Foto: Jessica Cardona Bijalba, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons

Interculturalidad en Colombia: la apuesta por un futuro diferente

Colombia ha sido pionera en legislar sobre la interculturalidad. A pesar de los avances, las diferencias ideolรณgicas se interponen en la puesta en marcha de las polรญticas pรบblicas necesarias
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Jesรบs Martรญn Barbero definiรณ la cultura como โ€œla mejor forma de estar juntos que hemos sido capaces de inventarโ€, con lo cual quiso decir que es posible compartir con otros y dotarlos de derechos por muy diferentes que sean. De este modo crecemos mejor, mรกs completos. Pero esta idea habรญa que legislarla, ponerla sobre el papel. En Amรฉrica Latina, uno de los primeros paรญses en dar el paso fue Colombia.

La Constituciรณn de 1991 es un punto de inflexiรณn. Texto de referencia en la regiรณn, le da al Estado las herramientas para que a travรฉs de diรกlogos interculturales se puedan buscar caminos que combatan las exclusiones. La valentรญa de muchos de sus enunciados hacรญa concebir esperanzas respecto a la posibilidad de acabar con la violencia que azotaba de forma sistemรกtica gran parte del territorio. Colombia pasรณ de ser un Estado confesional y autoritario a ser uno constitucional, democrรกtico, republicano y pluralista que propiciaba la inclusiรณn de comunidades ignoradas como los wayuu en la Guajira o los raizales, grupo รฉtnico afrocaribeรฑo del archipiรฉlago de San Andrรฉs.

Pero los marcos legales tienen que venir acompaรฑados de acciones que certifiquen su eficacia. Los ciudadanos no podรญan constatar los avances porque la guerra seguรญa frenando cruelmente los intentos de cambio. La debilidad institucional en muchos lugares o, incluso, la ausencia de Estado impedรญan los encuentros interculturales que la Carta Magna pregonaba. No basta con poner en el papel porque transformar es un proceso muy lento. Mucho mรกs cuando el sujeto de esa transformaciรณn es todo un paรญs con mรกs de cien comunidades indรญgenas, con pueblos afrodescendientes y con una diversidad de gรฉnero y orientaciรณn sexual que cada vez lograba un mayor reconocimiento. Por otra parte, la corrupciรณn debilitaba las instituciones y la credibilidad de quienes las representaban, en particular los sobornos y el hecho de que la ley se aplique solo para beneficio de los grupos en el poder. Sin duda, la corrupciรณn es una de las razones mรกs visibles de la ineficacia de los esfuerzos por lograr la continuidad en los procesos de desarrollo.

Colombia ha vuelto a dar un paso gigante en la legislatura actual con el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que arranca con una potente declaraciรณn de intenciones: โ€œSentar las bases para que el paรญs se convierta en un lรญder de la protecciรณn de la vida, a partir de la construcciรณn de un nuevo contrato social que propicie la superaciรณn de injusticias y exclusiones histรณricas.โ€La idea de un nuevo โ€œcontrato socialโ€ es una declaraciรณn intercultural en sรญ misma. Como seรฑalรณ J.J. Rousseau, se establece un acuerdo entre los miembros de una comunidad que limita la acciรณn individual a favor de una mejora de la convivencia social. Esta nociรณn establece que las personas son capaces de vivir juntas gracias a las normas morales que formulan para ello.

Diana Quigua, directora de poblaciones del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, afirma que, entre otros muchos aciertos, el plan se origina en los diรกlogos entre iguales, en la gobernanza compartida. Eso resultรณ evidente en la consulta previa para elaborar el documento. Segรบn afirma Quigua, este ha sido el รบnico gobierno que hizo viable la consulta con los 116 pueblos indรญgenas que habitan en Colombia. Este reconocimiento viene a reparar su ausencia pasada a la hora de elaborar unas polรญticas culturales incluyentes para la verdadera Colombia.

Alhena Caicedo, directora del Instituto Colombiano de Antropologรญa e Historia (ICAHN), afirma que el cambio que adelanta el plan ya se puede ver en la conformaciรณn misma del gobierno. Los funcionarios ahora cuentan con una visiรณn mรกs amplia del territorio y de sus habitantes. Ademรกs, personas afrodescendientes e indรญgenas, normalmente eran objeto de polรญticas y ahora son generadoras de las mismas. Alhena afirma que este PND tiene la intencionalidad de visibilizar las potencialidades que existen, reconocer la diferencia y permitir que sean las poblaciones las que hagan polรญtica. Se trata de una visiรณn de gobierno que contarรก con los sectores mรกs populares, con aquellos que habรญan sido excluidos de las รบltimas ediciones de este documento que marca la hoja de ruta nacional

Una polรญtica pรบblica de interรฉs es el Programa de Economรญas Comunitarias, un trabajo mancomunado con la Direcciรณn de Emprendimiento que incluye otras maneras de generar recursos desde los saberes tradicionales, con formas de producciรณn propias, mรกs allรก de la artesanรญa. Son claves la recuperaciรณn de conocimientos comunitarios y la relaciรณn con la tierra en la que se habita. Un ejemplo de estos procesos es la desestigmatizaciรณn de la hoja de coca, trabajo que se realiza con el Ministerio de Justicia y la Agencia Antidrogas del paรญs para recuperar los usos tradicionales de esta planta que habรญan sido prohibidos a cuenta de los prejuicios producto de la acciรณn delictiva del narcotrรกfico.

Para cambiar y que estos cambios surtan efecto es necesario adecuar los instrumentos que permiten operativizar estas buenas ideas, en especial, replantearse la arquitectura institucional, lo que hace que las modificaciones sean mรกs lentas de lo deseable. Ademรกs, no basta con cambiar instituciones y legislaciones, es preciso incidir en los comportamientos de las personas. Desde la educaciรณn primaria hasta la formaciรณn profesional deben fomentarse nuevas actitudes incluyentes, el espรญritu de negociaciรณn y la bรบsqueda de la paz no como una meta sino como un camino que se va construyendo en colectivo. A la paz no se llega, por la paz se transita con el fin de alcanzar los cambios que se precisan. El gobierno enfrenta muchas trabas en la instrumentaciรณn de unas propuestas que pretenden incluir a toda Colombia. Las mismas provienen no solamente del pasado; se vinculan con motivaciones ideolรณgicas que no permiten aceptar las diferencias. Es notoria la falta de encuentros con empresarios o con gremios como el ganadero, que han mostrado su desacuerdo con los modos de realizar el Plan de Desarrollo. En las ciudades es complejo hablar con otros grupos polรญticos que nos son afines a quien ostenta el poder y las reformas quedan estancadas en el Congreso por falta de consensos.

La diversidad es para todo el espectro ideolรณgico colombiano una piedra en el zapato. No reconocerlo asรญ lleva a los gobiernos a pregonar el โ€œahora nos toca a nosotrosโ€ que tanto daรฑo hace, venga de donde venga. Es aquรญ donde radica la principal dificultad para avanzar. Todo se convierte en un โ€œahora yoโ€ que ignora lo avanzado en el pasado y trata de construir un nuevo camino con exclusiรณn de sectores adversarios, hรกbitos difรญciles de cambiar que disminuyen las capacidades de transformaciรณn de la realidad. Hablar de inclusiรณn excluyendo remite a ideas de venganza. Negociar, la clave del รฉxito de cualquier legislatura, no destaca como una de las habilidades de quienes ostentan el poder en estos momentos. No cabe duda de que la intenciรณn del plan es incluir a quienes estuvieron excluidos, pero hay que tener cuidado de que los caminos escogidos no reediten el enfrentamiento y la violencia que durante tantos aรฑos ha azotado Colombia. ~

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es experto en gestiรณn cultural. Ha sido funcionario del Convenio Andrรฉs Bello (CAB), de la Agencia Espaรฑola de Cooperaciรณn Internacional (AECID) y de la Organizaciรณn de Estados Iberoamericanos (OEI). En la actualidad trabaja en la OEI Colombia como asesor para los programas de cultura.


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