La premiere de “Chelsea on the Rocks”

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El Hotel Chelsea es un coloso en la tradiciรณn del arte del siglo XX, simplemente por haber sido el espacio donde en 130 aรฑos confluyeron, se encontraron y entraron en colisiรณn algunos de los creadores, artistas e intelectuales mรกs relevantes del siglo XX, como Mark Twain, Tennessee Williams, O. Henry, Diego Rivera, Frida Kahlo, Jack Kerouac (quien ahรญ escribiรณ On the Road), Gregory Corso, Allen Ginsberg, Henri Cartier-Bresson, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Thomas Wolfe, Charles Bukowski, Arthur Miller, Willem de Kooning, Gore Vidal, Arthur C. Clark (en esos muros terminรณ su 2001: Odisea del espacio), Dylan Thomas y el recientemente fallecido Jim Carroll (autor de los Diarios del basquetbol), Edith Piaf, Bob Dylan, Claes Oldenburg, Jimi Hendrix, Leonard Cohen, Christo y Robert Mapplethorpe entre muchos mรกs.

En 1997 el cineasta nacido en el Bronx, Abel Ferrara fue invitado a realizar un documental del Chelsea a propรณsito de la transformaciรณn de que es objeto, ya que una corporaciรณn estรก en el proceso de transformarlo en un hotel boutique, para lo que requiere expulsar a los inquilinos permanentes. El resultado fue el caรณtico y desparpajado documental Chelsea on the Rocks, una colecciรณn de viรฑetas que cuentan parte de la historia del edificio, tanto en forma de entrevistas de algunos de los inquilinos del hotel como de material documental y dramatizaciones de episodios cรฉlebres que han conformado la leyenda del hotel, como el asesinato de Nancy Spungen, la entonces novia del desaparecido Sid Vicious.

La premier de Chelsea on the Rocks tuvo lugar en el gran salรณn de baile del Jane Hotel, otra vieja instituciรณn de esta ciudad, situada en el West Village, a unos pasos del rรญo Hudson. El Jane tiene tambiรฉn una larga y complicada historia que comienza en 1908 cuando fue construido como un โ€œhogar lejos del hogarโ€ para marinos de todos rangos y nacionalidades, asรญ como para personal de barcos rescatados del mar. Fue en las habitaciones, con apariencia de camarotes de barco, donde se albergรณ en 1912 a los supervivientes del Titanic durante el tiempo que durรณ la investigaciรณn. El salรณn de baile que alguna vez fue el teatro de Jane Street, con capacidad para 280 personas, es un espacio decorado con seis inmensos candelabros de cristal y una gran esfera de espejos que parece haber sobrevivido a la explosiva combustiรณn de la era disco. El inmobiliario parecerรญa haber sido recogido de las gรฉlidas aguas donde se hundiรณ el Titanic: sofรกs de todos tipos, que para este evento estรกn acomodados como si se tratara de una sala de cine, tapetes persas, pesadas cortinas de terciopelo marrรณn y rosado, una gigantesca chimenea encendida que tiene en una repisa a un borrego disecado. Meseras imposiblemente atractivas y con tatuajes que cubren sus brazos desnudos, reparten con un gesto de desdรฉn cerveza, champaรฑa y martinis.

El ambiente retro kitsch del salรณn crea un contraste juguetรณn con el estilo del vestuario ochenteno punk de buena parte de los asistentes. En el gran salรณn no se hace una oscuridad total durante la proyecciรณn, y parecerรญa que los personajes del filme se desbordan sobre los sillones. No es difรญcil caer en esa ilusiรณn ya que muchos de los entrevistados estรกn de hecho presentes en el Jane, aullando y celebrando cada intervenciรณn en la pantalla. Se nos informa que Ferrara llegarรก tarde, su vuelo se ha retrasado o perdiรณ una conexiรณn. Ferrara tiene fama de tener una capacidad inverosรญmil para perder vuelos, confundirse de aeropuertos y llegar a destinos incorrectos. Sin embargo, al final de la proyecciรณn, el director llega y con un micrรณfono en la mano saluda a todo el mundo. Comienza a reconocer a algunos de los asistentes. Pero lo que realmente le preocupa es: โ€œยฟDรณnde va a seguir la fiesta?โ€ Cuenta algunas anรฉcdotas y luego dice: ยฟUstedes no parecen el tipo de personas que hacen preguntasโ€. Sin embargo, alguien hace una:

โ€”ยฟFuiste tรบ tambiรฉn huรฉsped del Chelsea?

โ€”Nunca vivรญ en el Chelsea, bueno sรญ vivรญ ahรญ cuando estรกbamos filmando. Pero nunca quise vivir ahรญ y no podรญa salir de ahรญ lo suficientemente rรกpido. Si alguna vez han tenido deseos de conocer una casa embrujada, ese lugar lo es. No creo en fantasmas pero sรญ creo en los fantasmas del Chelsea.

Las preguntas cesan, Ferrara divaga un rato mรกs tratando de cumplir con el compromiso de dar unas palabras al pรบblico hasta que decide que es hora de pasar al bar. Nadie lo contradice. Ferrara no es un orador particularmente coherente, no es necesario que justifique ni explique su trabajo. Para cuando se apaga el micrรณfono la mayorรญa hemos emigrado al bar y Ferrara no tarda en unirse al grupo del brazo de su nueva novia, una joven de unos 20 aรฑos. Alguien dijo por ahรญ que la diferencia entre Ferrara y Bukowski es que el cineasta siempre consigue muchachas mรกs guapas que el escritor.

โ€“ Naief Yehya

Abel Ferrara

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(ciudad de Mรฉxico, 1963) es escritor. Su libro mรกs reciente es Tecnocultura. El espacio รญntimo transformado en tiempos de paz y guerra (Tusquets, 2008).


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