A menos de que hayan pasado la última década metidos dentro de una cueva o en el fondo del mar, lo más probable es que hayan visto -ya sea en pantalla, poster, peluche o vaso de comida rápida- a los siguientes personajes: Harry Potter, Frodo Baggins y Edward Cullen. Además de su estatus de ídolos juveniles todos tienen un factor en común: empezaron siendo personajes de un libro. Y hay otro factor (insoslayable): los tres tienen la capacidad de llenar estadios con sus películas. No es coincidencia, entonces, que los estudios estén aprovechando esto para anunciar que las últimas películas de estas sagas no serán tres, sino seis.
En marzo del 2008, Warner Brothers anunció que la última película de Harry Potter (Deathly Hallows) sería dividida en dos, generando opiniones divididas entre los fans. Algunos detestaron la espera entre ambas entregas. Otros se regocijaron ante la perspectiva de pasar dos horas más con ese maguito miope en su sala más cercana. La razón que dio WB para tomar esta decisión fue que hay demasiado material en el séptimo libro para hacer una sola película. Poco tiempo después, Guillermo del Toro y Peter Jackson anunciaron que The Hobbit (la precuela de The Lord of The Rings) sería dividido en dos películas. Finalmente, Summit Entertainment anunció que con Breaking Dawn (el último libro de la saga de Twilight) sucedería lo mismo. ¿Se debe esto a una abundancia de material en los libros o será que todos tienen un potencial sin precedente para hacer cantidades inimaginables de dinero en las salas de cine?
Basta ver los números para darse cuenta de que todas las películas de Harry Potter y de The Lord of the Rings (nueve películas en total) están entre los primeros 30 lugares de las películas más taquilleras de todos los tiempos, New Moon en el lugar 37 y Twilight en el 155. Todas han hecho más del triple de dinero de lo que costó producirlas. Es una inversión a prueba, incluso, de crisis financieras. ¿Pero son necesarias dos películas para contar lo que sucede en un libro?
El quinto libro de Harry Potter, el más largo de la serie, con más de 800 páginas, fue convertido en una película que dura poco más de dos horas. Los tres libros de The Lord of the Rings fueron hechos cada uno en una película de aproximadamente tres horas. Los dos primeros libros de Twilight son películas de dos horas.
Habiendo leído cada uno de los libros de estas sagas podría decirse que Breaking Dawn y Deathly Hallows caben perfectamente en tres horas de cine sin perder absolutamente nada. Lo mismo se puede decir de The Hobbit (aunque Jackson ha declarado que las dos películas no seguirán las aventuras de Bilbo Baggins y su pandilla de enanos: la segunda probablemente se enfocará en lo que ocurre entre el final de The Hobbit y el inicio de The Fellowship of The Ring).
Todo apunta a que se trata de un síntoma más de la falta de imaginación que ha plagado a Hollywood en los últimos años. No bastó con ver trilogías enteras de todos los superhéroes que hayan aparecido en una cuarta de página de Marvel. Lo que preocupa es lo que esto anticipa: remakes instantáneos, historias de un solo libro contadas en cinco entregas, Transformers XIV, Spider-Man VI y High School Musical V. Por lo pronto, estas dobles entregas no sólo dan la impresión de avaricia: queda claro que sus guionistas se han vuelto perezosos. Si necesitas cinco horas de cine para contar una historia de 700 páginas a doble renglón, ¿dónde quedó el oficio?
-Nicolás Conti