Nueva York en el siglo XXI

ย En Shame, de Steve McQueen, aparece un Nueva York pocas veces visto en la historia del cine.
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Desde el punto de vista de la estรฉtica cinematogrรกfica, ¿hay alguna ciudad mรกs utilizada y gastada que Nueva York? Ya sea a travรฉs del sรณrdido punto de vista de Travis Bickle en Taxi Driver, la romรกntica lente de Woody Allen en Manhattan, con sus puentes y esquinas que son postales, el colorido aquelarre Brooklyniano de Spike Lee en Do the Right Thing, la insolada parquedad de Kids de Larry Clark y de Dog Day Afternoon de Sidney Lumet, y hasta esa visita distรณpica que ofrece The Warriors de Walter Hill, la realidad es que Nueva York ha sido retratada desde casi todos los รกngulos y con todas las texturas posibles. Cualquiera que haya vivido en la Gran Manzana podrรญa culpar al aburguesamiento de la ciudad de este fenรณmeno: Nueva York no puede verse con originalidad porque la ciudad misma ha extraviado su esencia –su lado arisco- y lo que queda es la urbe que Carrie Bradshaw pariรณ: un lugar inoculado de cualquier peligro, lleno de tiendas de diseรฑador, locales que venden cupcakes de cinco dรณlares por pieza, restaurantes de comida fusiรณn, boutiques hipsters y bares speakeasy. Los cineastas han enfrentado la sequรญa de historias neoyorquinas desertando a la ciudad sobre la que fincaron su oficio. Woody Allen estรก del otro lado del Atlรกntico, urdiendo fรกbulas cerebrales y pintorescas comedias, como una versiรณn septuagenaria y cinรฉfila de la guรญa turรญstica del Lonely Planet, mientras que Martin Scorsese ha dejado de usar a Nueva York, prefiriendo situar sus historias en Europa (Hugo) o en Boston (The Departed). Y si los dos cineastas mรกs neoyorquinos de la historia han abandonado a La Gran Manzana y sus alrededores, ¿quรฉ se puede esperar del resto?

                Para volver a retratar a Nueva York con una mirada fresca, el sรฉptimo arte necesitรณ de un cineasta extranjero, que viera a la ciudad con ojos nuevos. Mรกs allรก de su ineludible potencia, Shame, de Steve McQueen, se atreve a mostrar una visiรณn precisa y autรฉntica de la urbe de hierro. La historia sigue a Brandon (interpretado por el extraordinario Michael Fassbender, en una actuaciรณn que acabรณ por cimentar su reputaciรณn como el actor del momento), un publicista que pasa sus ratos libres –maรฑanas, tardes, noches, recesos laborales- atendiendo su obsesiรณn con el sexo en todas sus formas. Se liga a chicas en antros, pasa horas mirando pornografรญa en su laptop y, como corolario, contrata a una que otra prostituta, que lo atienden en un edificio de amplรญsimos ventanales en el lado oeste de de Manhattan.

Es difรญcil explicar en quรฉ consiste la honestidad de la cรกmara de McQueen, pero el hecho es que su Nueva York no se siente retocado. Lejos de la estรฉtica pulcra a la que se adhieren tantos largometrajes ahรญ filmados –donde todos los atardeceres son ambarinos, los รกrboles primaverales y el clima cรกlido- y lejos, tambiรฉn, de la estรฉtica cutre tan en boga en cintas neoyorquinas de tesitura dramรกtica –donde el grano del celuloide estรก siempre reventado, los vagabundos se adueรฑan de las calles y todos los peatones son un remedo de Dustin Hoffman en Midnight CowboyShame retrata con la misma franqueza a las avenidas neoyorquinas, el hรบmedo clima citadino, los dive bars de Midtown, los muelles cerca de Chelsea y la frialdad del metro. Lo anterior no significa que McQueen no use a La Gran Manzana. A lo largo de la cinta, la ciudad acentรบa el drama de Brandon. Nueva York es su proxeneta y su maldiciรณn: una ciudad que le provee innumerables mujeres y que lo ata a ella. La grisura neoyorquina lo golpea, lo envuelve, pero sobre todo le permite extraviarse y atacar desde la oscuridad, como un lobo que se ha escapado del zoolรณgico y que las autoridades han olvidado entre los meandros de la ciudad.

                Como en muchas otras cintas, aquรญ Nueva York es tambiรฉn sinรณnimo de abundantes posibilidades. No por nada McQueen detiene su narrativa para dedicarle cinco minutos a observar a Fassbender y a su hermana Sissy (Carey Mulligan) mientras esta entona, en un restaurante, New York, New York, de Frank Sinatra. If I can make it there, I´ll make it anywhere, canta Sissy y la cรกmara se planta en los ojos de Brandon. ¿Quรฉ hay ahรญ? Remordimiento, sรญ, pero algo mรกs. Un diรกlogo con la ciudad que le ha dado un departamento de lujo, un buen trabajo, innumerables conquistas, pero que es incapaz de hacerlo feliz. Nueva York como epรญtome de deseos frรญvolos; cuna de vidas que parecen tenerlo todo aunque en el fondo estรฉn vacรญas. Despuรฉs del derrumbe de Wall Street, ¿quรฉ mejor รกngulo para analizar a la gran urbe de hierro que รฉse? 

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