La música detrás de Danny Boyle

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En el séptimo arte, la música es un elemento narrativo: evoca emociones e invita al espectador a sumergirse en la trama, a perderse dentro del film. Sin embargo, hay bandas sonoras que logran trascender su objetivo: salen del celuloide al CD y se consolidan como referentes musicales de una época. Trainspotting (1996) e incluso The Beach (2000) y Slumdog Millionaire (2008), todas dirigidas por Danny Boyle, pertenecen a esta selecta categoría.

Never put a cello in my film.” Prohibición caprichosa o receta anti efectista, esta simple frase con la que Danny Boyle invitó a A. R. Rahman a componer la música de Slumdog Millionaire es uno de los secretos del director inglés para crear soundtracks explosivos, que han marcado a más de una generación.

“No tengo nada contra del violonchelo –explica Boyle en una entrevista para el periódico The Independent– solo que normalmente es usado como un cliché lastimero. Por el contrario, yo amo el dinamismo en las películas. Amo la energía y lo desechable de la música pop. Es basura, pero sobrevive, porque la basura a veces es buena.”

Con un variada selección que otorga ímpetu a escenas como el buceo por el inodoro al ritmo de “Deep Blue” de Brian Eno; la persecución policiaca con el fondo de “Lust for Life” de Iggy Pop o la sobredosis de Renton (Ewan McGregor) con “Perfect Day” de Lou Reed, el soundtrack de Trainspotting marcó una época de transición: el ocaso del punk y el auge de lo que, en ese entonces, eran géneros musicales nuevos.

Elastica, Pulp, Sleeper y Blur fueron grupos –ahora desaparecidos, pero presentes en la banda sonora– que formaron, junto a Oasis, el movimiento “anti grunge” que conquistó a la radio británica a mediados de los noventa. Paralelamente, el movimiento rave se internacionalizó y, con ello, el tema principal de Trainspotting –“Born Slippy” de Underworld– se convirtió en el himno de una generación que, por lo menos en México, se apropiaba de un lenguaje musical gobernado por los DJ y las consolas. Era la época de The Chemical Brothers, de un mes entero de la Muestra Internacional de Cine y de películas que exploraban el mundo de las drogas como la misma Trainspotting y The Acid House (1998) –ambas del novelista Irvine Welsh– hasta la tórrida Requiem for a Dream (2000).

Pero, más que el soundtrack de Trainspotting, considerado como uno de los mejores en la historia del cine, The Beach se acerca más a la idea de Danny Boyle de la cultura pop como cultura basura (pero irónicamente significativa y energizante).

Protagonizada por Leonardo DiCaprio –en lugar de Ewan MacGregor que, antes de convertirse en Obi Wan Kenobi, todavía era uno de los actores más sobresalientes del cine independiente– The Beach es, sin duda alguna, la película y el soundtrack más criticado de Boyle.

Eran los inicios del siglo XXI: la mayoría de las personas seguían inmersas en esa automatización que denunciaba Renton –elegir la vida, elegir una carrera, elegir una familia– pero otros soñaban con una experiencia que redefiniera sus vidas. De este modo, al igual que muchos backpackers, Richard (Leonardo DiCaprio) decide viajar a Tailandia, pero pronto se da cuenta que la única forma de escapar del inevitable destino de convertirse en un turista más, es buscar la “playa perfecta”, escondida en una isla secreta.

Para contar la historia de este edén privado, Boyle seleccionó a algunos artistas con los que ya había trabajado para la banda sonora de Trainspotting: Leftfield, New Order, Blur y Underworld se suman al trabajo de los compositores Angelo Badalamenti y Barry Adamson, entre otros. El resultado es un soundtrack, a veces estridente –como cuando Richard tiene que ir por víveres a Ko Pha Ngan, el Cancún tailandés– y a veces delicioso, con tintes de chill out, en el que sobresalen, además de Moby, el grupo All Saints con “Pure Shores”, Dario G y Vanessa Quinones con “Voices” y el remix de la canción “Yéké Yéké”, compuesta por el legendario músico africano Mory Kanté.

Finalmente, para Slumdog Millionaire (película con la que obtendría el Oscar a Mejor Director) Boyle utilizó una estrategia diferente: contrató al “Mozart de Madrás”, como se le conoce al compositor A. R. Rahman. Con una amplia experiencia en Bollywood, Rahman ya había trabajado en películas de producción occidental, tal es el caso de Water (2005) –la película indiocanadiense que pone al descubierto el triste destino de las viudas en la India– y Elizabeth: The Golden Age (2007). No obstante, fue Slumdog Millionaire el trabajo que lo llevó a obtener reconocimiento mundial y dos Premios de la Academia: por Mejor Banda sonora y por Mejor Canción original (“Jai Ho”).

El soundtrack de Slumdog Millionaire no deja de tener –en detrimento de los amantes de Bollywood– la influencia de Danny Boyle. Además de prohibir el violonchelo, el director insistió en incluir a la cantante británica de origen indio de hip hop, M.I.A., quien interpreta “Paper Planes”, track de fondo de la escena en que Jamal y Salim (los protagonistas de la historia) viajan por los trenes de Bombay hasta Agra, la ciudad del Taj Mahal.

Somos creadores de espectáculos –dice Boyle– no filósofos. Sin embargo, la palabras de Diane (Kelly Macdonald) personaje de Trainspotting, “The world is changing, music is changing, even drugs are changing”, caracterizan el espíritu que subyace en su filmografía. Del Britpop noventero a los clásicos del punk o de la música clásica hasta los remixes de Bollywood, Danny Boyle es un director que no teme a los géneros musicales ni a explorar –tanto en las temáticas como en la música– los terrenos engañosos de la banalidad.

– Eunice Hernández

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Es escritora, historiadora y gestora cultural. Colabora en diversas revistas literarias y próximamente publicará la novela Mundo Espiral.


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