La rivalidad rinde frutos: Tae kwon do mexicano

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Muchas teorías sobre por qué somos tan buenos en Tae Kwon Do. La primera y mi favorita –por su simpleza- es que somos muy buenos para los trancazos. Eso quizás explicaría cómo le hicieron Guillermo Pérez y María Rosario Espinoza para ganarle a rivales más altos que ellos (en un deporte de contacto). Pero si nuestra superioridad fuera genética o cultural y cada país de talante agresivo fuera bueno en este tipo de deportes, los mexicanos dominarían no sólo en Tae Kwon Do, sino en todas las otras disciplinas que involucran dar patadas o puñetazos.

Tengo otra -humilde- opinión. Desde hace varios años, los taekwondoines mexicanos han sido preparados por dos entrenadores: Reinaldo Salazar y José Luis Onofre. Al parecer hay mucha competitividad entre ellos. Sus pupilos tienen que enfrentarse y competir por las plazas en las competencias. A veces ganan unos (como en Atenas) y a veces otros (como en Beijing, en donde ambos ganadores fueron entrenados por Onofre). Para colmo, Salazar y Onofre no se pueden ver ni en pintura.

El periódico Reforma sugiere que unir fuerzas sería la mejor opción, pensando que si hicieran mancuerna traerían aún más medallas. Mi teoría es que hemos ganado medallas precisamente por lo contrario. La competitividad interna dentro de esta disciplina ha traído consigo una mejora constante en el producto: los taekwondoines mexicanos.

El resultado de esta rivalidad nos ha dado, hasta la fecha, cuatro medallas. Espero que los encargados del deporte nacional no empiecen a inventar y decidan que, en aras de la concordia, se debe crear una sola escuela de Tae Kwon Do. Porque para acabar con las buenas rachas y dilapidar las buenas escuelas también somos buenos. Como para los trancazos.

– Daniel Krauze

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