Joyas ocultas del cine de horror: The Sentinel

La รบltima entrada de la serie aborda una de las pelรญculas de horror mรกs extraรฑas y olvidadas de la dรฉcada de los setenta.ย 
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A mediados de los 70, en las postrimerรญas del studio system y buscando emular el รฉxito obtenido por rivales como la Paramount, Warner Bros. o 20th Century Fox con filmes como El Bebรฉ de Rosemary (1968), El Exorcista (1973) y La Profecรญa (1976), Universal, que tuvo algunos de sus mejores momentos con Hitchcock (para entonces ya retirado) y habรญa probado las mieles del delirio popular con Tiburรณn (1975), decidiรณ treparse al lucrativo tren del “susto diabรณlico” y tener su propia producciรณn que garantizara ganancias con elementos de homeruns de otras casas. Lo que no pensaron los ejecutivos era tener un resultado muy diferente al plan, para convertirse en un repelente y fascinante filme de culto que, en contra de sus expectativas, tendrรญa un alcance muy diferente, y en cierto modo, perdurable.

Basรกndose en un best-seller escrito por el ex publicista Jeffrey Konvitz y publicado en 1974, The Sentinel (en espaรฑol Centinela de los malditos) es bรกsicamente un sucedรกneo de El Bebรฉ de Rosemary. Astuto, Konvitz lo vendiรณ a Universal, y se consiguiรณ el puesto de productor ejecutivo. Como director, contrataron al britรกnico Michael Winner, responsable de la hiperviolenta y perturbadora (pero muy taquillera) El Vengador anรณnimo, con Charlie Bronson como un buen tipo que se ve obligado ante la ineficacia de la ley a tomar la justicia por propia mano, y tuvo un elenco, que como en las pelรญculas de desastre tan en boga en la รฉpoca, se salpicรณ de estrellas – algunas al borde del ocaso como la mรญtica Ava Gardner, Josรฉ Ferrer, Burgess Meredith, Eli Wallach o Martin Balsam, y otras a punto de despegar, como Deborah Raffin, Beverly D’Angelo, Jeff Goldblum o el mismรญsimo Christopher Walken, que tienen aquรญ algunas de sus primeras apariciones en pantalla.

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La truculenta trama gira en torno a la fresca, juvenil y divertida Alison Parker – encarnada por Cristina Raines, cuyos rasgos eurasiรกticos la llevaron de Vogue a aparecer en la esperpรฉntica y maravillosaNashville (1975) de Robert Altman y a ser la รบnica mujer en Los Duelistas (1977), debut de Ridley Scott, antes de dar la espalda al estrellato por la maternidad –, una modelo de high fashion cuyo rostro aparece en anuncios, revistas, pasarelas y spots de TV como versiรณn primigenia de Cindy, Claudia, Naomi; aunque mรกs allรก de su glamorosa profesiรณn y atuendos muy chic, Alison tiene severa neurosis y tremendos problemas emocionales. Su amante, el poderoso abogado Michael Lerman (Chris Sarandon, ex marido del que la gran Susan conservรณ el apellido, y que en los 70 y 80 no sรณlo era torvo galรกn de lujo, tuvo trabajos de muy buena factura, como La princesa prometida) con suntuoso penthouse en Central Park West y negocios gandallas, trata de persuadirla de que se aliviane casรกndose con รฉl, pero ella anhela la proverbial habitaciรณn propia – ser supermodelo no estรก reรฑido con leer a Virginia Woolf – y decide rentar su propio apartamento en el pintoresco barrio de Brooklyn Heights, al que llega de la mano de Miss Logan (la Gardner, cuya belleza aรบn no era sรณlo recuerdo) cรญnica corredora de bienes raรญces que la engatusa para quedarse en el edificio, donde tendrรก como vecino a un anciano (John Carradine) que pasa el dรญa ante la ventana, aunque no hay razรณn para preocuparse; el viejo, que parece mirar intensamente a Alison durante la visita, es cura jubilado y, ademรกs, “Miss Parker, es ciego” seรฑala la agente, con un dejo de sorna elegante.

Pero no es sรณlo รฉste el รบnico habitante en el brownstone de precio ridรญculamente barato y arrobadoras vistas del skyline neoyorquino. Alison se encuentra con una autรฉntica romerรญa al mudarse: estรก Charles Chazen, vetarrito excรฉntrico y parlanchรญn (el gran Burgess Meredith); Gerde y Sandra (Sylvia Miles y Beverly D’Angelo) enigmรกticas lesbianas dedicadas al ballet y a “manosearse una a otra” – la manera en que la Miles mira a la cรกmara mientras espeta esta lรญnea hace pensar en cรณmo sonarรญa un dragรณn de Komodo si hablara – y otros personajes tan o mรกs estrafalarios, y ruidosos – al menos los vecinos de Rosemary Woodhouse buscaban su comodidad – por lo que acude a la Gardner para quejarse y descubre, para nuestro escalofrรญo, que salvo por ella y el ciego, el edificio estรก deshabitado… y ahรญ empieza el vรญa crucis (literal) para Alison, que fue elegida por una conspiraciรณn de (nada menos) las mรกs altas jerarquรญas de la iglesia catรณlica para sacrificarse y ocupar el sitio que el viejo estรก por dejar: el edificio es la puerta del averno y ella, nuestra mujer al borde de un ataque de nervios, es su prรณximo guardiรกn designado por el Seรฑor.

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Si bien el argumento es de lo mรกs absurdo, Winner lo aborda de un modo verosรญmil, el mismo que aรบn sin dejar de regodearse en el sensacionalismo, atrapa al espectador; este es un punto importante en el cine de terror: creer lo imposible y sentir la imperiosa necesidad de saber cรณmo va a acabar, por mรกs horrible que sea el periplo hacia el desenlace. No podemos dejar de pensar que de algรบn modo Alison podrรก evitar esa condena; ciertamente Michael, que no tiene escrรบpulos, tratarรก de salvarla, pero no es la clase de caballero andante que pueda lograrlo; de hecho, la propia Alison, a diferencia de Rosemary, no es una inocente – como se revela a lo largo de la cinta – tampoco. Winner es ambiguo al respecto y desecha juicios morales sobre sus personajes, para enfocarse en la atmรณsfera que enrarece, volviรฉndose mรกs y mรกs surrealista conforme llega el clรญmax, que es la secuencia por la que (mรกs allรก de diรกlogos eminentemente citables o el reparto tan variopinto) The Sentinel es cรฉlebre: la batalla entre el bien y el mal por el alma de la chica: si se suicida, Satanรกs habrรก triunfado y ella se condenarรก, dejando el infierno abierto de par en par, si vive, serรก para conservar su verdadera vocaciรณn como monja, esposa de dios, ciega vigilante en ese lugar lรบgubre (por donde se vea, la desolaciรณn del espectador es obvia: la pobre Alison estรก jodida); en pos de un toque que superara los shocks que habรญa soltado a lo largo de los noventa minutos anteriores, Winner optรณ por mostrar al gentilicio infernal mezclando efectos de maquillaje de Dick Smith (el mismo de El Exorcista) con autรฉnticos fenรณmenos de feria y personas con deformidades extremas, que en ominoso plano secuencia con ecos de Freaks (1932, Tod Browning), pasan por la pantalla ante los (¿genuinos?) alaridos de espanto y asco de Cristina Raines, cuyos ojos desorbitados parecen no dar crรฉdito a este desfile de monstruos que se le acercan, la quieren tocar, empujรกndola a la salvaciรณn que serรก el mismo siniestro destino que buscaba evitar.

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The Sentineltuvo moderado รฉxito de taquilla al estrenarse a principios de 1977, aunque fue vapuleada por la crรญtica del momento por derivativa, grotesca y deprimente; aรบn asรญ, Universal no tuvo pรฉrdidas, pero se sintieron decepcionados al no obtener el prestigio que sรญ hallaron la Paramount con la cinta de Polanski (el clรกsico monumental) o la Warner con la de Friedkin (popularidad, nominaciones al Oscar y millones de boletos vendidos alrededor del mundo).

Sin embargo el pรบblico vino a demostrar su error, al crear un culto leal en torno al filme. Sรญ, es barato y sรณrdido,es presa del humor involuntario, del mal gusto y la histeria, pero tiene algo que conecta: el pรบblico empezรณ a verla en sus repeticiones a medianoche en autocinemas y cadenas de televisiรณn; a contrabandearla en Betamax y VHS, a contarla como relato en torno a fogatas en campamentos. Asรญ pues, la centinela de los malditos, producto evidente de su tiempo, sigue alerta; deja ver que, mรกs allรก del culto a lo bizarro o el placer semiculposo, existe una pelรญcula con vida propia, que se rehรบsa a morir.

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Miguel Cane (Mรฉxico DF, 1974) Es novelista y periodista cinematogrรกfico. Su mรกs reciente publicaciรณn es el inclasificable "Pequeรฑo Diccionario de Cinema para Mitรณmanos Amateurs".


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