Feliz cumpleaƱos, Toxie

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Ahora que es posible ir al cine a ver X Men Origins: Wolverine (2009), pues la industria norteamericana ha instaurado la categorĆ­a ā€œsuperhĆ©roeā€ como Ć©xito de taquillas -al grado de que incluso ya es posible ver pelĆ­culas algo mĆ”s personales como las de Frank Miller: Sin City (2005) o The Spirit (2008)-, valdrĆ­a traer a cuento a uno de los superhĆ©roes menos convencionales del cine independiente de los Estados Unidos: The Toxic Avenger, nacido de la pelĆ­cula del mismo nombre en 1984, y que con The Toxic Avenger Part II (1989) y The Last Temptation of Toxie (1989), suprema burla de un mundo rayano en lo hyperkitsch, forman la trilogĆ­a que alimenta en lo sustancial el universo de su creador, Lloyd Kaufman (Nueva York, 1945).

El interĆ©s de Kaufman por el cine es temprano. Fue compaƱero de banca de Oliver Stone en la Universidad de Yale y con los ojos fijos en la industria comenzĆ³ con filmes de muy bajo presupuesto en colaboraciĆ³n con John G. Avildsen, futuro director de Rocky (1976) y The Karate Kid (1984). Sin embargo, su visiĆ³n personal del cine estaba lejos de los grandes estudios ā€“con su sed de glamour y guantes de sedaā€“, y afianzĆ³ su filmografĆ­a en la explotaciĆ³n del mal gusto, de la fealdad entendida como burla institucional de las formas ā€œfinasā€ del cine, asĆ­ como de una manufactura paupĆ©rrima por elecciĆ³n.

En los tempranos aƱos ochenta, The Toxic Avenger fue recibido como una tomadura de pelo del peor gusto y la crĆ­tica de cine pasĆ³ de largo ante sus virtudes como elemento cultural del desorden y en cierto sentido vigorizante. La anĆ©cdota de su protagonista: un adolescente ā€œimpopularā€ cae en un bote de Ć”cido radioactivo y gana poderes superiores ā€“incluidos poderes sexuales-, y termina por transformarse en The Toxic Avenger, un freak incomprendido que corre de manera demencial por las calles de Nueva York y duerme en los basureros. Y si bien Toxie no se dedica a realizar buenas acciones como los superhĆ©roes convencionales, al menos procura limitar ciertos abusos por parte de los poderosos. A nuestro hĆ©roe se le revelan los misterios del amor verdadero y se entrega con impaciencia y frenesĆ­ de adolescente a los vaivenes del sexo casual, voluntario o por la fuerza.

Pero lejos de eso, cabe hacer menciĆ³n de toda la parafernalia que utiliza Kaufman para volver a Toxie uno de los superhĆ©roes mĆ”s tristes de la historia del cine: sangre burbujeante, caĆ­das muy fingidas, escenarios acartonados y secuencias de artes marciales muy por debajo del estĆ”ndar del peor cine asiĆ”tico. Para una aproximaciĆ³n lejos de la condena inmediata, indispensable en Kaufman, no hay como sentarse a ver Terror firmer (1999), adaptaciĆ³n libĆ©rrima de su libro All I need to know about filmaking I learned from The Toxic Avenger (1998), obra supuestamente didĆ”ctica en donde se enseƱa a realizar ā€œcine independiente de bajo presupuestoā€, y que resulta en el enredo colosal de un estudio de cine multitudinario en donde un director demencial (Kaufman mismo), termina involucrado en una pelĆ­cula fuera de control, totalmente caĆ³tica, y que finaliza con una muerte accidental ā€œrealā€, llena de sangre chispeante de ese rojo concentrado que realmente asusta y lleva de inmediato a una mueca de asco.

De paso por San Diego, en la COMICON International 2008, comprobĆ© cĆ³mo el culto al cine de Kaufman crece de manera notable entre el pĆŗblico adolescente, al grado de que The Toxic Avenger, alguna vez un individuo reprobable, deforme por el baƱo de sustancia radioactiva y lleno de esas heridas hĆŗmedas y purulentas de sustancia viscosa, ahora es otra figura memorable del vasto mundo del cĆ³mic y la novela grĆ”fica, hasta con reproducciones a escala, como si se tratase de Batman o Superman. Incluso el mismo Kiefer Sutherland, en aquella ocasiĆ³n, se detuvo a comprar su ediciĆ³n especial de dos discos de la primera pelĆ­cula.

Y si bien es cierto que con Poultrygeist: Night of the Chicken Dead (2006), los mĆ©todos burlescos e incendiarios de Kaufman ya se miran con un bostezo de cansancio, resulta indispensable reconocer su fidelidad tanto a su visiĆ³n personal del cine independiente, como al mĆ©todo particular de filmar sus pelĆ­culas, rebosantes de ese espĆ­ritu grotesco que nos dota de distancia y escepticismo frente a las fĆ³rmulas en blanco y negro del cine elaborado con guantes de lĆ”tex y cubrebocas con marca de diseƱador. Con la filmografĆ­a de Lloyd Kaufman ganamos en caminos alternativos frente a las construcciones narrativas esquemĆ”ticas del cine habitual de Hollywood y derivados.

– Luis Bugarini

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(ciudad de MĆ©xico, 1978) es escritor y crĆ­tico literario.


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