He sido un hombre exasperante, un hombre a quien cada acto de su vida le parece una cicatriz. Perseguidor implacable de mรญ mismo, tiendo a exprimir en cada acontecimiento los mil sentidos posibles, incluso los mรกs rebuscados.
ยฟTe imaginas que tus amigos supieran que escribes cartas de amor?
De cartas de amor quiero hablarte a ti, dios invisible hace tiempo fallecido, demiurgo indolente de criaturas imperfectas. De esas cartas de amor siempre ridรญculas. De cartas de amor que guardo de mi propio recuerdo y de mi propia mano. De cartas que me han llevado a tomar la decisiรณn que quiero comunicarte. Te confieso que he cambiado, que veo una belleza en el mundo que antes no entendรญa porque querรญa seguir en la senda serena de mi maestro, el poeta de la contemplaciรณn atenta que no vibra con la armonรญa de los nuevos tiempos.
Te amo. Este viaje a Oporto me lo ha probado una vez mรกs.
Las cartas estรกn escondidas en sitios que olvido pero con los que siempre vuelvo a tropezarme a la sazรณn de un nuevo viaje, una mudanza. Suelen ocultarse en un aparador, una gaveta difรญcil de abrir, un viejo maletรญn que huele a cuero y a alguna lejana grasa de un plato que tal vez me gustรณ mucho. A veces, el papel de las cartas atestigua una gota de vino escapada de un paรฑo apresurado y descuidado o desprende aroma de tabaco. Tu inexistencia, dios con defectos, te hace mi lector ideal, el lector al que mi ridรญculo no darรก razones para presentir debilidades impropias de un hombre. Un verdadero varรณn no sueรฑa ni suspira, solo hace o contempla sin emociรณn mayor que el afรกn de entender. Un verdadero varรณn le escribe a dioses muertos porque es capaz de crear dioses.
Recuerdo siempre, querido, el dรญa que me viste al volante de un chevrolet cerca de la entrada de Sintra. Reรญ de tu asombro y miedo al verme conducir, mientras te echabas espantado a un lado sin razรณn alguna; me habรญa detenido al verte, gesto de amabilidad hacia un hombre entre blanco y moreno con cara de errancia tocada por el sol. Te sonreรญ presta y feliz, me sentรญa especialmente alegre el dรญa que te vi por primera vez. Recibรญ una carta de mis padres y me habรญan contratado para cantar en nuestro querido bar La tabaquerรญa. Me asomรฉ por la ventana y cantรฉ:
Uma frase perfeita
E um beijo prolongado
Uma porta aberta
Traz odor a pecado
Siempre tuviste celos de Joao porque componรญa fados para mรญ, pero este fado fue la clarinada de nuestra aventura de luz de estallido y azul de ahogo, luz y color del cielo de esta Lisboa que te entristece y a la que yo amo con locura de reciรฉn llegada. Yo, portuguesa nacida en Amรฉrica que canta el idioma de su madre y de sus cuatro abuelos, se descubre aรฑorando la lengua de su padre con los sones dulces de un decir lejano. Yo, americana vertida al portuguรฉs, cantando al amor por las maรฑanas con lengua de tierra vecina pero al fin y al cabo otra lengua.
Ella escribรญa con la profusiรณn y exuberancia de una juventud que no solo era la simple flor de la carne sino tambiรฉn la confianza en una siempre posible felicidad, natural prolongaciรณn de su temperamento. Siendo tan vital me recordaba extraรฑamente a mi maestro de lides poรฉticas, Alberto Caeiro; parecรญa, incluso cuando lloraba o la embargaba la furia, que el mundo estaba allรญ, inevitable como el invierno, testigo mudo que seguirรญa su andar sin nosotros. Hablo en pasado porque quiero hablar en presente, porque pienso hablar en futuro. ยฟPodrรฉ? Te escribo porque me siento poderoso y ridรญculo.
Pienso en ti y te canto con acento de serenata frente a ventanas cuidadas por abuelas a pesar de las rejas, en ciudades que tu afรกn de viajes no ha tocado ni tocarรก. Te basta conmigo para ir tan lejos, me dices luego de tus largos silencios que siguen al placer. Te levantas presto a escribir, yo me entretengo con ensueรฑos. Estรกs presente: encorvado, febril, escribiente. Te pido un poema para cantarlo y me dices que tus letras amargas pueden envenenar mi voz de รกngel caรญdo. Me provoca responderte que Joao no piensa igual y tรบ mismo lo comentas en voz alta. Luego lees y lees hasta que sonrรญo y reconozco que tienes razรณn. Las almas tristes y รกvidas de belleza requieren su momento de fado, abrevar del peso ardiente del destino, y han de volver al paso de sus vidas diarias sin dudar de ellas mรกs que lo justo. Este es el canto querido mรญo, nada mรกs que una conexiรณn con todos que no cambia la vida de los comunes.
Cuando los poetas dejamos de cantar ganรณ la filosofรญa. ยฟQuรฉ quieren las mujeres?
Te burlas de quienes declaman, no de quienes cantamos.
Te decรญa que eres mi lector perfecto porque el ridรญculo quedarรก entre tรบ y yo. Muerto como estรกs, no revelarรกs mis secretos. Yo, en cambio, te regalo los secretos de un hombre que ha querido evitar el amor porque sabe que hace saltar los mundos de sus รณrbitas, imagen feroz del futuro creada por un poeta al que admirรฉ. Caigo en la hipรฉrbole, dirรญa mi maestro Caeiro, tan poco amigo de poetas de engranaje y ruido.
ยฟIrรญas conmigo al paรญs donde nacรญ? Sรญ, ya te dije en otra carta que nunca irรกs pero quiero que lo hagas.
Puedo aceptar los secretos, los solitarios siempre los tienen; me es difรญcil reconocer que los comparto con ella, la que jamรกs aceptarรญa que las cartas de amor siempre son ridรญculas. ยฟPor quรฉ me trataba a veces como un niรฑo al que hay que estimular sus juegos porque algo aprenderรก? Me cuesta entender que se ame a quien se ve a sรญ mismo como el summun de una sabidurรญa de vuelta de todo lo humano. No quiero ser asรญ, quiero la belleza de un trasatlรกntico convertida en mi sangre y mis huesos. Te escribo para decirte que deseo ser un hombre feliz.
Me amas, lo sรฉ. Se lo he dicho a mis padres, ya no les ocultarรฉ nada.
Leo sus cartas y pienso que los humanos sin la ficciรณn de nosotros mismos somos apenas una fiera desdentada y sin garras. Quiero colmillos, uรฑas filosas y mรบsculos de felino, quiero ser tenso, algo grueso y musculoso como el brazo de un marinero. Soy un hombre capaz de subir la torre Eiffel sin perder apenas el aliento, capaz de entenderme con los marineros escoceses en inglรฉs y en gรผisqui, dos idiomas capaces de unir al planeta. Igual, me embargan la ansiedad y el desasosiego, incompatibles con un varรณn que entiende las razones por las cuales la Torre Eiffel seguirรก en pie hasta el fin de los tiempos humanos. Te escribo para decirte lo que ya adivinas. No puedes hacer nada al respecto.
Me miraste con reprobaciรณn cuando cantรฉ en medio de la calle. Me hiciste un gesto para que continuara mi camino. Me despedรญ agitando la mano aquella maรฑana de fines del verano. Dรญas despuรฉs estabas sentado con una pareja amiga presta a emigrar a ยฟAustralia? Sรญ. Esa pareja encantadora que coreaba las canciones que cantaba. ยฟPensarรญa el pรบblico que era una loca? Es extravagante cantar que estรกn tan tristes los tristes si sonrรญo a un hombre que ya no me mira con espanto y reprobaciรณn, a diferencia de la primera vez. No te acordabas de mรญ, yo sรญ me acordaba de ti. Difรญcil olvidar a un hombre que parece reciรฉn llegado de otra vida.
Han pasado aรฑos desde que la conocรญ en aquella calle de Sintra. Aรฑos en los que voy y vengo, ella va y viene. Mi prรณximo viaje serรก a su lejana ciudad para conocer a sus padres. Se sorprenderรก, siempre ha pensado que nunca irรญa a su paรญs natal.
Por primera vez, en aรฑos, le hablรฉ de ti a mis padres. Hace tiempo que todo empezรณ y nada termina. Empiezo a sentir la ansiedad de lo definitivo, el impulso vital de echar raรญces en una casa que siempre recordarรก nuestra naturaleza errante porque mirarรก al mar y a los barcos donde se mecen los idos. Cuรกnto has viajado, cuรกnto has visto; sin embargo, no eres ni has sido nunca extranjero, solamente has sido un hombre que observa con ojos curiosos y nรณmadas. Tu boca lanza palabras en otros idiomas o calla porque puedes entender esa lengua sin fronteras de la humanidad bullente de los puertos, de los cuerpos varoniles entregados a la lucha sin fin contra el mar y contra la tierra.
A veces sueรฑo que soy soรฑado. A veces creo que me miran cuando ceno, estoy en el baรฑo, hago el amor o escribo. Es un pensamiento recurrente, una idea fija. No sรฉ si estarรฉ volviรฉndome loco. Mis poemas se vuelcan a una melancolรญa lรบcida e implacable, desprovistos de la pasiรณn por el presente latiendo en enormes torres y trasatlรกnticos. Cuando llega ella de nuevo vibra en mรญ el sonido del sentido. Soy un lugar comรบn, no cabe duda.
Estoy en estado. Soy un lugar comรบn, no cabe duda.
Un poeta llamado Fernando Pessoa cavila.
Ha ido demasiado lejos con los heterรณnimos, con sus hijos sin sangre, simples entes de papel que escriben poesรญa. Una cantante de fado nacida en un paรญs ignoto llamado Venezuela, descendiente de portugueses. Esta mujer ha de morir con sus cartas. ยฟY su falso amor ingeniero que estudiรณ en Glasgow y se espantรณ al verla conducir un Chevrolet en Sintra? Que viva su vida de tinta, se convierta efectivamente en discรญpulo de Alberto Caeiro y escriba algรบn dรญa:
Nรฃo sou nada.
Nunca serei nada.
Nรฃo posso querer ser nada.
ร parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.
Acto seguido lanza las cartas de su hija sin nombre al fuego. Nadie va a enterarse, es un crimen sin dolientes. Un hijo varรณn siempre llega mรกs lejos. ~
Escritora y profesora universitaria venezolana. Su รบltimo libro es Casa Ciudad (cuentos). Reside en la Ciudad de Mรฉxico.