al borde

Las mujeres que aparecieron en las pantallas de la Berlinale 2023 tomaron decisiones difíciles, desafiaron expectativas, combatieron prejuicios y buscaron nuevos caminos.
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El 73º Festival Internacional de Cine de Berlín cerró el pasado 26 de febrero con un palmarés que, cliché festivalero obliga, hizo que se levantaran varias cejas entre críticos y cinéfilos de todo el mundo. No sorprendió tanto que el Oso de Oro haya sido otorgado a un documental –Sur l’Adamant (2023), dirigido por el veterano Nicholas Philibert– sino al hecho de que se le entregara a un filme claramente menor y mucho menos arriesgado que otras cintas en competencia, como Mal viver (2023), de Joao Canijo –que de todas formas se llevó el Premio del Jurado–, o Tótem (2023), de la mexicana Lila Avilés, que se fue con las manos vacías, a no ser el Premio del Jurado Ecuménico. La que sí fue premiada doblemente fue la salvadoreña-mexicana Tatiana Huezo, cuyo documental El eco (2023) –exhibido en la sección Encounters, la más propositiva de la Berlinale– obtuvo el reconocimiento a la mejor dirección, además de ser nombrado el mejor documental del festival.

De hecho, viendo la temática de las dos cintas mexicanas en competencia en Berlín y después de revisar algunos otros filmes en las distintas secciones del mismo festival, es fácil llegar a la conclusión de que si hubo un tema recurrente en esta Berlinale, sea en el terreno de la ficción o en el documental, fue el retrato de protagonistas mujeres al borde de un ataque de algo, sean nervios, ansiedad, melancolía, terror o autodefinición. Las mujeres que aparecieron en las pantallas de la Berlinale 2023 tomaron decisiones difíciles, desafiaron expectativas, combatieron prejuicios y buscaron nuevos caminos.

La protagonista de Silver haze (Reino Unido-Holanda, 2023), quinto largometraje de la cineasta holandesa Sacha Polak, es una joven enfermera inglesa que busca que alguien le pague lo que le debe: a saber, quien provocó un incendio ocurrido hace 15 años en el interior de un pub, en el que ella quedó encerrada y quemada de gravedad. Franky (Vicky Knight, la misma actriz protagónica de la anterior cinta de Polak, Dirty god, de 2019) está convencida de que la culpable de aquel lejano incendio es la segunda esposa de su papá y, junto con su hermana menor Leah (Charlotte Knight, que en verdad es la hermana menor de Vicky), abriga sueños de venganza en contra de su distante padre, su esposa y un medio hermano que ni siquiera conoce. Cierto día, Franky se topa en el hospital en el que trabaja con Florence (Esme-Creed Miles), una muchacha claramente perturbada que ha intentado suicidarse. A botepronto, la relación de amistad y luego de abierta intimidad entre Jackie y Florence parece funcionar como una suerte de salvavidas para estas dos jóvenes hundidas en sus problemas personales, familiares y mentales. Por desgracia, ninguna de las dos tendrá tanta suerte.

La historia, escrita por la propia directora e inspirada en la vida de su actriz protagónica, tiene una cruda inmediatez que se refleja en la nerviosa cámara en mano de Tibor Dinglestad, cuyos encuadres cerrados permanecen muy cerca de los cuerpos y los rostros de los personajes. Por su parte, la impresionista edición de Lot Rossmark comprime los tiempos de tal manera que apenas nos estamos recuperando de la fuerza dramática de una escena cuando Polak nos receta otra más que empezamos a entender sobre la marcha. El hecho de que la directora huya de la fácil condescendencia hacia sus personajes –la precariedad económica y existencial no convierte en mejores personas a estos trabajadores ingleses– provoca que cuando ellos tomen buenas decisiones, el espectador sienta que ese atisbo de esperanza es más que merecido. Presentada en competencia en la sección Panorama, Silver haze obtuvo, con toda justicia, el premio del jurado en la categoría Teddy, que se otorga al cine con temática LGBTQ+.

También nominada en la categoría Teddy, Between revolutions (Rumania – Qatar – Irán – Croacia, 2023), tercer largometraje del rumano Vlad Petri, tiene a otras dos mujeres en la encrucijada y como protagonistas. Una es rumana y se llama María; la otra es iraní y su nombre es Zahra. Las dos se conocen estudiando medicina en la Universidad de Bucarest a mediados de los años 70, pero Zahra se ve obligada a regresar a Teherán en 1978, cuando está iniciando la revolución que terminará por derrocar el autoritario gobierno del sha. María termina sus estudios, se gradúa de doctora y empieza a vivir la vida que está programada para ella, mientras en Teherán su amiga Zahra empieza a ver cómo la idealizada revolución se transforma en algo muy diferente y hasta ominoso, cuando los fundamentalistas musulmanes del ayatola Jomeini desplazan a las fuerzas democráticas y progresistas iraníes. Llegado el momento, algunos años después, María vivirá la experiencia de su propia revolución, sucedida en su propia tierra, cuando el eterno dictador Nicolae Ceaușescu sea depuesto y ejecutado a fines de 1989.

Ganadora del premio FIPRESCI de la sección Forum, Between revolutions es un fascinante ensayo poético-documental escrito por el mismo cineasta y la poeta Lavinia Braniste. Ambos echaron mano de una treintena de fuentes audiovisuales (archivos fotográficos, fílmicos y televisivos), y de documentos confiscados y censurados por los servicios secretos rumanos, para construir las personas y personalidades de María y de Zahra, dos mujeres creadas artificialmente pero en el fondo muy reales, que se cartean incansablemente a lo largo de los años, contándose y confiándose sus respectivas vidas, sus pequeños triunfos, sus grandes fracasos y, a pesar de todo, sus frustradas esperanzas. Se trata de dos mujeres que pasan por tiempos turbulentos, por sus respectivas revoluciones nacionales y que aprenden a la mala cierta verdad universal, esa que una de ellas articula sagazmente: “las victorias pueden ser confiscadas”. La tersa edición del propio Petri, en colaboración con Dragos Apetri y Catalin Critutiu, enlaza las múltiples fuentes audiovisuales con el contenido de esas cartas inventadas que leen en voz en off las actrices Ilinca Harnut y Victoria Stoiciu. El resultado es genuinamente absorbente: la verdad inventada por Petri y su equipo termina resultando más real, incluso más dolorosa, que la realidad misma.

Aunque, pensándolo bien, tal vez esto no sea del todo cierto. Seven winters in Tehran (Alemania – Francia, 2023), documental en competencia y ganador del premio a la mejor película en la sección Perspektive Deutsches Kino, está centrado en otra mujer que, sin construcción poética de por medio, se enfrenta a algo muy similar a la semificticia Zhara de Between revolutions. Me refiero al misógino, fundamentalista y criminal Estado iraní.

Teherán, 2007. La muy real Reyhaneh Jabbari, una jovencita universitaria de 19 años de edad, es engañada por un prominente cirujano plástico, quien la invita a su consultorio para pedirle ayuda en el diseño de sus oficinas. Ahí, a solas, el tipo intenta violarla. La muchacha toma un cuchillo y asesina a su atacante. En el juicio posterior, sucedido un año y medio después de los hechos, el juez le reprochará a Reyhaneh no haberse dejado violar. Si lo hubiera hecho, la corte tendría pruebas reales de violencia; como no fue así, como la muchacha se defendió y mató a su presunto atacante, el caso criminal está centrado en creer en la palabra de ella, una jovencita clasemediera educada muy liberalmente, en lugar de la historia de vida de un respetado médico casado y con hijos que, además, tenía contactos inexplicados con el servicio secreto iraní. El espectador sabe muy bien lo que sucederá sin necesidad de googlear el resultado real del caso: el mismo día en el que Reyhaneh fue detenida, incluso antes de tomarle cualquier declaración, fue castigada con 30 latigazos por el delito moral de estar a solar con un hombre casado.

Dirigido y escrito por la cineasta alemana debutante Steffi Niederzoli, Seven winters in Tehran avanza a lo largo de los siete inviernos del título, de 2007 a 2014, desde el momento en el que Reyhaneh es detenida hasta el momento en que será finalmente ejecutada bajo la condena medieval de “venganza de sangre”, es decir, ahorcada por un familiar de la víctima, en este caso, el hijo mayor del médico apuñalado. Armado eficazmente con los testimonios de los familiares de Reyhnahe, de algunas de sus compañeras de prisión, de activistas que lucharon por su libertad y hasta de la propia muchacha en voz en off narrativa de la actriz Zar-Amir-Ebrahimi –la protagonista de Araña sagrada (Abbasi, 2022), nada menos–, Seven winters in Tehran no presume la audacia formal de Between revolutions, pero sí una justa indignación que va creciendo en la medida que el filme se dirige hacia su inevitable resolución. Esa que uno espera que sea diferente, cosa imposible en este tiempo, imposible en ese país, imposible siendo mujer. ~

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(Culiacán, Sinaloa, 1966) es crítico de cine desde hace más de 30 años. Es parte de la Escuela de Humanidades y Educación del Tec de Monterrey.


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