Finalmente sucedió: la Academia entregó sus premios en la edición 81. Los rostros del momento se reunieron. Un año entero de cine, directo de la industria más poderosa del mundo, se juzgó y se aplaudió. También hubo decepciones. Los ganadores de cada categoría celebraron su estatuilla, excepto, por supuesto Heath Ledger, memorable Joker y acaso el único intérprete capaz de competir con el mismo rol frente a Jack Nicholson.
Y, por supuesto, la confirmación anual en la carpeta roja de que la industria del cine de los Estados Unidos tiene una pujanza arrolladora: es el aleph de la industria. Y en esa carpeta, símbolo de todo estatus y toda vanidad, desfilaron, entre otros, los colados: Mario Lopez, Penélope Cruz; los resucitados: Robert Downey Jr., Danny Glover; los consagrados: Anthony Hopkins, Meryl Streep; los personajes de plástico: Sarah Jessica Parker, Kate Winslet. Los sueños de toda una vida vueltos metros de tapete carmesí.
En Hollywood se puede hacer arte. La duda queda despejada. Varias películas serán registradas en las historias del cine que se escriban en un futuro no muy lejano. El revoltijo del mundo moderno en la pantalla, las grandes historias y las narraciones visuales pasaron a revista. Podemos aceptar o rechazar las premiaciones, pero siempre resulta gratificante ver cómo giran los dados de una industria poderosa y castigadora, abundante y restrictiva, generosa y alarmante.
La auténtica feria de las vanidades: ropa de diseñador, relaciones de escándalo, la guerra de los kilos, sonrisas impecables, acompañantes de misterio.
Lo último de lo que apenas está por llegar.
– Luis Bugarini
(ciudad de México, 1978) es escritor y crítico literario.