Los trailers son lo que son: herramientas promocionales, algunas ingeniosas y otras obvias, que en teoría solo sirven de anzuelo para llenar butacas. Como toda publicidad, la eficacia de muchos cortos deriva de la mentira, la mentirita y la mentirota, el viejo truco de vender una experiencia como si fuera más de lo que es. Un anuncio de Head and Shoulders promete darnos la melena de Sofía Vergara, mientras el trailer de Transformers 4 nos promete una cinta coherente y divertida. Ambos son tomaduras de pelo (hablo con conocimiento de causa), pero es injusto decir que son iguales. Un anuncio de shampoo rara vez entretiene y, en todo caso, entretener es secundario. Lo que quiere es convencerte de comprar el producto. Además, que yo sepa, ver un anuncio de Head and Shoulders no quita la caspa. En cambio, los trailers sí cumplen una doble función. Idealmente nos dan ganas de ir a la taquilla, pero también pueden ser tan divertidos o conmovedores como las películas que promocionan (si bien ese entretenimiento deriva, a diferencia del gran cine, de una manipulación más que de una expresión artística). Como muestra, un botón. Aunque la película no ha salido al mercado, el trailer de Mr. Turner, dirigida por Mike Leigh, dura dos minutos y con eso es suficiente para que saquemos los kleenex. Podemos ir a ver la cinta o no, pero el corto ya cumplió un propósito, digamos, extrapublicitario: ser una modesta pieza de entretenimiento.
La historia y la forma del trailer, documentada década por década en este ensayo de The Dissolve, está vinculada íntimamente con la historia y la forma del cine: la creación del sonido, el atractivo de las grandes estrellas de la posguerra, el cambio de la tecnología analógica a digital, la llegada de la TV como plataforma publicitaria y, más adelante, del internet y los canales de distribución gratuita. En 100 años, los trailers han cambiado tanto como el cine, desde la estructura, los métodos narrativos y la longitud. Como explica Paul Schrader en este ensayo, la llegada de la edición digital cambió al cine (y a los trailers) para siempre. Antes, para juntar dos escenas había que unirlas con pegamento o cinta adhesiva, mientras que hoy basta dar un clic. Al facilitar el proceso de ensamblaje, los directores empezaron a probar diversas narrativas y acortar el tiempo a cuadro de cada escena. En el cine, los cambios son evidentes. Durante los cincuenta, editar una película como The Bourne Ultimatum hubiera tomado una década. En los trailers, los cambios también son palpables. Este trailer, de Horror of Dracula (1958), dura 2:15 y tiene 32 cortes. Este, de Dracula Untold (2014), dura solo diez segundos más, pero tiene 124 cortes.
Una forma no es mejor que la otra. Ambos estilos pueden dar resultados efectivos. Basta ver el lindo trailer de Where the Wild Things Are, donde la música de Arcade Fire se adueña de la narrativa, y el lúgubre, tenso avance de Taxi Driver, narrado por el prolífico Don LaFontaine, aparentemente hablando desde el fondo de una cueva tras empinarse una botella de Jack Daniels.
Los trailers están compuestos de diversas herramientas habituales. Una, por ejemplo, son las placas informativas que, como en una película silente, ayudan a decir lo que la acción omite (hay placas en varios cortos que aquí menciono, incluyendo The Girl With The Dragon Tattoo, Horror of Dracula y The Return of the King). Otra herramienta, antes empleada con mayor frecuencia, es la narración. Y entre los narradores, LaFontaine merece mención aparte. El cuate narró más de 5,000 trailers, muchos con distinto rango, desde la comedia y el drama hasta el horror y el thriller. No por nada ha sido parodiado hasta la náusea. Sin embargo, mi voz LaFontaineana favorita es la de Percy Rodriguez, quien narró el corto de Jaws, donde tuvo el privilegio de exclamar esta frase: “It´s as if god created the devil… and gave him… Jaaawwws!”.
En The Art of the Trailer, la revista Wired se centra en los cortos que cambiaron el curso de la industria. Algunos merecen entrar en esta lista y a otros, como el de Independence Day, hay que huirles como al ébola. El texto de Wired menciona el complicado trailer abstracto de Dr. Strangelove, una hazaña en tiempos anteriores al Avid. A lo largo de su carrera, Kubrick siguió alejado de la convención, creando otros dos cortos memorables. El de The Shining, pura atmósfera turbia en una sola imagen, y el de Eyes Wide Shut, un teaser en cada acepción de la palabra. En ambos casos, Kubrick utiliza las tomas más llamativas de sus películas. Con eso le basta y le sobra.
https://www.youtube.com/watch?v=sTo1gRqVuEU
En una industria donde lo natural es ceñirse a la fórmula, los cortos que destacan generalmente intentan darle la espalda al protocolo. Ahí está el de Alien, un clip con dos ritmos distintos que logra mantener el aura enigmática de la película al mismo tiempo que advierte el tono claustrofóbico de la obra maestra de Ridley Scott. Y sin decir una palabra.
Otro ejemplo: este escabroso trailer de The Exorcist, lleno de flashazos del dulcísimo Capitán Howdy.
Quizás el sucesor natural de Kubrick (en el terreno del trailer, ¡no se alarmen!) es David Fincher, que a veces utiliza una sola canción, cuya letra está ligada al tema de la película. Ojo con The Social Network. Thom Yorke debe sentirse orgulloso.
La prueba de la importancia de la edición y la musicalización para sugerir una atmósfera queda patente en el divertido ejercicio de los recut trailers. Los mejores son estos dos: The Shining editada como una comedia familiar y Mary Poppins como una cinta de miedo. El primero usa wipes y suaves disolvencias, extrañas en una historia de horror, mientras que el segundo utiliza flashazos y largos fade in/fade outs para fincar un tono inquietante.
No solo lo experimental vale la pena. Entre los trailers más comerciales hay una que otra joya. Este, de The Return of the King, es un avance muy bien armado. El principio sintetiza amenazas, el resto promete una gran batalla y el astuto cliffhanger abre una duda (o una duda para los que no leímos los libros). ¿A quién le está gritando Sam?
Del último año, quizás mi favorito es el de Birdman. No faltará quien se queje de que el clip no dice mucho pero, ¿quién quiere que le digan de qué va una película? Un buen corto intriga mientras sugiere una tonalidad o un género. No es una radiografía. Es una polaroid. Y esta es una polaroid espléndida: